Por: Wilfredo Pérez Ruiz (*)

Al cumplirse 30 años de la partida de Felipe Benavides Barreda comparto los entretelones de su estrecha e indeclinable relación con Gran Bretaña que, de forma concluyente, contribuyó a forjar su personalidad, nutrió sus sólidos valores, afianzó su vocación humanista y consagró su inspiración y entrega a las preclaras causas que abrazó al servicio del Perú.

 

Felipe Benavides Felipe uk

 

Ésta se originó con el arribo a Londres de su padre, Alfredo Benavides Diez Canseco -renombrada figura del deporte latinoamericano, miembro del Comité Olímpico Internacional, diplomático y ex ministro de Marina y Aviación- como embajador plenipotenciario (1935); en 1936, fue acreditado como representante en los funerales del rey Jorge V y al año siguiente en la coronación de Jorge VI.

Felipe fue trasladado al Sir Edmundo Collage para culminar sus estudios escolares (1933- 1936). Entre 1936 y 1939, cursó su preparación superior en la Escuela de Economía y Ciencia Política de la Universidad de Londres, conocida en inglés como London School of Economics and Political Science. Su progenitor le asignó como tutor al político, periodista, sociólogo y líder del Partido Laborista Británico, Harold Laski. Allí hizo amistades que ocuparon notables responsabilidades gubernamentales como Peter Carington, integrante del Partido Conservador, quien sirvió como secretario de Defensa y Relaciones Exteriores y, además, secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

En aquellos años -y pensando siempre en nuestro país- realizó investigaciones sobre el contrabando de fibras; descubrió sus orígenes, modalidades y las corporaciones dedicadas al embarque de fardos mezclados con vicuña. Después de extensas pesquisas encontró una publicación titulada “The rarer wools” (1935), editada por la compañía textil escocesa “Elgin, James Johnston & Co. Woollen Manufacturer”. Así se origina su involucramiento con este emblemático recurso silvestre al que encaminó sus quehaceres y desvelos. Su intervención en el parlamento inglés fue determinante para prohibir la importación de sus lanas (1971) y, unas décadas después, logró el aprovechamiento de este camélido mediante la confección de telas registradas con la marca “Vicuñandes-Perú” (1987), procedentes de la esquila de animal vivo.

Otro aspecto resaltante de su permanencia en Londres está referido a su desempeño como tercer secretario ad honorem de nuestra legación (1937). El 1 de agosto de 1940 es nombrado canciller interino del consulado en épocas de la Segunda Guerra Mundial. Durante éstos duros padecimientos surgió su afán humanista brindando su colaboración voluntaria al manejar ambulancias y ayudar a rescatar a los afectados por los continuos bombardeos. “La guerra se siente bajos los pies, como si fuera un movimiento telúrico. La guerra es escuchada como el paso de una locomotora, halando interminables vagones. La guerra se mantiene viva dentro del cuerpo, como el latido de nuestro corazón. La guerra huele como si se viviera dentro de una fundición de hierro al fuego vivo”, precisó en su artículo “Londres bajo la guerra: 1939-1945”, difundido el 29 de setiembre de 1989 en El Comercio.

Esta dramática experiencia lo sensibilizó acerca de las implicancias de la naturaleza en la supervivencia de la población. La odisea de este atroz acontecimiento influyó en su inclinación conservacionista. Así lo afirmó a la revista Gente (1975): “…Luego me di cuenta que los miembros del reino animal no tienen ni voz ni voto, y los llamé, la ‘mayoría perseguida’, y considerando los grandes beneficios que el reino animal presta al hombre, pese a lo cual ha sido destruido casi irreparablemente el búfalo o bisonte americano, la ballena está siendo objeto de matanza despiadada y la vicuña casi sufre extinción irreparable. Todo ello, me llevó a luchar en pro de la conservación de las especies animales”.

Benavides anhelaba enrolarse en la Real Fuerza Aérea para servir a la nación que lo había acogido; cooperó con valentía en la liberación de residentes ingleses en territorio alemán y efectuó labores de espionaje. Esta consecuente participación ameritó recibir de la reina Elizabeth II del Reino Unido la “Excelentísima Orden del Imperio Británico”, en el Grado de Oficial de la Orden (OBE), el 3 de julio de 1963.

