Herbert Mujica Rojas

Afirma en las redes sociales la parlamentaria pro fujimorista Patricia Juárez:

“Se aprobó en el Pleno del Congreso, mi moción para condenar de manera enérgica las violaciones a los DDHH en Venezuela; rechazo a la falta de transparencia y que se reconozca el triunfo de Edmundo Gonzáles. El Perú debe alzar su voz para que no hayan atentados contra la democracia.”

 

patricia juarez

Indudable y categórico que la reelección de Maduro muestra aspectos discutibles, grises y una actitud que provoca demasiados claroscuros. Los discursos van desde las condenas más feroces hasta los panegíricos más ilusos. Los venezolanos requieren sanear la situación y es a ellos a quienes corresponde semejante mandato ciudadano.

Deducir que alguien pueda alentar invasiones militares o barbaridades de ese bajo calibre, es un absurdo.

La especie hecha pública por la legisladora Juárez provoca algunos cuestionamientos, el primero de los cuales es ¿cómo vamos por casa? Porque ver el desmadre en el país norteño y no decir ¡ni pío! respecto de las reprimendas que aplica el gobierno de doña Dina, la dictadura legiferante del Congreso y el triunfo de las imposturas más absurdas, fabricando leyes de impunidad y derrumbando victorias como en el tema de Sunedu, sí que son condenables y antidemocráticas.

Hasta hoy el gobierno, que en tándem con el Congreso, ejerce un desgobierno al que llaman “democrático”, no ha dado cuenta de las casi 50-60 bajas civiles por balazo militar a partir de las protestas del 7-12 cuando el ex presidente Castillo cometió una torpeza inexcusable.

Sobre lo anterior, la congresista Juárez no dice ni chis, ni mus. ¡Qué rara concepción de la democracia que vierte lágrimas por lo que pasa en un país hermano pero no se inmuta cuando los que caen son peruanos! ¿Será acaso que el ser provincianos los ubica en otra escala de los derechos humanos?

La señora Juárez, de un anuente pasado al 100% de cuanto decidiese e hiciese el ex alcalde Castañeda, no arriesga dictamen en torno a estos crímenes de lesa humanidad. La pregunta ¿cómo vamos por casa?, es absolutamente correcta.

¿Le han cuestionado a Patricia Juárez, sobre la aprobación de su Congreso a la reelección y la vuelta al Senado? Pareciera obvio entender que la señora aspira a seguir siendo parlamentaria. Pero no debe olvidarse que este retroceso lo hicieron menos de 110 ciudadanos que no representan a nadie y todo el país detesta y que en referéndum nacional, el 2018, fuera repudiado por más de ¡16 millones de votantes!

¿Para qué se le paga a estos legiferantes? ¿Para que sean coro áulico de las derechas más feroces del continente, las más retrógadas y reaccionarias o para que exhiban alguna pizca de dignidad cívica y hagan esfuerzos por los peruanos?

Acudamos a Manuel González Prada en Los honorables, Bajo el oprobio, Lima 1914:

“¿Qué es un Congreso peruano? La cloaca máxima de Tarquino, el gran colector donde vienen a reunirse los albañales de toda la República. Hombre entrado ahí, hombre perdido. Antes de mucho, adquiere los estigmas profesionales: de hombre social degenera en gorila politicante. Raros, rarísimos, permanecen sanos e incólumes; seres anacrónicos o inadaptables al medio, actúan en el vacío, y lejos de infundir estima y consideración, sirven de mofa a los histriones de la mayoría palaciega. Las gentes acabarán por reconocer que la techumbre de un parlamento viene demasiado baja para la estatura de un hombre honrado. Hasta el caballo de Calígula rabiaría de ser enrolado en semejante corporación.

¿Ven ustedes al pobre diablo de recién venido que se aboba con el sombrero de pelo, no cabe en la levita, se asusta con el teléfono, pregunta por los caballos del automóvil y se figura tomar champagne cuando bebe soda revuelta con jerez falsificado? Pues a los pocos meses de vida parlamentaria se afina tanto y adquiere tales agallas que divide un cabello en cuatro, pasa por el ojo de una aguja y desuella caimanes con las uñas. Ese pobre diablo (lo mismo que sus demás compañeros) realiza un imposible zoológico, se metamorfosea en algo como una sanguijuela que succionara por los dos extremos.

El congresante nacional no es un hombre sino un racimo humano. Poco satisfecho de conseguir para sí judicaturas, vocalías, plenipotencias, consulados, tesorerías fiscales, prefecturas, etc; demanda lo mismo, y acaso más, para su interminable séquito de parientes sanguíneos y consanguíneos, compadres, ahijados, amigos, correligionarios, convecinos, acreedores, etc. Verdadera calamidad de las oficinas públicas, señaladamente los ministerios, el honorable asedia, fatiga y encocora a todo el mundo, empezando con el ministro y acabando con el portero.”

¿No resulta más interesante ver cómo va la fiesta en casa que hacer el ridículo lacrimógeno de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, congresista Juárez?

 

18.08.2024

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