Herbert Mujica Rojas 
 
“¿Que somos un país presidencialista? ¡Qué duda cabe! Preguntémonos ¿cuántos de esos mandatarios salieron sin mácula de la primera magistratura? Sólo revisar los últimos 25 años nos lleva a la crónica patibularia de pillos, suicidas y rateros.
 
 
Escudo bandera
 
Entonces ¿por qué esa veneración mágica hacia la presidencia con que sueñan políticos y muchos aventureros? 
 
Conozco a no pocos que no disimulan su ambición por la silla presidencial. Casi el 95% carece de condiciones o de visión nacional. Más allá de la vanidad enfermiza, todo es yerto. La confusión entre gerencia, mando y primera magistratura es muy común. A no pocos se les antoja que desde Palacio se “puede hacer cualquier cosa”. Así lo creyeron los últimos 5 y están presos, investigados o suicidados.
 
La “presidencialitis” es una tara de siempre. Cualquier infeliz acostumbrado a pagar mal a sus trabajadores, a explotarlos y a la denigración de la condición humana y sólo por el hecho banal de poseer mucho dinero, se considera a sí mismo como “apto” para ejercer el primer cargo de la administración pública. Y hay idiotas químicamente puros que creen en esta “sinceridad” hueca.
 
¿Cuánto manda realmente un presidente en Perú? Decía don Manuel González Prada: “tomar a lo serio cosas del Perú, esto no es república, es mojiganga”. ¿Cuánto manda realmente un presidente en Perú? https://bit.ly/31bFROp 20-8-2020
 
La divertida feria de inscripciones en los mal llamados “partidos políticos” –vulgares clubes electorales- se acerca a su fin por el plazo oficial que vence estos días. Más cómico aún es el cúmulo de elogios con que son “distinguidos” en redes sociales, canales televisivos y miedos impresos y radiales. Genuinos patanes pretenden hacernos creer en su “amor” al Perú.
 
Hace pocos días Perú se alineó con EEUU en el tema del BID. Se sugirió como aconsejable abstenerse frente a un hecho que pone en manos de la potencia norteña un instrumento que fácilmente puede “regular” a quién da y a quién no.
 
El “poder” de un presidente peruano es más bien relativo, muy modesto, en el ajedrez internacional, aparte de algunas posturas de tercera o cuarta línea, un mandatario tiene más bien influencia hacia adentro. Los operadores en ministerios, empresas transnacionales, bancos, en el Congreso, hacen el resto. No olvidemos a los cabilderos muy bien pagados en los miedos de comunicación.
 
La quimera de la presidencia se desmenuza con facilidad. ¿Con qué base social militante, en las calles, en las organizaciones de base, en los clubes de madres, etc. cuenta un jefe de Estado para empujar decisiones populares en la búsqueda de un Perú libre, justo y culto? Sólo el hecho oprobioso de los vientres de alquiler, desmorona cualquier lógica impecable.
 
Los que lleguen tendrán que pactar silencio cómplice o vista gorda con los que se van. Por la extraña razón que lo racional no funciona en Perú sino lo irracional, consensuado, custodia de las coimas gigantescas que permiten no pocas inversiones, estafas y contratos con nombre y apellido. 
 
Hace 20 años el Estado concesionó en una licitación con postor único el Aeropuerto Jorge Chávez a la empresa Lima Airport Partners, LAP, que tenía como capital la humilde suma de US$ 3 mil dólares. La ambición de una segunda pista que catapultara el primer terminal aéreo a ser el mejor de Latinoamérica aún sigue frustrada y ahora esa misma empresa pide pagar su obligación al Perú a partir de diciembre del 2024. What?
 
Y ni el Estado peruano, vía Ositran, ni los miedos convenientemente enmudecidos, dicen ¡absolutamente nada crítico! El mutis es su divisa parecieran berrear.
 
Muchas veces desequilibrados y enfermos, rateros y psicópatas que luego se suicidaron o terminaron en la cárcel, llegaron a la primera magistratura ¿para qué? La respuesta es obvia: para imponer sus negociados que no al Perú y a sus ciudadanos.
 
¡Ay la presidencialitis, esa quimera!
 
 
28.09.2020
 
http://senaldealerta.pe/pol%C3%ADtica/%C2%A1ay-la-presidencialitis-esa-quimera
https://bit.ly/2GeA4zD