«¡Muchas gracias por lo que le pagué!»


Por Fernando Mieres


En un artículo publicado el año pasado (Ser o tener: Esa es la cuestión) les comentaba que cuando somos niños nos quieren por lo que somos (el instinto de conservación de la especie hace que nuestros padres y adultos nos cuiden [hasta cierto punto]) pero cuando llega la edad adulta en la que nosotros somos los que tenemos que cuidar a otros niños, entonces nos quieren por lo que tenemos, (fuerza, responsabilidad, coraje, dinero, amor, dedicación).

Aunque cuando somos niños soñamos con ser grandes, cuando somos adultos añoramos la niñez. A veces con tanta intensidad que sin querer incurrimos en conductas que le son propias: irresponsabilidad, dependencia, afición desmesurada por el juego, ensoñación, ilusión, no poder diferenciar lo fantástico de lo real.

En todos los países existe alguna organización que procura defender los derechos del consumidor. Funcionan como si fueran agremiaciones o sindicatos.

Contra todo lo supuesto, la mayor dificultad de estas instituciones consiste en lograr que los propios interesados (consumidores) participen en la defensa de sus intereses.

El deseo de revivir la niñez en la cual las personas nos ayudaban por lo que éramos, nos lleva a no reclamar los servicios que compramos gastando el dinero que tanto nos costó ganar. Reclamar usando este derecho implicaría reconocer que recibimos esa mercadería o servicio por lo que teníamos.

Para poder disfrutar la ilusión de que alguien nos pintó la casa o nos enseñó informática por ser quienes somos (y no porque teníamos el dinero que nos exigió), no solamente le perdonamos cualquier ineficiencia sino que además le agradecemos con gran entusiasmo el regalo (que imaginamos) que nos hizo.

Por eso, trabajar en la defensa del consumidor, es una tarea muy ingrata.

http://dineropsi.blogspot.com/2009/09/muchas-gracias-por-lo-que-le-pague.html