Herbert Mujica Rojas

¿No es maltrato atroz, ofrecer un servicio que no funciona, cobrar y encima burlarse de los reclamos de los clientes y cómo si nada hubiera pasado? ¡A eso se llama estafa y robo de la fe pública y también del dinero de los usuarios!

 

movistar oficina

 

¡Eso es lo que hace Movistar-Telefónica con cientos o miles de peruanos en todo el país!

Por largos meses Movistar-Telefónica insistió en ofrecer la fibra óptica. Mucha gente no hizo caso hasta que estos señores inventaron un pretexto: en breve se iba, por obsoleta, a dejar fuera de circulación la conexión de cobre.

En la práctica, Movistar-Telefónica obligó a los clientes a cambiar hacia la fibra óptica. ¿Es total el suministro de la señal o el cable es híbrido y se habría producido un gato por liebre?

Hace 48 horas, de un momento a otro, un usuario advirtió que ya no tenía señal de Internet. Había estado fallando por breves minutos el último viernes 5, pero volvía el servicio a los pocos minutos.

Pero sobre las 5 pm., murió el acceso a Internet.

Como es natural y era y es su derecho, el cliente reclamó. Hasta ayer domingo ya había acumulado más de 20 llamadas y varios “códigos de atención” que fueron letra muerta porque ¡ningún técnico se acercó a arreglar el tema!

Movistar-Telefónica ha degradado su servicio a límites de alcantarilla. Sus telefonistas repiten las rutinas varias veces y no se dan por enterados de las quejas del cliente. Han hecho del control de daños una práctica insolente y recitan “comprendo su molestia” y luego terminan.

Las llamadas a Movistar-Telefónica son un suplicio. El robot no entiende nada y está puesto para que desesperen a los clientes y estos declinen seguir llamando.

Si esta empresa que ha ganado decenas de miles de millones de dólares en Perú, durante los últimos veinte años, mañosamente procura con sus abogados mercenarios, no pagar los impuestos que debe y busca pretextos para cerrar la operación en nuestro país, ha escogido la peor vía.

En 1998 frente a cobros abusivos de esta firma española, libré 6 juicios administrativos contra Telefónica y Osiptel me dio la razón ¡en todos los casos!

La primera factura de ese año la pagué en setiembre y ¡NO! lo que ellos querían sino lo que correspondía.

Durante los largos meses que duraron los procesos (cartas iban y venían) y amparado por la legislación de entonces, recibí el servicio que ¡NO pudieron cortarlo nunca!

Si el lector repara la fecha, han pasado 25 años desde entonces. Por aquella época Movistar-Telefónica tenía arriba del 95% del mercado nacional. O sea, su posición de dominio era cuasi absoluto.

Y a pesar de las simpatías enormes y favoritismo que le dispensaba el gobierno delincuencial de Alberto Kenya Fujimori, salí airoso en esas justas y no hesitaría en volver a pelear.

Durante largos períodos de tiempo, Movistar-Telefónica entabló una relación equilibrada con los usuarios.

Cuando uno llamaba, los técnicos se acercaban a las pocas horas o al día siguiente y arreglaban las imperfecciones, cambiaban decodificadores, modernizaban los cables, coordinaban una atención eficiente, es decir funcionaban más o menos bien.

No sólo vendía Movistar-Telefónica el servicio telefónico, de cable e internet. ¡También colocaban con facilidades de largo plazo, celulares modernísimos de alta gama y a precios muy competitivos!

Un grupo llamado Platino, atendía a usuarios que compraban los paquetes más completos y, obviamente, más costosos. ¡Iban hasta el domicilio y otorgaban un servicio de real excelencia!

Un buen día, cuando Movistar-Telefónica decidió que los clientes no eran clientes sino siervos o esclavos, ¡desapareció el grupo Platino y esa magnífica experiencia llegó a su fin!

¡Gran parte de ese conjunto de damas laboriosas se quedó sin trabajo!

Movistar-Telefónica empezó a apretar y despidió a técnicos, especialistas y subcontrató y con eso evitaba el pago de derechos sociales y entregó a no pocos aventureros, la suerte de los clientes.

El resultado no podía haber sido peor: los técnicos nunca llegan y cuando lo hacen siempre están solícitos a las “propinas”, la asistencia es deficiente, ofrecen arribar e incumplen.

En resumen, Movistar-Telefónica parece que quiere dejar la operación en Perú (no sé cómo van en otras partes de América Latina), de taquito han encargado a un grupo de abogángsteres a que hagan prescribir sus deudas tributarias, sus clientes están a la intemperie y tienen un pésimo servicio.

Era lógico que llegaran competidoras que le han ganado parte del mercado. Lo obvio hubiera sido que Movistar-Telefónica, se esforzara en mejor servir pero no, están haciendo todo lo contrario.

¿Qué respuesta política desde el gobierno o el Congreso? Parece que ninguna.

Hay que seguir denunciando porque debemos romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.

 

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07.05.2023
Señal de Alerta-Diario Uno

 

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