Los sondeos de opinión de diciembre no expresarán los resultados electorales del 2016, pero indican, eso sí, algunos cambios en las tendencias. La imagen de una elección cerrada, con los primeros lugares inamovibles, ha empezado a ceder paso hacia otros escenarios: el desplazamiento de Alan García por César Acuña, el desplome del (todavía) estadounidense PPK y la que parece ser la salida del tablado del envejecido Alejandro Toledo. La trama se presenta más abierta y lo que siga dependerá de los jales y reacomodos que probarán los asesores para ir definiendo la orientación de su oferta, en función de una demanda ciudadana confusa, desanimada y hasta ahora pesimista.
Y es que los temas que se han instalado en la agenda electoral ni entusiasman ni marcan diferencias programáticas relevantes. Para empezar, el reto del crecimiento económico después del “boom”, con Alan García y la señora Keiko Fujimori corriendo con ofertas más definidas que el resto de competidores, aunque no necesariamente fundamentadas con seriedad. En segundo lugar, una de las deudas del actual gobierno: el extendido problema de la seguridad-delincuencia, frente a lo que, entre populismo y represión, todos ofrecen más de lo mismo. Finalmente —es de lo poco en que se le concede algún avance a la gestión de Humala— está el aparente consenso en torno a la agenda educativa y la promesa de destinarle el 6% del PBI. Actitud que dista mucho de las reservas —cuando no la abierta oposición— a la reforma universitaria, a la que le han bajado el pulgar PPK, García, y Alejandro Toledo, al permitir la salida de Daniel Mora, ficha de Perú Posible, de la presidencia de la Comisión de Educación del Congreso, según todo indica, cediendo a la presión de los sectores que se resisten a las consecuencias de la nueva ley universitaria.
Por ahora, y aunque será todo un tema para el próximo gobierno, no está en la agenda electoral marcada desde Lima contener la expansión territorial —y la ampliación de la base social— de la economía informal-delictiva alrededor de la minería informal y la tala ilegal. De seguir así, nos veremos rebasados como ya lo estamos por la delincuencia cruda alimentada por el narcotráfico, el blanqueo de dinero y la actuación delincuencial de miles de policías instalados en el Estado y funcionando como aliados de mafias grandes, medianas y pequeñas, con las que cada día convivimos con mayor resignación.
La marcha económica del país durante los primeros meses del 2016 —el crecimiento económico decae y nadie tiene propuestas creíbles para remontar la situación— y el impacto del Fenómeno de El Niño serán sin duda factores que jugarán para las nuevas alineaciones que propongan los candidatos y los cambios en las preferencias que se expresen en futuras encuestas. Junto a ello, los pasos de salida que dé el gobierno de Humala marcarán también la orientación del elector que en 2011 le dio la victoria sobre Keiko Fujimori. ¿Con quién irán aquellos que están medianamente satisfechos con el talante "reformista" respecto a la estructura del Estado (ampliación de programas sociales, mejora en educación, ley servir, reforma universitaria, etc.)? ¿Cómo votarán los «despechados» con el Presidente de la Gran Transformación (que no fue)?
desco Opina / 11 de diciembre de 2015