Herbert Mujica Rojas
“El dilema aquí —y ese sería tema de otro ensayo— es saber si es posible desarrollar una nueva forma de hacer política en el Perú, en la que, sin dejar de lado los ideales y los proyectos, sea posible administrar las pasiones y los apetitos —elementos intrínsecos de la condición humana— y de esa manera dominar las enrevesadas reglas de un juego de poder que, como todos sabemos, fueron escritas a lo largo de muchas generaciones”. Cap. 5, Valentín Paniagua: el presidente historiador. La república agrietada, Carmen Mc Evoy, p. 318.
La historiadora chalaca de fina prosa y hondísima versación en los entresijos del periplo peruano, Mc Evoy, siempre provoca que sus citas motiven desarrollos periodísticos que ambicionan transmitirse a los lectores.
Sentencia con categórica actitud Mc Evoy:
“Es, de suyo, un asunto de urgente necesidad política. No verlo así significa dejar la definición del camino de nuestra nación en manos de aquellos a quienes su falta de escrúpulos y su audacia mediática les permiten emitir señales de gran eficacia y efecto seductor, en el contexto de una situación que muestra claros signos de anomia y anquilosamiento intelectual” (ob. cit. p. 318-319).
La república agrietada es un libro de abril 2021, aunque el cúmulo de las reflexiones de McEvoy calcen en los turbulentos días actuales sin mayor dificultad. Cuando se anuncian medidas absurdas para “contener” las protestas de la semana que viene, es que estas ideas son faros potentes en una oscuridad terca e insondable.
Ensaya la historiadora conceptos ineludibles:
“La tarea, entonces, es la creación de una comunidad crítica que entienda que es necesario bregar con el poder, ya que el mismo es una esfera inevitable de la acción inteligente y concertada. Las armas para el renovado combate de ideas que esta situación exige deberá ser la ética republicana, la solidaridad y la democracia. No es una mera cuestión declarativa. Solo teniendo la convicción de su eficacia será posible realizar la gran transformación político-cultural que el Perú demanda y que solo una actividad sistemática, colectiva y con agenda propia podrá lograr”. p. 319, ob. cit.
¡Urgentísimo hacer política!
¿Quiénes hacen política? Los mamarrachos conocidos como personajes de la política gozan de un desprestigio fulminante. No sólo son miopes de inteligencia y nulos de cualquier construcción de ideas o acciones, sino que arrastran defectos viejos a los cuales juntan los suyos de nuevo cuño e igual usura y egoísmo.
En estos momentos de aguda crisis institucional dos poderes están parapetados en el consuelo mediocre de durar, a como dé lugar, hasta el 2026: Ejecutivo y Congreso. Y los palos de ciego de cada quien son indignantes. Si recordamos que hay casi 70 muertos a balazos ¡y ni un culpable hasta hoy! desde el 7 de diciembre, será fácil comprender el repudio ciudadano.
Las aguas distan mucho de estar quietas, más bien asoman sus fauces los tiburones de nuestra tradicional anarquía que siempre es aprovechada por oportunistas bellacos que saben convencer a los dubitativos. En Perú los ni chicha, ni limonada, son millones.
Por tanto, una acción de protesta que controle cualquier desmán, propio o ajeno sembrado ad hoc, representará una demostración de liderazgo. Las marchas no tienen por qué entenderse con muertos de manera trágica. ¡Eso es lo que buscan los maximalistas del gobierno y los partidarios de la violencia a troche y moche!
Los ofrecidos, resabios penosos de grupos partidarios que mendigan pitanzas a cambio de su escuálido “respaldo”, no tienen más mira que integrar la planilla rentada del Estado. Y si no son ellos, sus testaferros cumplirán el rol.
Las tareas de construcción nacional se hicieron por inercia, siempre bajo el dudoso amparo de coimas e inmoralidades. Y para eso el sistema legal fue ducho en proveer salidas y escapatorias para los delincuentes. Recordemos el dicho: hecha la ley, hecha la trampa.
No hay posibilidad de hacer política constructiva, generadora de impulsos indetenibles en pro de un Perú libre, justo y culto, como lo anunció Haya de la Torre en su discurso inaugural de la Asamblea Constituyente de 1978, sin la participación colectiva de la ciudadanía.
Las quimeras que los peluqueros sociales, consultores y demás charlatanes, vienen fracasando desde hace décadas. Lo que sí ocurrió desafortunadamente fue el saqueo de los fondos del Estado, porque todos cobraron puntualmente por quimeras y engaños en forma de estudios.
Un Perú con nuevos rostros, capaz de darse su propia respuesta como creación heroica y en la sabiduría que unidos todo lo podemos, es —como reclama Mc Evoy— tarea imperativa y urgentísima haciendo política.
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14.07.2023
Señal de Alerta