Una generación atrás, muchas familias criaban sus gallinas para proveerse de huevos frescos y buena carne, pero con los años varios distritos limeños y de otras ciudades optaron por prohibir esta práctica. No obstante, ciudades de primer mundo como Nueva York permiten esta actividad en departamentos y casas.
En el mundo se habla de crisis alimentaria y el Congreso o el Ejecutivo deberían normar la crianza de estas aves para contribuir en algo con la nutrición familiar.
La norma y su reglamentación deberían promulgarse de forma rápida, pues ya vemos cómo debido al alza del precio de huevos y carne de ave las familias han disminuido su consumo bajo los estándares mínimos de una nutrición adecuada.
Muchas veces las leyes se promulgan, pero los reglamentos demoran hasta años, lo cual es intolerable, de ser así, tal vez el reglamento esté listo cuando termine la crisis alimentaria mundial, lo cual se debe impedir dándole la prioridad debida.
Podría hacerse como en Nueva York y muchas otras ciudades estadounidenses, donde están permitidos las gallinas y pollos, pero no gallos, porque su canto puede despertar a los vecinos que no se levantan temprano.