En junio de 2020, la región Huancavelica era felicitada por haber contenido la propagación del COVID-19. Pilar Mazzetti, entonces Jefa del Comando COVID, así como Víctor Zamora, Ministro de Salud, mencionaban el nivel de organización mostrado y el desempeño del servicio de salud en el primer nivel de atención.
Sin embargo, parece que la situación no era como imaginaban. Recordemos que, al inicio de la pandemia, el impacto en las zonas rurales fue menor respecto a las ciudades. En Huancavelica, el primer caso positivo de COVID-19 se conoció a fines de marzo y hasta junio solo se tenía un total de 29 casos de hospitalizados. Esta situación pudo estar asociada al tipo de residencia de la población, pues el 69.5% de los huancavelicanos vive en ámbitos rurales. En agosto, el Gobierno Regional implementó en cinco provincias los Centros de Aislamiento Temporal COVID-19 para la atención a pacientes con esta afección o pacientes sospechosos sintomáticos que requieren guardar cuarentena en condiciones adecuadas; sin embargo, esto no fue sostenible, pues por falta de presupuesto funcionaron sólo hasta noviembre.
Por otro lado, el gobierno regional no priorizó intervenciones a nivel preventivo-promocional frente a la pandemia, y las acciones que ejecutó se debilitaron con el tiempo. A fines del 2020, se fue evidenciando que el sistema de salud regional no era capaz de identificar las cadenas de transmisión; es decir, no lograba ubicar el origen de los casos detectados, lo que significaba que la pandemia ya no podía ser controlada. Del mismo modo, las medidas restrictivas (como uso obligatorio de mascarillas en lugares públicos, distanciamiento social, lavado de manos, entre otras) cuyo cumplimiento debían vigilar las instituciones involucradas (sector Salud, PNP, gobiernos locales, etc.) se fueron flexibilizando y paulatinamente la población dejó de cumplirlas.
Actualmente, en la segunda ola del COVID-19, Huancavelica, como lo indica el Decreto supremo 008-2021 que prorroga el estado de emergencia nacional, ha sido clasificada entre las regiones de nivel extremo. Durante el mes de enero se ha tenido un impresionante aumento de 1425 casos positivos de COVID-19 y de 24 nuevos decesos, aproximadamente una muerte por día (Fuente: Oficina de Epidemiología – DIRESA Huancavelica).
Entonces, Huancavelica pasó de ser un referente exitoso a nivel nacional, para ubicarse luego entre las regiones en nivel extremo y donde la situación puede ser peor, ya que después de seis meses, pasó de tener cuatro camas UCI a solo quince de estas actualmente; es decir, un incremento poco significativo además de estar todas ellas en la capital regional, generando una situación preocupante que muestra un sistema sanitario debilitado, con poquísimo personal de salud, sin médicos emergencistas y con solo 76 médicos especialistas en toda la región. En otras palabras, un médico por cada 4500 habitantes y una cama UCI por cada 31 600 habitantes.
Esta situación no sólo evidencia un problema asociado a la centralización de los servicios de salud en nuestro país, sino también la poca capacidad resolutiva del Gobierno Regional para hacer sostenible las medidas de freno que hicieron posible ver a Huancavelica como una región exitosa en la contención del COVID-19.
desco Opina – Regional / 5 de febrero de 2021