Por Herbert Mujica Rojas
Cuando el juez Hugo Velásquez emitió la sentencia referida a Alan García y la Megacomisión el 19-9-2013, el supuesto afectado no podía pedir nada nuevo ni conseguir nulidades nuevas porque las sentencias se ejecutan en sus propios términos sin añadidos.
La viveza del expresidente se hace efectiva en enero del 2014, con un pedido temerario en la etapa de ejecucion de sentencia, y el dadivoso juez se sale de los límites más allá de su propio fallo y sin que hubiera demanda previa ni proceso nuevo previo, dicta nueva sentencia, declarando 3 nulidades:
-Citación a García de 4-10-2013,
-Su declaración de 30-10-2013 y,
-Los informes finales de la Megacomisión.
Lo que parece un tedioso ejercicio repetitivo, se lee en castellano: Velásquez hizo un favorcito a García y sin expresa demanda formal, y proceso de amparo usual, abarcó todo lo posterior al 19 de setiembre del 2013, pero en una impropia e ilegal resolución de ejecución de sentencia, de 27-3-2014. ¡Esto es jurídicamente monstruoso! ¡Y éticamente una aberración!
Más allá del tema procesal y administrativo de cómo debió cumplirse la sentencia y sus fronteras claramente establecidas y las prohibiciones que tiene el juez para no traspasar límites, la patente demostración de cómo desprecia el señor Alan García Pérez al pueblo peruano ha planteado la disyuntiva: ¡sálveme yo -AGP- y que se pudra el Poder Judicial! La infinita vanidad frívola de García es pestífera.
Un sospechoso de manejos cuestionables a favor de delincuentes narcotraficantes, cifras raras y muy elevadas en colegios emblemáticos, un dador de favores a diestra y siniestra, nadie sabe si gratis, gracias a la tinterillada de un despreciable juez cuya carrera está arruinada de por vida, él y todos lo saben, pone al país en un debate "importante" porque se trata de un individuo cuya máxima virtud fue siempre llevar consigo el estigma de la deshonestidad ínsita. Cada paso que da, cada centímetro que recorre, esparce polvos y vientos que ha sembrado y hoy cosecha tempestades porque nadie comprende que un vago tenga millonarias propiedades individuales y maneje como a cómicos títeres a quienes han hecho de la política vil negociado culpable.
El intríngulis no es sólo de la estricta aplicación de los procedimientos judiciales, es -sobre todo- una gran cuestión ética.
Los grandes criminales actúan así porque confunden su "destino manifiesto y megalómano" con el devenir colectivo de personas honradas que desean vivir y construir una patria con horizontes limpios y sin rateros. En esas perspectivas los cacos sobran y necesitan aprovechar la complicidad de quienes obsequian tribuna en los miedos de comunicación, el toma y daca criollo y se sirven de compinches que tienen que conservar riquezas mal habidas y marrar cualquier tipo de investigación para que no caiga el tiburón mayor, porque los menores no dan mucho trabajo.
¿Por causa de qué no preguntan los apristas supérstites qué pasó con el Apra en Cajamarca donde ya NO EXISTEN? O ¿será cierta la catástrofe que se viene en la alcaldía y gobierno regional de Trujillo, La Libertad? El jibarismo alanista, incapaz de pensar en cualquier cosa honesta, salvo en llenarse de dineros sucios, insulta y apostrofa, pero no puede enhebrar ¡una sola explicación!
El señor Alan García Pérez alaba la Alianza del Pacífico pero no dice ¡una sola palabra acerca de cómo ese tratado conviene libertades irrestrictas y obsequia quintas libertades de aeronavegación con un solo beneficiado: Lan Chile!
Mientras que a los apristas genuinos se les conocía por sus patrimonios modestos, un ladronzuelo se enorgullece de tener una casa de US$ 800 mil y otras riquezas a nombre de la universidad que además, con dinero de los estudiantes, le avala para sus préstamos personales.
La soez fatuidad de Alan destruyó una dinámica humana que podía recordar mártires y héroes hasta que instituyó su humanidad obesa y depredó un capital político denostando de su fundador Haya de la Torre quien, capitán de multitudes, murió en casa fraterna pero ajena y ¡ni siquiera! el suelo donde descansan sus restos era suyo sino de familia trujillana de noble comportamiento.
Cuando el nadir absoluto se compruebe en calles y plazas, llegada la hora difícil de comprender que trocaron en pasado lejanísimo, siempre existirá el cabecilla obeso de dólares y arrastrados compinches, pero nada de la hermosa tarea cívica de hacer la revolución de pan con libertad, fe, unión, disciplina y acción, por la que murieron, sufrieron y padecieron miles de peruanos.
Esta es la soez fatuidad de Alan.
Señal de Alerta
3-4-2014
http://www.voltairenet.org/article183135.html?var_mode=recalcul