Ni autocrítica sincera ni alternativas frescas

Por Humberto Campodónico


Antes del Mensaje, tenía la idea siguiente: se debería transmitir una voluntad de diálogo y de reconciliación después de los sucesos de Bagua. Cualquier anuncio económico o social viene después de reconocer que hay otros que son iguales a nosotros, aun cuando tienen distintos puntos de vista.


Algo de esto hubo al inicio, con la mención indirecta de la suspensión a los “castigos” a los 7 parlamentarios nacionalistas. Pero nada más porque luego el tema fue tratado desde el siguiente ángulo: “quiero el cambio con velocidad y si por eso ha habido problemas, entonces pido disculpas”. O sea: estábamos en lo correcto, pero lo estábamos haciendo muy rápido.

Ese es el problema de fondo y es lo que hay que cambiar: nadie tiene la verdad al 100% y para construir país hay que dialogar e intercambiar opiniones, no promulgar desde Lima decretos legislativos inconsultos y negarse a derogarlos. Cero avance aquí.

El segundo tema a contrastar es la visión de largo plazo: dónde queremos estar en el 2021, en el bicentenario de nuestra independencia. Cuál es el desarrollo territorial al cual debemos avanzar, qué tipo de relaciones con nuestros vecinos, qué tipo de inversión, extranjera, nacional y/o estatal debemos promover hacia delante.

Si bien hubo dos menciones al año 2021, brilló por su ausencia el Centro de Planeamiento Estratégico (CEPLAN), que hace 3 años comenzó a funcionar pero al cual el gobierno no ha dado importancia. Sin visión de largo plazo seguiremos al tun tun.

El tercer tema, ligado al anterior, es la Reforma del Estado, entendida como la meritocracia (se asciende debido a logros concretos, transparentes y medibles) y la homologación salarial (a igual trabajo, igual salario). Pero no. A pesar de que los proyectos de reforma del Estado están listos en la PCM, se ha optado por “mejorar las élites” capacitando a 20 o 30 gerentes como si fueran el elíxir mágico “que moverá a 800,000 burócratas que poco o nada saben hacer”. No, pues.

Acto seguido se lanza un planteamiento alejado de la realidad (como mucho en el discurso): que los Núcleos Ejecutores Juveniles serán capaces de realizar las obras y proyectos que no hagan los gobiernos regionales y locales, hablando de montos que superan los 2,000 millones de soles. ¿Qué cosa?

El cuarto y quinto temas debían ser los económicos: la crisis internacional y sus efectos en el crecimiento peruano. El Mensaje nos dijo “que el mundo sufre un gran trastorno, pero se va a recomponer pronto”. Y sobre el Plan Estímulo se mencionó que las obras y la inversión continuaban.

Esto denota que no hay una comprensión de la crisis internacional (tiene todavía para rato), por lo que son necesarias en el Perú, además del Pan Estímulo, medidas de alza de aranceles e impulso de la demanda: salario mínimo, reducción del IGV, pensiones no contributivas. Estos temas son sustanciales, pues de ellos depende el crecimiento. Dicho esto, fue positivo e importante el apoyo a la descentralización y el aumento del % del Foncomún que se destinará a los gobiernos locales.

En los temas de la inversión extranjera primó la mención a aspectos conflictivos: Telefónica (mal servicio), Doe Run (la empresa debe poner lo suyo y no “usar” a los trabajadores), la escasa inversión del “óbolo” minero y Camisea (se deben investigar los cambios legales bajo Toledo y que el gas debía ser prioritariamente para el mercado interno). Empero, en ninguno de los casos planteó alternativas concretas, motivo por el cual habrá que seguir estos casos de cerca.

En síntesis, puede decirse que no hay autocrítica sincera ni alternativas frescas. Da la impresión de que el gobierno ha perdido la capacidad de comunicación con la población (quizá por eso la mención a tanto dato estadístico) y que en su apreciación no hay un correlato con la realidad. Por lo expuesto, no se puede esperar un cambio cualitativo en la orientación a seguir en estos dos últimos años de gobierno. Tendremos más de lo mismo, lo que nos deja una situación de malestar frente a lo que podría suceder en la próxima crisis social.


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