Peligro: Hallan maíz transgénico en 5 valles de la costa
Según El Comerico, la investigación realizada durante todo el año 2008, revela precisamente que el transgénico de uno de los productos más consumidos en el país —el maíz amarillo duro— se expande silenciosa e ilegalmente en diferentes regiones del Perú, a pesar de que la actual legislación prohíbe el ingreso, producción y comercialización de estos productos.
La doctora Antonieta Gutiérrez-Rosati, bióloga del Centro de Investigación en Recursos Genéticos, Biotecnología y Bioseguridad (Cirgebb) de la Universidad Agraria La Molina, es la responsable del trabajo de investigación que llegó a los preocupantes resultados.
En los centros de acopio, cuando el grano está seco y listo para su comercialización— fueron analizadas tres veces y representan no solo a los granos de maíz importados, sino también a los cosechados en esa porción del territorio nacional.
Los resultados son un indicador de lo que podría estar ocurriendo en otros valles. En más de la mitad de las muestras se hallaron granos transgénicos. Pero fue en el valle de Jequetepeque y en Barranca donde se encontró la mayor cantidad de estos: el 60% y 62%, respectivamente. En los otros valles de La Libertad, Chepén y Gallito Ciego también se encontró, aunque en menor porcentaje: 25% y 32%.
El 55% del maíz amarillo duro que se usa en el Perú es importado básicamente de Argentina y EE.UU., y se destina en un 80% a la producción de alimentos balanceados para animales, el resto se usa en la elaboración de productos de consumo humano, tales como cereales, harinas y aceites.
Todo este panorama se presenta a pesar de que la producción y la importación de transgénicos están prohibidas, Y, lo que es aun más preocupante, ¿cómo se estaría cosechando este maíz en suelo peruano? Lo más probable —según Antonieta Gutiérrez-Rosati— es que estos granos no se estén declarando como tales en Aduanas o que estén ingresando ilegalmente por la frontera.
Las hipótesis de cómo estos granos se estarían comercializando en el Perú son varias. Sin embargo, para el Ministerio de Agricultura, no se puede hacer nada mientras no se apruebe el reglamento de bioseguridad.
La ley vigente sobre los riesgos derivados del uso de biotecnología precisa que es el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) —que depende del Ministerio de Agricultura— la entidad responsable de supervisar el ingreso, investigación y comercialización de transgénicos en el país. La ley señala también que su introducción deberá contar con una evaluación previa de riesgos en la salud de las personas y el medio ambiente. Pero el INIA no ha hecho el seguimiento ni la respectiva fiscalización porque también dice que hace falta el reglamento.
Dos de los tipos de maíz hallados en la investigación (MON863 y MON810) pertenecen a Monsanto, la transnacional estadounidense más importante en la comercialización de semillas. La primera produce una toxina (Cry3Bb1) que protege al grano del gusano de la raíz. En el 2007 un grupo de expertos de la Universidad de Caen (Francia) presentó un estudio que indicaba que las ratas de laboratorio alimentadas con este maíz mostraron signos de toxicidad en el riñón y el hígado. Monsanto rechazó estos argumentos y dijo que las muestras no fueron representativas. Sobre la MON810, también hay discrepancias. El Gobierno Francés —amparado en el principio precautorio— vetó el grano en enero de este año.
La doctora Antonieta Gutiérrez-Rosati, bióloga del Centro de Investigación en Recursos Genéticos, Biotecnología y Bioseguridad (Cirgebb) de la Universidad Agraria La Molina, es la responsable del trabajo de investigación que llegó a los preocupantes resultados.
En los centros de acopio, cuando el grano está seco y listo para su comercialización— fueron analizadas tres veces y representan no solo a los granos de maíz importados, sino también a los cosechados en esa porción del territorio nacional.
Los resultados son un indicador de lo que podría estar ocurriendo en otros valles. En más de la mitad de las muestras se hallaron granos transgénicos. Pero fue en el valle de Jequetepeque y en Barranca donde se encontró la mayor cantidad de estos: el 60% y 62%, respectivamente. En los otros valles de La Libertad, Chepén y Gallito Ciego también se encontró, aunque en menor porcentaje: 25% y 32%.
El 55% del maíz amarillo duro que se usa en el Perú es importado básicamente de Argentina y EE.UU., y se destina en un 80% a la producción de alimentos balanceados para animales, el resto se usa en la elaboración de productos de consumo humano, tales como cereales, harinas y aceites.
Todo este panorama se presenta a pesar de que la producción y la importación de transgénicos están prohibidas, Y, lo que es aun más preocupante, ¿cómo se estaría cosechando este maíz en suelo peruano? Lo más probable —según Antonieta Gutiérrez-Rosati— es que estos granos no se estén declarando como tales en Aduanas o que estén ingresando ilegalmente por la frontera.
Las hipótesis de cómo estos granos se estarían comercializando en el Perú son varias. Sin embargo, para el Ministerio de Agricultura, no se puede hacer nada mientras no se apruebe el reglamento de bioseguridad.
La ley vigente sobre los riesgos derivados del uso de biotecnología precisa que es el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) —que depende del Ministerio de Agricultura— la entidad responsable de supervisar el ingreso, investigación y comercialización de transgénicos en el país. La ley señala también que su introducción deberá contar con una evaluación previa de riesgos en la salud de las personas y el medio ambiente. Pero el INIA no ha hecho el seguimiento ni la respectiva fiscalización porque también dice que hace falta el reglamento.
Dos de los tipos de maíz hallados en la investigación (MON863 y MON810) pertenecen a Monsanto, la transnacional estadounidense más importante en la comercialización de semillas. La primera produce una toxina (Cry3Bb1) que protege al grano del gusano de la raíz. En el 2007 un grupo de expertos de la Universidad de Caen (Francia) presentó un estudio que indicaba que las ratas de laboratorio alimentadas con este maíz mostraron signos de toxicidad en el riñón y el hígado. Monsanto rechazó estos argumentos y dijo que las muestras no fueron representativas. Sobre la MON810, también hay discrepancias. El Gobierno Francés —amparado en el principio precautorio— vetó el grano en enero de este año.