Por: Ubaldo Tejada Guerrero*
Analista Global.
En el año de 1,973 tuve la oportunidad de conocer a un gran peruano, Augusto Salazar Bondy, con el cual no solamente compartí su sabiduría y entendimiento del porque amar al Perú, sino trabajar en la edificación del proceso de nuestra identidad nacional, siguiendo las huellas de Mariátegui, Basadre, Matos Mar y otros insignes peruanos.
Revisando la revista “Textual Nº 9” del Instituto Nacional de Cultura (INC) del mes de diciembre de 1,974, escrita en homenaje a este ilustre intelectual, encontré en la página 64 un artículo titulado “El gatito de Enrico Mattei”, que con la veracidad y franqueza como vivió, también escribió refiriéndose al disfrute pleno de nuestros recursos humanos y naturales lo siguiente: “…al ver la situación de los países pobres respecto a los recursos naturales. Las empresas gigantes de los países ricos, son como los perros voraces de la historia, que por todos los medios impiden a los pueblos pobres del mundo acceder a sus propias riquezas de la naturaleza y desarrollarse plenamente”.
Han transcurrido 45 años, Augusto ya no está con nosotros, pero sigue vigente en su alegato escrito en el siglo XX. Hoy estamos en el siglo XXI, y en el Perú el neoliberalismo ha creado el mito del milagro económico con pies de barro, donde las potestades de este siglo (FMI y BM) ordenaron políticas públicas en materia económica de muy corto plazo, destinadas a engordar la billetera extranjera.
En ésta dirección el Banco Central de Reserva (BCR) del Perú se volvió adicto a las divisas a manera de droga, que terminó alimentando procesos de recesión con grave incidencia para los exportadores tradicionales, afectando la calidad de competitividad de nuestros sectores productivos internos, donde el BCR ha usado US$ 11.171 millones, para evitar sin lograrlo, la subida abrupta del dólar, disminuyendo nuestras Reservas Internacionales Netas (RIN), porque nunca tuvimos un Proyecto País propio.
Pero lo anterior no es algo nuevo en ésta república hoy agotada, sino recordemos que “En 1,958 entró el dumping de los industriales japoneses, que ofrecieron bajos precios y se apoderaron de nuevos mercados”, sencillamente “Como las demás industrias de exportación, la industria conservera era sujeta a la coyuntura internacional” (“El Movimiento en la industria Pesquera (el caso Chimbote), Denis Sulmont y Alberto Flores Galindo, Universidad Católica del Perú, 1972, Página 13).
La crisis de credibilidad hoy en las instituciones del Perú, tiene una explicación histórica de larga data, cuyas causas están en la ausencia de élites dirigentes, que se interesen en crear instituciones fuertes, que pongan límites al poder los caudillos políticos que hasta hoy nos siguen gobernando, que nunca se hizo porque dicho cambio afectaría el poder de los que ahora lo ostentan para manipular la conciencia ciudadana.
Tampoco existe democracia real que se sustente en instituciones, con políticas económicas que estimulen la innovación y la acumulación de mercado interno sustentable, y liderazgo para gobernar que tenga como fundamento capacidades políticas con bases morales y éticas, cuyos recursos sirvan al Perú.
Ahora podemos ir comprendiendo porque la región de Huancavelica, sigue siendo la mas pobre del Perú, y si dependiese sólo del crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI), que en los años de los precios internacionales altos de nuestros productos se crecía hasta el 7%, sólo podría salir de la pobreza en 80 años aproximadamente, según las fórmulas de las potestades de éste siglo, que no les importa la seguridad ciudadana o el combate a la corrupción, porque el Estado debe estar al servicio de sus intereses.
En el caso de nuestras reservas petroleras, gasíferas y energéticas, el hidrogeólogo Bob Moran expresaba que a partir de 1,980, las corporaciones mineras norteamericanas migraron a Asia, África y América Latina porque “había menos costos laborales, pocas regulaciones gubernamentales y, un proceso de dinero bajo la mesa, ayudaba a engrasar las ruedas de los negocios”.
Así podemos entender como Lima (Perú), siendo la segunda ciudad más grande del mundo ubicada en un desierto, y El Cairo (Egipto), la que es abastecida por el río Nilo, cuyo promedio anual es de 3.472 m3/s. En Lima, los pobladores son abastecidos por el río Rímac, que apenas alcanza un caudal promedio anual de 31 m3/s y que está bastante contaminado. Y así se pretende rematar la reserva acuífera de nuestra amazonía.
En ésta subasta de nuestros recursos y patrimonio peruano, el frente de derechas y sus candidatos como Keiko Fujimori, rematan su conciencia en “Centro de Estudios latinoamericanos David Rockefeller” de la Universidad de Harvard, de los EE:UU. , la misma sede ciudadana de Kucsynski o del “cholo de Harvard”, siendo concientes como expresa Eliana Pérez Barrenechea de que: “La política económica neoliberal de Fujimori y continuada por los gobiernos posteriores, sin enmiendas, ni autocrítica, ha ido desmantelando al Estado de su papel de garante de condiciones y exigencias para la inversión privada con responsabilidad. Gobiernos permisibles con el poder económico, imponiendo un modelo de crecimiento y anulando la condición ciudadana de la población y de su capacidad de decidir sus destinos” (“Esa memoria que falta”-Septiembre 2,015).
La conclusión es que la república del oro, del caucho, del guano, de la harina de pescado, nuevamente del oro y del remate final de nuestro territorio y sus recursos orgánicos naturales, como vemos ha sido sostenida por las industrias extractivas, sin valor agregado, ni mercado interno que han hecho no sostenible nuestro crecimiento y desarrollo peruano; pero ello va tocando fondo, y la ciudadanía va despertando hacia una democracia real y una ciudadanía plena en un nuevo escenario que es necesario describir, porque se está incubando grandes soluciones democráticas a grandes problemas causados por éste modelo perverso donde el tener reemplaza al ser.
Un primer síntoma es la descomposición política del frente de derechas en el Perú, donde cada día se van disfrazando de “izquierda”, frente a una ciudadanía cada vez mas conciente de que en éstas elecciones 2,016, los peruanos no desean mas votar por el “mal menor” o el “oustsider”, sencillamente por no existe el mal menor y porque no pueden seguir rifando su voto. Seguiremos analizando, pero debemos estar alertas, más aún cuando nuestro país es sede del FMI y el BM, y como decía el escritor Reynoso en octubre no hay milagros.
* Analista Global.