Años más tarde, cuando estaba envuelto en temas ecológicos, su amigo Felipe de Inglaterra, el 5 de abril de 1966, le escribe una carta con sus preocupaciones sobre al exterminio de las aves guaneras: “…No hay duda que la interrelación entre las aves y de los peces de los que ellas dependen es extraordinariamente complejo y necesita una investigación científica cuidadosa. Sin embargo, el peligro hacia el recurso natural importante producido por las aves, como también a la misma existencia de las aves, como también a la misma existencia de las especies de las aves involucradas, parece llamar a una acción de emergencia”.

 

Un suceso inesperado facilitó poner a disposición de la patria sus contactos en las altas esferas inglesas al resolver la crisis desatada con la empresa estatal británica que había construido embarcaciones militares para la armada peruana y que ésta no estaba en condiciones de cancelar. En comunicación a nuestro embajador en los Estados Unidos, Fernando Berckemeyer Pazos, del 23 de enero de 1973, dice de lo acontecido: “…Después del total fracaso de Ademar Montagne ante el gobierno de Su Majestad Británica, así como la de su embajador en el Perú, la situación se puso color de hormiga, a tal punto que en la ceremonia (de condecoración) ante los almirantes y mis familiares, el ministro dijo que no era solamente las críticas relaciones entre la Marina y un astillero, sino lo que era aún más serio, entre dos naciones”. La Marina de Guerra del Perú le otorgó la “Cruz Peruana al Mérito Naval”, en el Grado de Comendador, el 16 de enero de 1973. La distinción la impuso su titular, el vicealmirante Luis Vargas Caballero.

El 28 de enero de 1975, recibió del vicepresidente estadounidense Nelson Rockefeller, en la Casa Blanca, el premio “J. Paul Getty” instituido por el reputado filántropo norteamericano con el aval del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). El jurado calificador -presidido por el presidente del WWF, su alteza Bernardo de Holanda- lo nominó entre 525 candidatos provenientes de 42 países, como su primer ganador. El duque Felipe de Edimburgo, el 27 de marzo de 1975, le aseveró: “He estado fuera y perdí las noticias que ganaste el premio Getty. Estoy realmente contentísimo. No puedo pensar en ninguno que haya alcanzado tanto, teniendo que afrontar tales dificultades. Muchas felicidades”.

La admiración del príncipe Felipe es expresada al primer director general del WWF y coordinador europeo del Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW), Ian MacPhail, en una misiva del 22 de diciembre de 1985: “…Estoy muy complacido en saber que él esta tan activo como siempre. Espero que su especie no esté en peligro, de lo contrario todo el movimiento de conservación colapsaría. La realidad es que él es un espécimen único de esta especie y tiene que hacer cosas a su manera. Le deseo todo el éxito”.

 

Su avasalladora personalidad envuelta en tenaces luchas, avatares solitarios e hidalgas convicciones lo llevó a retornar a la tierra natal de William Shakespeare para el estreno de la película “Benavides” -creada por Saxon Logan Film Productions Ltd. del afamado cineasta americano Saxon Logan, favorecido con un galardón Emmy- transmitida por el canal cuatro de la televisión británica, a una audiencia de diez millones de personas en Europa, el domingo 13 de enero de 1991. En esta producción dejó constancia de la “hipocresía y la deshonestidad” imperante en el mundo de las cuestiones ambientales.

En aquel lugar se enteró de su destitución de la presidencia ad honorem del Patronato del Parque de Las Leyendas, el más emblemático centro arqueológico, botánico y zoológico de Lima, del que había sido su principal gestor y fundador (1964). Asumió con hidalguía esta sórdida determinación promovida por una camarilla de oscuros adversarios cercanos al residente de Palacio de Gobierno que, con posterioridad, se convirtió en un repugnante dictador. Mientras tanto surgieron innumerables y enfáticas adhesiones públicas, de todos los sectores de la sociedad, por este incalificable despojo.

En la Gran Bretaña que selló su destino, fallece el 21 de febrero de 1991 -cuando se encontraba internado en el Queen Elizabeth Hospital- acompañado de su esposa María Luisa y su hijo Diego Francisco. Así culmina la existencia de un ser humano universal, cuyo legado es patrimonio de todos sus conciudadanos e inequívoco referente moral para los hombres y mujeres de hoy y del mañana. Su recuerdo y valía perdurarán en el tiempo, en la historia y en la memoria de muchos.

 

(*) Docente, conservacionista, consultor en temas ambientales, miembro del Instituto Vida y ex presidente del Patronato del Parque de Las Leyendas – Felipe Benavides Barreda. http://wperezruiz.blogspot.com/ - http://fbenavidesbarreda.blogspot.com/