Por Wilfredo Pérez Ruiz (*)
Por iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el 22 de mayo, coincidiendo con la aprobación del texto del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), se celebra el “Día Internacional de la Diversidad Biológica” con el afán de promover una mayor conciencia en la sociedad contemporánea sobre su trascendencia y utilización sostenible.
La diversidad biológica constituye el soporte fundamental para la subsistencia del hombre. Se compone de todas las variedades de especies plantas, animales, microorganismos y ecosistemas. Es la fuente de la que se derivan alimentos, medicinas y un sinnúmero de actividades con un fuerte impacto económico y social.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) “los recursos de la diversidad biológica son los pilares sobre los que construimos civilizaciones. El pescado proporciona el 20 por ciento de las proteínas animales a unos 3 000 millones de personas. Más del 80 por ciento de la dieta humana procede de las plantas. Hasta el 80 por ciento de las personas que viven en zonas rurales de países en desarrollo dependen de medicinas tradicionales a base de plantas para su atención sanitaria básica”.
Existen un pequeño puñado de naciones que albergan el 70 por ciento de la biodiversidad, a pesar que su extensión suma el 10 por ciento de la cobertura global. En América: Brasil, Colombia, Ecuador, México, Perú, Venezuela y Estados Unidos; en Asia, China, Indonesia, India, Filipinas y Malasia; en África, Madagascar, República Democrática del Congo y Sudáfrica. Y, por último, Oceanía cuenta con Australia y Papua Nueva Guinea.
El CDB fue uno de los acuerdos más importantes arribados durante la Segunda Cumbre de la Tierra, realizada en Río de Janeiro (Brasil, junio de 1992) y constituye el primer tratado acerca de esta temática; su objetivo general es promover medidas conducentes a un futuro sostenible y cubre ecosistemas, especies, recursos genéticos y biotecnología. Adicionalmente impulsa “la conservación de la biodiversidad, el uso sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa de los beneficios resultantes de la utilización de los recursos genéticos”.
En lo concerniente al Perú concurren cifras alentadoras concernientes a su explotación. Aproximadamente el 60 por ciento de nuestra economía depende de la biodiversidad, tanto en producción agrícola, pesquera, ganadera, forestal e industrial. Solo la ubicada en áreas naturales protegidas —en un total casi de 20 millones de hectáreas de bosques y otros ecosistemas— aporta más de 1 000 millones de dólares anuales.
Exhibimos un inventario extenso, prodigioso y complejo. Documentadas informaciones acreditan que el 40 por ciento de los alimentos del mundo han sido domesticados en nuestra patria: acogemos el mayor centro genético del planeta. De los cuatro cultivos más esenciales para la nutrición del ser humano (trigo, arroz, papa y maíz) poseemos la mayor pluralidad de dos de ellos: la papa y el maíz.
Se calculan unas 25 000 especies, equivalente al 10 por ciento del total global; constituimos el quinto en número de especies; primero en géneros de plantas de propiedades conocidas y utilizadas por la población (4 400); décimo en variedades domesticadas nativas (128). También, albergamos otras cifras expectantes: el primero en peces (2 000); el segundo en aves (1 730); el tercero en anfibios (330); el tercero en mamíferos (462). Las cifras son inusitadas y nos sitúan una posición sobresaliente.
A todo ello conviene anotar las buenas noticias encaminadas a mirar con optimismo e ilusión su usufructo racional. Las agro exportaciones ofrecen una visible diversificación de su oferta en representativos mercados. Una muestra son frutas como la granadilla, la granada, la fresa, entre otros; estamos entre los principales 15 productores de papa; destacamos por la creciente presencia de prendas de alpaca y vicuña; somos el cuarto vendedor de kion global y el sexto en mayor rendimiento por hectárea; tenemos una exitosa presencia de la castaña en más de 26 destinos; estamos en un lugar expectante con el café orgánico; la extracción y certificación forestal nos abre insólitas oportunidades de negocio. En síntesis, concurre un porvenir esperanzador para los productos provenientes del país de “todas las sangres”.
Conocer, investigar e incorporar la diversidad biológica contribuirá a apuntalar nuestro sentido de pertenencia, identidad nacional y valorar la asombrosa dimensión histórica, geográfica, ecológica y cultural de una nación con un exuberante patrimonio natural cuya valía debe orientarse a mejorar la calidad de vida de su población. Nos corresponde afianzar nuestra autoestima a partir de mirar el entorno ambiental como una magnífica posibilidad para conquistar el ansiado desarrollo.
Personajes como el ilustre explorador italiano Antonio Raimondi, entre muchos otros, dedicaron al Perú sus recorridos e indagaciones para legarnos insospechadas oportunidades de bienestar. Es pertinente evocar las palabras contenidas en su magnánima obra “El Perú” (1874): “…Confiado en mi entusiasmo he emprendió un arduo trabajo superior a mis fuerzas. Pido pues vuestro concurso. Ayudadme, dad tregua a la política y consagraos a hacer conocer vuestro país y los inmensos recursos que tiene”.
(*) Docente, conservacionista, consultor, miembro del Instituto Vida y ex presidente del Patronato del Parque de Las Leyendas - Felipe Benavides Barreda. http://wperezruiz.blogspot.com/