El mensaje de Alan García: Fogonazos de última hora

 

Por: Luis Iberico*.


El presidente Alan García dice estar preocupado por el fortalecimiento de la democracia. Tras reflexionar ante su espejo, como suele hacerlo, anunció en su mensaje presidencial un par de iniciativas, en un discurso no exento de sorpresas para sus propios ministros.

 

Propuso la renovación del congreso por mitades, y la segunda vuelta para elegir a los presidentes regionales cuando la votación obtenida sea raquítica. Para García esas son espinacas infalibles para fortalecer los alicaídos músculos del sistema democrático. Para los especialistas, placebos inoportunos que podrían complicar más las cosas. Para el resto del país, fogonazos de última hora provenientes de un gobierno que empieza su cuenta regresiva.

Fernando Tuesta señala que las segundas vueltas no brindan, en automático, legitimidad ni fortaleza alguna a  los presidentes regionales que, al ser electos, cuentan automáticamente con la mitad más uno de los consejeros. La segunda vuelta podría significar gobernar con minoría en el consejo, y terminar en la anarquía que vivieron por muchos años los gobiernos municipales sin en esta situación, atados de pies y manos al cálculo politiquero y a la oposición sin respiro, para desgracia de los vecinos.

Acerca de la renovación del Parlamento  a mitad del período de gobierno, el especialista en temas electorales recuerda algo elemental: esta no es una “revocatoria” donde los malos se van y quedan los buenos. Es simplemente una renovación, practicada en muchos sistemas democráticos del mundo. Los congresistas intercalarían el inicio de sus períodos de cinco años, cada dos años y medio, completándolos de todos modos.

Si García Pérez nos quiso hacer creer que esta era la depuración del parlamento, pecó de demagogo. Si él mismo cree que es así, debe revisar un poco más sus libros de derecho constitucional, antes de redactar sus mensajes a la nación. O consultar con su ministro de Justicia, que para eso está.

Una reforma constitucional para mejorar la representatividad democrática es, sin embargo, imperiosa y hay que trabajar en ella. Considero que una medida necesaria es la creación de distritos electorales pequeños, circunscripciones que congreguen a 200 mil habitantes, para elegir a cada congresista.

De este modo, San Juan de Lurigancho –por ejemplo- se subdividiría en cinco distritos electorales, y cada uno elegiría su congresista. El coloso limeño tendría cinco parlamentarios y cada cual se debería a los electores de su circunscripción.

Esto se implementaría en todo el país. Resultado: los electores sabríamos quién es nuestro representante, el representante quiénes somos sus electores. Habría un contacto directo y permanente entre ambos, así como control y fiscalización al milímetro.

La fórmula no es nueva, existe en muchas democracias. Tampoco es infalible, pero mejora la representatividad. Y no debe ser una medida aislada, sino parte de una reforma integral articulada, coherente y adecuada a nuestra realidad social y política.

Finalmente, debemos ser conscientes que la democracia no se va a fortalecer a punta de leyes, ni renovaciones por tercios o mitades. La mejor tierra para su desarrollo está en la mente de las personas, sean electores o políticos. La madurez es el gran reto, y eso exige trabajar intensamente en la conciencia del pueblo. Que los individuos dejemos de ser individuos, y pasemos a ser ciudadanos. Ese es el fondo del asunto.

*Responsable Político de Alianza Para el Progreso Lima.