Jans Cavero*
Ayacucho, políticamente hablando, se ha pervertido. Para las elecciones 2016, tomando en cuenta que le corresponde 3 escaños parlamentarios, se configuran 2 escenarios: En el escenario uno, el fujimorismo colocará 2 congresistas, mientras que el tercero corresponderá a las filas de Acuña o de Kuczynski. En el otro escenario, Keiko, Acuña y PPK, colocarán a un congresista cada uno. Ambos escenarios son peligrosos para la gobernabilidad y la salud moral de Ayacucho.
De esta manera, Alianza Para el Progreso colocaría a Boris Paz de la Barra, hermano de Vladimir Paz (vocero y hombre fuerte de Acuña), mientras que PPK posibilitaría el acceso de Ernesto Molina Chávez, ex Presidente del Gobierno Regional de Ayacucho. Si partimos de la premisa que el tercer escaño corresponderá a una de estas agrupaciones, ¿por quién deberíamos optar? Desde mi punto d vista, por ninguno.
Sin embargo, parece que la suerte está echada, pues uno de éstos saldrá sí o sí, salvo que el fujimorismo reciba una votación tan alta que le permita llevarse los 3 escaños. En este último escenario, la situación sería también nefasta. Me temo que el voto preferencial no cambiará nada, pues no sólo no está interiorizada en la mente del electorado, sino que los que están ubicados en el número 2 y 3, dentro de la misma lista, son candidatos tan malos que no hay margen de actuación sensata.
Vladimir Paz de la Barra fue miembro del Consejo Nacional de la Magistratura y ha sido seriamente cuestionado por su gestión como consejero. Pero, además, su nombre aparece en el informe de la comisión parlamentaria que investigó el Caso Áncash, donde se determinó que el estudio Paz de la Barra patrocinaba a César Álvarez, ex presidente regional de Ancash, acusado por corrupción y otros delitos graves. La comisión investigadora dejó entrever que Paz de la Barra ratificó en el cargo al fiscal que protegía a Álvarez, contribuyendo al manto de impunidad que por varios años vivió esa región.
Boris Paz de la Barra, familiar directo de Vladimir, fue asesor presidencial del hoy prófugo y condenado Wilfredo Oscorima Núñez. Desconozco su afiliación partidaria, carrera política, labor social, o cualquier otro mérito como para encabezar una lista congresal por Ayacucho. Naturalmente, su mérito es ser familiar de Vladimir Paz, y como en la región APP siempre ha sido vientre de alquiler (nunca un partido) no existe organización que reclame en nombre de la institucionalidad y la democracia interna. Por lo tanto, la candidatura de Boris Paz es una grosera imposición, antidemocrática, de la elite partidista dirigida por Acuña.
Ahora bien, ¿alguna vez, Boris Paz se ha pronunciado sobre los actos de corrupción de su ex jefe Wilfredo Oscorima?, ¿qué actos de control ciudadano desarrolló durante la gestión de Ernesto Molina y Omar Quezada?, ¿a cuántos ex alcaldes fiscalizó desde su espacio ciudadano? Lo único que hizo fue trasladarse a Lima, en medio de los serios cuestionamientos al gobierno regional que apoyó, y en plena coyuntura electoral actual retornó intuyendo, quizá, que sería impuesto como candidato de Acuña.
De otro lado, Ernesto Molina fue el predecesor de Wilfredo Oscorima y cuya gestión tuvo también serios cuestionamiento por actos presuntos de corrupción. Ni Urquizo, menos Elizabeth León fiscalizaron adecuadamente el gobierno regional. Molina está en la lista con PPK, teniendo probabilidades de alcanzar una curul. No sé si tiene denuncia, acusación o procesos penales en curso, pero el no haber sido un presidente regional eficiente y capaz, son argumentos para advertir que no será un buen congresista. Y si tiene imputaciones penales, recibirá como premio la inmunidad que algunos persiguen.
Keiko, fiel a su estilo, aceptó que Joaquín Dipaz encabece su lista. Dipaz ha sido alcalde del distrito de Pichari (Cusco) y su gestión también ha sido seriamente cuestionada. No sería extraño que tenga procesos penales por corrupción. Postuló en la elección pasada, pero fue derrotado por Rofilio Neyra. Si esta vez ingresa será un milagro, pues a Dipaz sólo lo conocen en el VRAE y no en Huamanga. Los otros dos candidatos fujimoristas representan lo mismo de siempre: Ineptitud, incapacidad, continuismo.
Los candidatos de las demás fuerza políticas no tienen opción. La joven abogada que siempre postula por el APRA, la candidata eterna, postulará por enésima vez y será derrotada por enésima vez. La lista de Julio Guzmán está encabezada por 2 dirigentes del Tarpuy, con nula capacidad para ejercer mandato representativo. Rofilio Neyra, parlamentario fujimorista, se sumaría a la lista del APRA por haber sido expectorado del fujimorismo. Dudo que esta vez su dinero juegue un rol preponderante. Si fuera estratégico, no postularía por el APRA, pues esta agrupación no tiene respaldo electoral en la región.
Al no haber opción participan por moda, amor a la camiseta y porque no les impacta perder tiempo y recursos. Viven con pasión la fiebre electoral para satisfacer su ego personal. Con la intención de tener presencia mediática no les importa pasar la vergüenza de recibir entre 100 y 500 votos. Para estar en la lista congresal dan su vida, aunque no lo parezca; sin embargo, para construir partido o proyecto político real, nunca se aparecen; para denunciar actos de corrupción, no existen.
La lección que deja esta elección es la siguiente: Cualquier sujeto puede encabezar o ser integrante de una lista avalada por cualquier cosa, es decir por imitaciones de organizaciones políticas. Recolectar firmas para inscribir un partido político me parece una estupidez, en un escenario donde la política se ha mercantilizado. La inscripción debería darse a organizaciones que realmente hacen política, que tienen institucionalidad democrática y organización, que participan activamente en los asuntos públicos del país. Lo contrario, en cambio, da pie para que nos gobiernen o nos representen en el Parlamento una serie de indeseables, salvo honradas excepciones.
Qué pena por el Perú, pero más pena por Ayacucho.
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