Tras un prolongado letargo con mínimos solares récord, el Sol despertó y se registró la mayor explosión en los últimos tres años.
La explosión, en el extremo izquierdo. Goddard Space Flight Center, Solar Dynamics Observatory, NASA
Según el Observatorio de Dinámica Solar de la NASA, la explosión alcanzó la categoría M4.4. No obstante, por estar ubicado el punto es lateral, no llegarán los efectos de forma directa, sino indirecta.
Los rayos X y la radiación ultravioleta de la llamarada ionizaron la parte superior de la atmósfera terrestre, produciendo un apagón de radio de onda corta sobre el Atlántico Sur:
Los radioaficionados y los marineros pueden haber notado efectos de propagación extraños en frecuencias por debajo de 20 MHz, con algunas transmisiones por debajo de 10 MHz completamente extinguidas.
El lugar de la explosión se encuentra justo detrás de la rama sureste del sol. Como resultado, la explosión fue eclipsada parcialmente por el cuerpo del sol. Podría haber sido de clase X, que es la mayor clasificación.
La llamarada también arrojó una importante eyección de masa coronal (CME) al espacio. La masa coronal está compuesta de plasma solar.
Los analistas de la NOAA creen que las partes más externas de esta masa coronal podrían dar un golpe indirecto al campo magnético de la Tierra el 1 y 2 de diciembre. Si es así, el impacto podría provocar una tormenta geomagnética menor de clase G1 con auroras sobre países del norte como Canadá, Islandia, Noruega y Suecia.
Pero si fuera el cuerpo principal del CME golpeara, sería una fuerte tormenta geomagnética.