Ricardo Sánchez Serra
Chile aún no se repone de sus derrotas en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, ante Perú y Bolivia. De aquí la explicación de su agresividad contra los dos países, ya que su orgullo —cree— ha sido menoscabado.
Y, en esta frustración, han contribuido sus historiadores y la clase política, que han confundido al chileno común desde el siglo XIX. Casi 200 años de engaños, haciéndoles creer que tenían tres vecinos hostiles para justificar su agresividad y su conquista de territorios. Basta apreciar el mapa de Chile recién independizado y el mapa actual, para que se vea cuánto territorio ganó el vecino del sur a costa de Argentina, Bolivia y el Perú.
En la época de la colonia, la Capitanía General de Chile, tenía un territorio reducido, que el Chile republicano quiso reclamar no con bases legales, sino con un poema de Ercilla u otras consideraciones, alejadas de las decisiones de los reyes de España. Como es conocido, los estados se formaron en base a los territorios coloniales, tesis asumida en el derecho internacional, que actualmente zanja las reclamaciones territoriales y que, conjuntamente, con el respeto a los tratados, son fundamento para la paz internacional.
La agresividad del Chile moderno es heredada. Sin tomar en cuenta el error de Bolívar de desmembrar Bolivia del Perú, sin motivo histórico y legal, cuando estas dos naciones quisieron volver a unirse, Chile se entromete y rompe la Confederación Perú-Boliviana, que veía como una amenaza militar. Cabe mencionar, que el Libertador de Chile, Bernardo O´Higgins —muy maltratado en su país—, se mostraba favorable a la Confederación y contra la postura belicista de su nación.
Antes de la Guerra con Chile (1879), las autoridades chilenas conspiraban contra el Perú, ofreciendo territorios peruanos a Bolivia, que rechazó sus pretensiones. A mi entender fue precipitado realizar un tratado defensivo con Bolivia, cuando previamente el Perú debió hacerlo con Argentina, que tenía problemas limítrofes con Bolivia.
Vino la planificada guerra de Chile contra el Perú y Bolivia. La Expedición Lynch y el inhumanitario “repase”, son las muestras del odio de Chile al Perú. El vecino del sur, a quien jamás podrá decírsele “el hermano del sur”, vencedor de la guerra incluso quebranta el impuesto Tratado de Ancón —firmado por el traidor Miguel Iglesias— y continúa conspirando para que Bolivia salga al mar por territorio peruano, además de incumplir el plebiscito de 1894.
Gran ayuda para evitar el expansionismo chileno fue el trabajo del general norteamericano John Pershing —que equivocadamente se le cambió el nombre a una avenida en su honor en el distrito de Jesús María—. Luego se firma el Tratado de Lima, el cual cierra definitivamente la frontera terrestre peruano chilena, y que Chile pretende interpretar a su manera. Pierde con Perú y Bolivia en La Haya la frontera marítima y la jurisdicción, respectivamente.
Y hoy, el canciller chileno, Heraldo Muñoz, señala que su país ha hecho todo lo posible para relaciones “constructivas”. Cosa de locos.
La Razón, 24.11. 2015