Ya estamos avisados los peruanos. La mayoría ilegítima inaudita en el Congreso, y muy lejana de la realidad política y social del país, obtenida por el fujimorismo y entregada por los miembros del JNE el 10 de abril, ha dado ínfulas mesiánicas a Keiko y Kenji Fujimori que amenazan a cada ciudadano y ciudadana, así como a las distintas expresiones del pueblo peruano, que son las mayorías nacionales. Esas amenazas también avergüenzan a la nación.
La anterior situación nos obliga a preguntar: ¿dónde está nuestra dignidad?
La respuesta es clave y vital para defender con energía nuestros derechos ciudadanos a la vez que cumplimos nuestras obligaciones como integrantes de una democracia que necesitamos fortalecer, no sólo por nosotros, sino por las generaciones que se gestan y las que vendrán.
Es necesario que se tenga claro lo que se decidirá el próximo 5 de junio. Como hemos sostenido, no sólo se definirá una variante del modelo económico entre PPK y KF sino, muy probablemente, una forma de relacionarnos los peruanos con respeto y dignidad, de entender y resolver nuestros problemas, o, bajo el oprobio de un régimen que, por las evidencias y experiencia del pasado, regresaría para manejar al Perú como su propiedad o chacra privada y a sus ciudadanos como peones de servidumbre que deben agachar la cabeza en sumisión.
No sólo hablamos de empleos dignos y servicios públicos de salud, educación y seguridad social, así como de una alimentación y nutrición adecuada y cabal para nuestros niños y adolescentes, sino también se trata de sentar y cimentar bases sociales e institucionales sólidas de respeto que haga sentir a cada ciudadano/o y trabajador/a, empleado/a, profesional independiente o empresario/a emergente, así como a comunidades y etnias, que ésta es una democracia que vale la pena ser defendida y que éste es un país en el cual se construye una patria para todos.
Esos son los objetivos e ideales superiores que marcaron el rumbo de las vidas de peruanos egregios como Miguel Grau, Francisco Bolognesi, Andrés Avelino Cáceres, María Parado de Bellido, Manuel González Prada, Víctor Raúl Haya de la Torre, José Carlos Mariátegui, Jorge Basadre, y tantos otros insignes peruanos y peruanas que, en algún momento de nuestra historia, avizoraron una patria integral. Y eso no puede ofrecerlo, ni lo ofrecerán jamás, las dictaduras ni gobiernos corruptos, como se ha comprobado una y cien veces, a lo largo de nuestra historia republicana.
La invocación para ponernos a la altura de nuestras responsabilidades y circunstancias, y que las fuerzas sanas y decentes del país se unan y marquen el rumbo de una nación que se respeta a sí misma y se hace respetar.