Peligros de los alimentos genéticamente diseñados


Por Sylvia Ubal


Los alimentos artificialmente diseñados que contienen genes derivados de cerdos, peces, insectos, virus y bacterias están apareciendo en los estantes de los supermercados, comenzando con tomates, maíz, soja, productos lácteos, levadura y aceites, extendiéndose luego para reemplazar a centenares de variedades tradicionales de frutos y vegetales. Los gobiernos permiten su venta sin advertir al público, aunque muchos científicos genéticos afirman que estos alimentos dañarán permanentemente la salud.


Los hechos científicos han demostrado que es necesaria una inmediata prohibición de los transgénicos en todo el mundo. Los alimentos artificialmente diseñados que contienen genes derivados de cerdos, peces, insectos, virus y bacterias están apareciendo en los estantes de los supermercados, comenzando con tomates, maíz, soja, productos lácteos, levadura y aceites, extendiéndose luego para reemplazar a centenares de variedades tradicionales de frutos y vegetales. Los gobiernos permiten su venta sin advertir al público, aunque muchos científicos genéticos afirman que estos alimentos dañarán permanentemente la salud.

También es claro que sin la intervención directa del hombre, los procesos naturales seguirían un curso mucho más lento y, precisamente, ante crecientes catástrofes naturales en ambos hemisferios, surge la pregunta acerca de la responsabilidad del homo sapiens. No sólo los suelos que tardaron millones de años en gestarse fueron a veces destruidos en menos de una década, sino también los avances de 12 mil años de ciencias agropecuarias están en peligro por los transgénicos. La creciente vulnerabilidad, los riesgos en los ecosistemas y el ser humano, el surgimiento de nuevas enfermedades y el aumento de los desastres naturales en número e intensidad, obligan a una reflexión sistemática, que rebasa la meta de este artículo.

En resumen, los potenciales riesgos de los OGM y algunos efectos negativos comprobados, obligan a la humanidad entera, las naciones soberanas y las organizaciones ciudadanas, a defender sus intereses genuinos: su derecho a la vida, a un entorno sano, a un futuro sin miedo y al patrimonio mundial cultural, ambiental y genético. Sólo una legislación afincada en los principios antes mencionados, permitirá a los jóvenes enfrentar al mundo con menos angustias y con una seguridad humana que garantice bienestar a todos, sin distinción y sin privilegios. En las manos de cada uno de nosotros está la responsabilidad ética de colaborar en este futuro deseable.

La hipocresía de Monsanto


La etiqueta de Roundup advierte que: "es una violación de la ley federal utilizar este producto en alguna forma que sea inconsistente con su etiquetado. No utilice este producto de manera que pueda entrar en contacto con trabajadores u otras personas, ni directamente ni por deriva. Sólo operadores protegidos deben permanecer en el área durante la aplicación.

Los pequeños aviones y los helicópteros pulverizadores que dispersan los herbicidas químicos en Colombia, a menudo vuelan demasiado alto para poder apuntar con exactitud a las cosechas, están sometidos a los frecuentes vientos de costado que caracterizan la ecología de la selva tropical. Esos vientos pueden fácilmente aventar o "derivar" el herbicida a zonas no seleccionadas como objetivo, produciendo la destrucción de otros cultivos, de bosques tropicales o de masas de agua.

En abril de 2009 un trabajo reciente del ingeniero agrónomo argentino, genetista e historiador, director del Instituto de Formación de la CMP, Alberto Lapolla relacionó la epidemia de dengue y la aparición de fiebre amarilla con el incremento de los cultivos de soja transgénica en el país llevada a cabo por Monsanto, que lo denominó “sojización”.

Encontramos que la producción industrial de leche en Estados Unidos y México utiliza una hormona transgénica de crecimiento bovino llamada rBGH, propiedad de Monsanto (Somato-Tropina Bovina) con consecuencias fatales para quienes consumen esos lácteos. La hormona transgénica provoca que suba en la leche el nivel de otra hormona llamada en inglés IGF-1 (factor de crecimiento insulínico tipo 1). Estudios recientes muestran que los niveles anormalmente altos de esta segunda hormona se asocian con el surgimiento de cáncer de seno, próstata y colon

(www.organicconsumers.org/r bgh0724_monsanto_rbgh.cfm)