Herbert Mujica Rojas

El duro cuestionamiento insinúa —casi afirma— que lo que funciona en Perú es diminuto, deleznable, casi nada, insignificante. ¡Y no es cierto!

 

engranaje manos

Algo más de 8 millones de peruanos salen todos los días de sus casas a ganarse el pan. Han escogido el camino que no paga impuestos, que casi no maneja planillas pero que hace circular mercaderías por valor de miles de millones de soles cada 24 horas.

Este peruano no va al banco sino lo estrictamente necesario, muchos de sus negocios y comercios afincan en tratos en que la palabra es referente obligatorio aunque también sean no pocas las violaciones de los códigos y las acciones violentas no se hacen esperar.

Los peruanos informales, ambulantes, no cotizan al Estado, no pagan impuestos y por tanto sienten cero compromiso y que no le deben nada al Estado y les da lo mismo un gobierno que otro. “Con tal que dejen trabajar”, afirman.

La incapacidad del Estado y sus diferentes gobiernos en dinamizar fuentes de trabajo con inversión propia o conjunta con los foráneos es de una sinvergüencería inocultable.

La minoría compuesta por empleados y trabajadores del mundo formal, representa una parte más pequeña de la población económicamente activa. Las estadísticas solo cuentan a los formales y pretenden ignorar a los que copiosamente mueven mercancía, dinero y plazas de trabajo.

A pesar de un Estado paquidérmico, cancerosamente infectado por una corrupción bicentenaria y sucesivos gobiernos que han tenido como líderes a pandilleros y delincuentes, el Perú se mueve en una anarquía disparatada.

No somos un Perú, somos varios con costumbres distintas, formas de amar al terruño disociados los unos de los otros. ¿Qué tendría en común un habitante de Talara con alguien del Altiplano? La temperatura de altos calores ecuatoriales en las antípodas a los fríos y heladas en la meseta a casi 4 mil metros de altura.

¿Basta un himno, una bandera y leyes con supuestamente autoridades nacidas del voto para conformar una nación? Perú y su realidad multicolor, desigual, disímil, mosaico inmenso de 30 millones de habitantes, generan respuesta negativa.

Geopolíticamente Perú es una salida desde el Atlántico al Pacífico y con rumbo al Asia, constituyendo una opción más corta, barata y competitiva para el traslado del comercio internacional.

A la vez, “disfrutamos” de varias fronteras que más que límites son forados por donde nuestros compatricios escogen al país vecino para su educación, salud y trabajo. ¿Y qué hacen nuestros gobiernos y Cancillería? ¡Bah, folletitos, videos, boberías intrascendentes que le cuestan a los tributantes de impuestos!

¿Cómo se vigila que los malhechores que infestan la burocracia nacional, sus ministerios, gerencias de las principales empresas, no hagan de las suyas so pretexto que solo ellos conocen cómo funcionan estos menesteres?

¡Más allá de la queja consuetudinaria, peruanísima desde siempre, la respuesta desafiante la debe constituir una actitud radical contra la corrupción! ¡Y la caridad comienza por casa, desde los años tiernos, en el colegio, en la universidad!

Si en Perú casi todo funciona mal es porque los peruanos consintieron esta pobredumbre y que la calidad de sus hombres y mujeres públicos, sea de niveles repugnantes. Cuasi analfabetos están por engullirse a la Junta Nacional de Justicia porque eso impediría más investigaciones sobre delincuentes que saben que se van a la cárcel, de otro modo!

Y mal llamados líderes políticos alientan con desvergüenza, idéntico temario porque requieren urgentemente que se apaguen los incendios sobre la recepción o coimas de cientos de miles de dólares, verbi gracia de Odebrecht.

La clave estriba en un manual de comportamiento ciudadano simple y explicativo que ilustre sobre qué destino aguarda a países en que el crimen da dinero. “Construir” sobre barro no garantiza solidez, más bien fragilidad irremediable.

Además importante no caer en los psicosociales estilo Kenya Fujimori y una supuesta mala salud; o el tema extraño del futbolista Guerrero y sus protestas ante el equipo que lo contrató y que quedó en nada. En cualquier momento nos ponen vírgenes que sangran, etc.

Entender que los enemigos son embajadores de la corrupción así sus diarios, canales televisivos y estaciones de radio, digan lo contrario, es un deber, una consigna, una tarea irrenunciable, misión de padres a hijos, nietos y bisnietos.

La procura de la salud mental es una tarea como política de Estado y urgente para los peruanos.

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

 

28.02.2024

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Señal de Alerta

 

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