Herbert Mujica Rojas

Ha dicho el legislador Elías Rodríguez, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, que en una o dos sesiones, sin esperar el fin del receso parlamentario que termina el 1 de marzo, se podría ratificar el tratado Transpacífico recientemente suscrito por 12 gobiernos, entre ellos Perú, en Auckland, Nueva Zelanda.

Arequipa contra TPP

 

Informó, además, el referido legiferante, que el Ejecutivo aún no remite el texto de dicho tratado. ¿Qué prisa misteriosa tiene Elías Rodríguez para anunciar, tan campanudo, que se ratificará el susodicho acuerdo que debe ser discutido cabal y seriamente por el Congreso porque es un tratado que tiene incidencia en temas económicos y tributarios del Perú?

Esto demuestra la poca seriedad y vasta ignorancia con que algunos legisladores toman las cosas, olvidando que hay normativa constitucional sobre la discusión de los tratados internacionales que firma el Estado peruano y que deben ser escrutados por el Congreso. Un conjunto, así sea, la Comisión de Relaciones Exteriores, carece de legitimidad para decidir por la institución. Y si es huérfana de tal investidura, en absoluto posee el asentimiento ciudadano que NO está dispuesto a aceptar a troche y moche lo que pretenda imponer un gobierno que ya deja la administración del país.

El tratado Transpacífico reúne a 12 economías del Foro de Cooperación Asia-Pacífico, tal como informó la ministra Magaly Silva y se encuentran dentro del mismo: Estados Unidos, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. EL TPP es la zona de libre comercio más grande del mundo: representa el 40% de la economía del planeta y engloba a 800 millones de consumidores.

La garrulería típica que rodea a esta clase de sucesos no logra disimular que las negociaciones han tenido el carácter de secretas durante largos e interminables meses. Ha poco llegó el texto en inglés y luego se lo tradujo en más de 10 gruesos tomos que, doy por descontado, ¡jamás! ha revisado el presidente de la Comisión, el dicharrachero Elías Rodríguez.

La misma sesión de la semana pasada en Auckland estableció que los países integrantes tenían hasta dos años para la ratificación sin enmiendas del acuerdo. Dos años, señor Elías Rodríguez, son ¡24 meses!, en forma alguna, para su desventura, “una o dos sesiones” de la Comisión congresal que preside.

Oponerse a rajatabla, de seguro con motivos muy bien fundamentados, en capítulos específicos, resulta tan idiota como impulsar su ratificación inmediata, sin estudio prolijo, técnico y político, por parte del

Congreso que en decisión soberana deberá expresar su asentimiento o denegatoria.

Más claro: el gobierno del señor Ollanta Humala ha perdido el respaldo ciudadano y, a menos —supuesto negado— que tenga compromisos por debajo de la mesa, no puede aspirar a la ratificación del TPP. Más razonable y por la salud democrática del Perú, resulta que el próximo Congreso, de lleno y con ciencia y conciencia, lo analice y dé su dictamen oportuno y sensato.

Un tema fundamental del TPP es que hay inmensas mayorías ciudadanas que no saben ¡ni de qué trata! En consecuencia, la tarea ilustrativa del Estado debiera ser prioridad impostergable para que el peruano común y corriente, el empresariado, los gremios y colegios profesionales, se adentren en un asunto raramente misterioso y subrepticio desde hace años.

El esclarecimiento en el Congreso, la opinión de instituciones y la enérgica actitud de la ciudadanía queriendo saber de qué se trata -como los ciudadanos del Buenos Aires de 1810- será la puerta a la ratificación o denegatoria del TPP.

Cualquier caballazo constituye aviesa y palurda agresión contra la soberanía del pueblo peruano.

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*Caballazo: peruanismo que alude a imposiciones violentas o sibilinas.

09.02.2016