México: Severas consecuencias de salud por el maíz transgénico
Por Juan Carlos G. Partida, corresponsal
Periódico La Jornada. Guadalajara, Jal., 2 de marzo.- Se ha demostrado en laboratorios que afecta riñón e hígado, señala experto del INIFAP. EU, Canadá y Japón no aceptan cultivos genéticamente modificados de trigo o arroz: Turrent Fernández.
Periódico La Jornada. Guadalajara, Jal., 2 de marzo.- Se ha demostrado en laboratorios que afecta riñón e hígado, señala experto del INIFAP. EU, Canadá y Japón no aceptan cultivos genéticamente modificados de trigo o arroz: Turrent Fernández.
México podría resentir severas consecuencias de salud pública por el consumo humano de maíz transgénico que se da desde hace aproximadamente 10 años, y que se agravaría en cuanto se permita su producción masiva en el país, advirtió Antonio Turrent Fernández, especialista en ciencias del suelo del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
El también presidente de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad dijo: “las cantidades maíz que comen un austriaco o un francés no son para preocupar, pero nosotros, que desayunamos, comemos y cenamos maíz, sobre todo en los grupos más pobres, el riesgo es muy diferente.
Este es el primer gran problema que me preocupa sobre la autorización para sembrar grano transgénico en México, dijo en el contexto del foro Los transgénicos nos roban el futuro, organizado por miembros de la Red en Defensa del Maíz, Vía Campesina Región América del Norte, la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales y el Colectivo Coa, alterno al que realizan en esta ciudad delegaciones de al menos 190 países integrantes de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Turrent señaló que en naciones donde también tienen alimentos de consumo masivo entre la población, como trigo en las angloparlantes o arroz en las orientales, no se permite la producción en sus territorios de alimentos transgénicos para consumo humano. En Estados Unidos no hay trigo transgénico, tampoco en Canadá, y Japón no acepta que se consuma arroz genéticamente modificado.
En la práctica ellos están haciéndolo así, pero para afuera no hay problema en que en México sí se consuma maíz alterado; eso sí es un crimen de lesa humanidad, agregó. Refirió que existe información probada en animales de laboratorio que muestra que el consumo de transgénicos causa efectos crónicos subclínicos, como anormalidad en el hígado y los riñones, padecimientos que luego son heredados a las crías, con daños más severos en los machos que en las hembras.
Señaló que en México se producen 22 millones de toneladas de maíz al año y el consumo es de 32 millones, es decir, se importan al menos 10 millones. Del total cultivado en el país, entre 12 y 15 millones se consumen como alimento humano –nixtamalizado–, pero en realidad no hay un control para impedir que el grano traído del exterior y que sea transgénico (la mitad de esos 10 millones de toneladas) llegue a la mesa de los mexicanos.
La alternativa –precisó– sería utilizar las ricas tierras del sur y el sureste mexicanos, además de las destinadas a la ganadería, para completar con maíz autóctono lo que se necesita para el consumo interno, logrando autosuficiencia alimentaria y, además, sana.
México es el centro de origen del maíz, la mayor variedad genética que hay en el mundo está aquí, pero ya hay signos de contaminación con transgénicos, dijo. En la imagen: Un campesino de Filipinas muestra daños de la sequía sobre los cultivos de maíz
Este es el primer gran problema que me preocupa sobre la autorización para sembrar grano transgénico en México, dijo en el contexto del foro Los transgénicos nos roban el futuro, organizado por miembros de la Red en Defensa del Maíz, Vía Campesina Región América del Norte, la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales y el Colectivo Coa, alterno al que realizan en esta ciudad delegaciones de al menos 190 países integrantes de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Turrent señaló que en naciones donde también tienen alimentos de consumo masivo entre la población, como trigo en las angloparlantes o arroz en las orientales, no se permite la producción en sus territorios de alimentos transgénicos para consumo humano. En Estados Unidos no hay trigo transgénico, tampoco en Canadá, y Japón no acepta que se consuma arroz genéticamente modificado.
En la práctica ellos están haciéndolo así, pero para afuera no hay problema en que en México sí se consuma maíz alterado; eso sí es un crimen de lesa humanidad, agregó. Refirió que existe información probada en animales de laboratorio que muestra que el consumo de transgénicos causa efectos crónicos subclínicos, como anormalidad en el hígado y los riñones, padecimientos que luego son heredados a las crías, con daños más severos en los machos que en las hembras.
Señaló que en México se producen 22 millones de toneladas de maíz al año y el consumo es de 32 millones, es decir, se importan al menos 10 millones. Del total cultivado en el país, entre 12 y 15 millones se consumen como alimento humano –nixtamalizado–, pero en realidad no hay un control para impedir que el grano traído del exterior y que sea transgénico (la mitad de esos 10 millones de toneladas) llegue a la mesa de los mexicanos.
La alternativa –precisó– sería utilizar las ricas tierras del sur y el sureste mexicanos, además de las destinadas a la ganadería, para completar con maíz autóctono lo que se necesita para el consumo interno, logrando autosuficiencia alimentaria y, además, sana.
México es el centro de origen del maíz, la mayor variedad genética que hay en el mundo está aquí, pero ya hay signos de contaminación con transgénicos, dijo. En la imagen: Un campesino de Filipinas muestra daños de la sequía sobre los cultivos de maíz