El ex parlamentario y abogado, Héctor Vargas Haya escribió un texto que difunde la podredumbre que caracterizó a la ya casi olvidada etapa de genocidio y latrocinios de los diez años, de 1990 al 2000 y señaló la fuente: seis tomos de 3663 páginas, de los volúmenes que con el título En la Sala de la Corrupción fueron publicados por el Fondo Editorial del Congreso.
Subraya Vargas Haya que estos: “debieran ser revisados permanentemente y tener como material de consulta y de elementos que deben ser del conocimiento de la ciudadanía, a fin de evitar que se imponga el manto piadoso del olvido y que sus autores o sus herederos de todos los matices, pretendan organizarse políticamente, convirtiendo a la Nación en escenario para el usufructo de venales herederos que fungen de políticos”.
“Pues no se debe olvidar que, tal como consta del informe final de la Comisión que presidió el diputado Javier Diez Canseco Cisneros, Fujimori había vendido, en doloso remate, doscientas veintiocho empresas del Estado, por nueve mil doscientos veintiún millones de dólares, ($ 9,22l´000,000, de los que sólo ingresaron al Erario, seis mil novecientos noventa y tres millones ($ 6,993,000,000), sin que a nadie se le ocurriera pedirle cuentas y conocer el destino de los tres mil millones restantes, que sin duda fueron la fuente de la gran podredumbre moral que caracterizó a aquella crucial etapa de degradación moral”, refiere Vargas Haya.
“Pero, lo que no se contabilizó fueron los millonarios repartos por concepto de sobornos efectuados entre incontables individuos de todas las categorías, aparte desde luego, de millonarias inversiones del factótum en sus inversiones personales, ni la disponibilidad de los caudales repartidos”, agrega Vargas Haya.
“Es el título —En la Sala— de la historia de degradación moral de una banda delincuencial de la nefasta década 1990-2000, siniestra autocracia liderada por un outsider que en 1990, en mala hora asumió inesperadamente la primera magistratura y a quien se ha otorgado inmoralmente pensión”, reitera enérgico Vargas Haya.
Tal como parece la componenda, el toma y daca, la corrupción en todos sus grados persiste insolente, prueba es el emolumento otorgado a quien no ha pagado ¡un centavo! de los 57 millones de soles que debe por concepto de reparación civil al Estado peruano.
Informa Vargas Haya: “consta, en dichos libros, la abyecta y degradante historia de la conducta de ciertos políticos, jueces, parlamentarios, propietarios de medios de comunicación escrita, radial y televisiva y la sumisa y vergonzosa adhesión expresa de los más altos mandos de las instituciones militares y policiales que en fila india desfilaban, sin dudas ni murmuraciones y sin el menor recato, para firmar actas en señal de adhesión a la mafia”.
De las páginas 3491 a la 3559, del tomo sexto de dicho compendio, del 13 al 18 de marzo de 1999, corre la reproducción de videos, sobre textos de las “Actas de ceremonias de adhesión a la autocracia, bajo dos conceptos fundamentales: el respaldo al autogolpe del 5 de abril y el rechazo a las acusaciones de violación de los Derechos Humanos de los generales, almirantes, coroneles y capitanes de navío, que desfilaban en fila india y acto de asqueroso sometimiento.
“Cuesta creer toda la degradante, servil y abyecta conducta de determinados altos jefes de las instituciones militares que, sumisos protagonizaran tan detestables actos de ruindad, y escarnio de la moral nacional. Está en el acta de 13 de marzo de 1990 la degradante actuación de decenas de jefes y oficiales, que en repugnante ceremonia, presidida por Montesinos, desfilaban disciplinadamente, sin dudas ni murmuraciones, para firmar el acta de adhesión y sumisión a la autocracia de la década 1990-2000”, agrega Vargas Haya.
“Entre los actores de tal zafiedad, figuran los generales y almirantes Carlos Tubino, Julio Salazar Monroe, José Villanueva Ruesta, César Saucedo Sánchez, Elesbán Bello Vásquez, Humberto Rosas Bonicelli, Fernando Dianderas Ottone, J. Venero, Víctor Malca Villanueva, Hermosa Ríos, Jorge Camet, Luis Guiampietri, José Huerta, Wilmer Calle Rendón, Carlos Tafur Ganoza, Pablo Carbone Ormeño, Armando Santisteban de la Flor, Elmer Calle, Carlos Tubino y otros, integrantes del alto mando castrense,” refiere Vargas Haya.
Quizá no esté demás comentar las funestas consecuencias y las ventajas de la que disfrutan los malandrines de escritorio, de toga y escarpines, desde los más elevados puestos en la dirección del Estado, para perpetrar sus latrocinios, sin violencia y sin los riesgos de los delincuentes comunes: asaltadores y sicarios, que cuentan con el más efectivo ejemplo en las aleves acciones de quienes gozan de autoridad y privilegios, agrega, finalmente Vargas Haya.
06.08.2024
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