vladimiro montesinos keiko fujimoriJans Cavero*

Me parece un retroceso a la gobernabilidad del país la decisión de la bancada fujimorista de postular como presidente del Congreso a Luz Salgado. Esta decisión, sin embargo tiene 3 mensajes contundentes: 1) El poder real lo tienen los “albertistas” y nadie mejor que Salgado para garantizar la vigencia del jefe que está preso; 2) La mayoría naranja apunta a una tiranía congresal que va a boicotear la agenda del Ejecutivo; 3) La política en el Perú está asociada a la amnesia colectiva, premiando a quien tuvo un encuentro con Montesinos.


Salvo un medio de comunicación, y quizá alguno más, ha recordado la histórica reunión entre Vladimiro Montesinos y Luz Salgado. Sería bueno que la próxima presidenta del Parlamento precise los detalles de dicha reunión, cuál fue el móvil, qué requerimientos o directiva planteó Montesinos, cuál fue el objetivo de tan singular convocatoria. Asimismo, debería hacer el deslinde que corresponde, pues, de otro modo, nadie entenderá como es que, después de tan negra década fujimorista, vuelven por la puerta grande aquellos que por acción u omisión le hicieron daño al Perú.

La política es poder y está basada en criterios de oportunidad. Eso nadie lo duda. Pero el poder en un sistema democrático está reglado, no habiendo ámbitos exentos de control. Aquél que sostenga que los fujimoristas pueden arrasar, por tener una bancada de 73 parlamentarios, sin contar a su aliado asolapado, la célula parlamentaria aprista, desconoce que el poder tiene límites, salvo en los regímenes despóticos o autoritarios donde las reglas de convivencia tienen su origen en la discreción del gobernante y no en la voluntad general.

Imagino que la propuesta de Luz Salgado ahora sí generará la convicción de que lo ofrecido por Keiko en campaña era pura pose, marketing electoral, populismo, con tal de ganar la presidencia e instaurar un periodo gubernamental no distinto al de su progenitor. Hubo más de uno, recuerdo, que se esforzaba por demostrar que en el fujimorismo había una ruptura generacional, un cambio de actitud, un quiebre con el fujimorato histórico. Todo fue irreal, tan igual como los cócteles de campaña electoral a un precio módico de 300 dólares.

Sacar de la lista congresal a Cuculiza, Martha Chávez, Lozada de Gamboa, no resulta un quiebre con el pasado, pues tengo la percepción de que Becerril, Reátegui, Salazar, Chacón, etc., son la remembranza de lo histórico, la continuidad de lo pasado, la añoranza de lo tradicional. En resumen, el destino ha querido darnos un Congreso similar al Congreso Constituyente de Yoshiyama y Rafael Rey o al Congreso unicameral de Torres Lara, Víctor Joy Way, Martha Chávez, Luz Salgado.

Ciertamente, la bancada fujimorista de los 90 incorporó tránsfugas para tener mayoría en las votaciones. La nueva bancada naranja, por tener mayoría absoluta, no necesita comprar parlamentarios de otras bancadas, aunque va a tener que ingeniarse para conseguir mayoría calificada que exige la Constitución y el Reglamento del Congreso para elegir, por ejemplo, al Defensor del Pueblo o a magistrados del Tribunal Constitucional.

Pésima estrategia la de Salgado cuando exhorta al nuevo gobierno a tramitar sus iniciativas legislativas como proyectos de ley, dando el mensaje de que no apoyarán la delegación de facultades. El fujimorismo parece haber olvidado que el padre gobernó por decreto (decretos legislativos y decretos de urgencia), utilizando incluso la figura de los decretos ley, normas propias de los gobiernos de facto.

Asimismo es un error el aferrarse a la presidencia de las Comisiones de Constitución, Presupuesto, Inteligencia, Defensa, Justicia, y otras importantes. Con 73 integrantes no es aconsejable dar este mensaje de acaparamiento hegemónico, porque haciendo un cálculo matemático simple se determina que los naranjas tendrán mayoría en todas las comisiones ordinarias de trabajo, en el Pleno, Comisión Permanente, Mesa Directiva, comisiones de investigación, y otros espacios conformados de acuerdo a la composición de los grupos parlamentarios, lo que le garantiza la toma de decisiones.

Se viene un escenario complejo para PPK. La mayoría fujimorista podría devenir en un grupo parlamentario tiránico, cegado por el poder. La Célula Parlamentaria Aprista se alineará con quien le ofrece más y creo que podría redituar la alianza aprofujimorista; la bancada de APP no es confiable respecto a su integridad como bloque; Acción Popular y la bancada de PPK no están en condiciones de confrontar políticamente. Finalmente, el Frente Amplio me genera muchas dudas respecto a su fortaleza como grupo y a su eficiencia congresal. Espero equivocarme.

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