La educación y la tragedia de los maestros
Por Hernán de la Cruz Enciso (*)
Son los tiempos. Para adueñarse de la riqueza de los países, los dueños del mundo ya no generan tantas matanzas como antes. Las batallas ya no se desarrollan en espacios lejanos, con tanques y aviones, sino en la cabeza de las personas, con programas televisivos o mensajes especialmente diseñados para torcer las conciencias. Ya no se trata de una guerra por conquista de territorios, sino de una guerra por conquista de cerebros. Las balas ya no apuntan al cuerpo de las personas, sino a sus contradicciones y vulnerabilidades psicológicas. Ahora lo importante es controlar mentes: es la guerra asimétrica. Y para controlar mentes, se debe intervenir en la formación de los cerebros y, sobre todo, decidir sobre el contenido de los cerebros. Es decir, para controlar países y, por consiguiente, decidir sobre sus recursos (naturales, humanos), se debe decidir sobre la alimentación, la salud y la educación de las personas. No es poderoso ni potencia, ni siquiera estable, aquel país que tiene oro y petróleo, menos millones de dólares en reservas. Al país que no invierta en educación, salud y alimentación, le espera la decadencia histórica.