Minería: vuelven las ganancias extraordinarias
Por Humberto Campodónico
En el 2004, el índice de precios de las exportaciones peruanas, que dependen fuertemente de los minerales, estaba en 129. Continuó subiendo en el 2005 (151), el 2006 (205) y el 2007 (235). A julio del 2008 el índice llegó a 279: más del 100$ de aumento desde el 2004.
Desde mediados del 2008 comenzó la crisis económica internacional, el índice de precios de las exportaciones cayó en picada hasta 175 en diciembre de ese mismo año. Una pérdida de 62%.
Pero desde ese momento el repunte ha sido igualmente espectacular y, a enero del 2010, el índice está otra vez en 268. Eso explica, por ejemplo, que las exportaciones de minerales “solo” hayan caído de US$ 18,600 a 16,300 millones del 2008 al 2009 (ojo, el oro aumentó de precio durante la crisis), cuando se esperaban descensos muchos grandes, del orden de los US$ 4,000 a 4,500 millones.
¿Cuánto tiempo más durará la reactivación de la economía mundial, que es la que trae de la mano los buenos precios de las materias primas? No se sabe. Algunos dicen que durará varios años, porque China está creciendo. Otros, que la situación de EE. UU. sigue siendo mala: mejoró con el Plan Estímulo del gobierno, pero no hay “despegue real”, lo que se demuestra con las altas cifras de desempleo.
De su lado, Nouriel Roubini “no descarta” la recesión en forma de W: después de la caída del 2008 y el repunte de mediados del 2009, podría venir otra recaída. Sea lo que fuere, tenemos que las ganancias extraordinarias de las empresas mineras han seguido el mismo camino que los precios, como es lógico. Así, en el 2009 las utilidades netas de las empresas si bien han sido inferiores a las del 2007 (año completo en que no hubo crisis), se mantienen en el 2009 en niveles similares al 2008 (salvo Southern, por el precio del cobre; Cerro Verde se defiende porque se aumentó la capacidad de producción).
Pero lo que sí es clarísimo es que todas las empresas están por encima del 2005, que es cuando comienza el repunte de los precios de los minerales señalado al inicio de esta nota. Si en ese momento el candidato García prometió el impuesto a las sobreganancias mineras (que terminó en un irrisorio óbolo), ¿por qué dicho impuesto no sería pertinente hoy, cuando las empresas siguen obteniendo utilidades netas al ritmo de US$ 4,000 millones anuales?
Claro que lo es. Su rentabilidad supera el 35% en promedio en los últimos años, lo que quiere decir que recuperan su inversión inicial en solo 3 años. Recordemos, además, que el impuesto a la sobreganancia se basa en el hecho de que el país tiene derecho a una porción mayor de las ganancias generadas por el alza de precios, ya que es el dueño de los recursos naturales. Eso se constituiría en una importante fuente de ingresos tributarios con los cuales solventar las inversiones en infraestructura, educación, salud y los programas sociales.
La cuestión de fondo es, claro, tener un estilo de crecimiento que no dependa de los “índices de precios de los minerales”, sino que tenga raíces internas que le den sustento y propicien una inserción internacional distinta. Pero eso no se va a lograr con este gobierno porque ni siquiera ha modernizado los términos contractuales para que las explotaciones mineras futuras tengan un régimen distinto al actual. Lo que nos garantiza más de lo mismo por un buen tiempo.
Todos los artículos del autor pueden ser leídos en: www.cristaldemira.com
Pero desde ese momento el repunte ha sido igualmente espectacular y, a enero del 2010, el índice está otra vez en 268. Eso explica, por ejemplo, que las exportaciones de minerales “solo” hayan caído de US$ 18,600 a 16,300 millones del 2008 al 2009 (ojo, el oro aumentó de precio durante la crisis), cuando se esperaban descensos muchos grandes, del orden de los US$ 4,000 a 4,500 millones.
¿Cuánto tiempo más durará la reactivación de la economía mundial, que es la que trae de la mano los buenos precios de las materias primas? No se sabe. Algunos dicen que durará varios años, porque China está creciendo. Otros, que la situación de EE. UU. sigue siendo mala: mejoró con el Plan Estímulo del gobierno, pero no hay “despegue real”, lo que se demuestra con las altas cifras de desempleo.
De su lado, Nouriel Roubini “no descarta” la recesión en forma de W: después de la caída del 2008 y el repunte de mediados del 2009, podría venir otra recaída. Sea lo que fuere, tenemos que las ganancias extraordinarias de las empresas mineras han seguido el mismo camino que los precios, como es lógico. Así, en el 2009 las utilidades netas de las empresas si bien han sido inferiores a las del 2007 (año completo en que no hubo crisis), se mantienen en el 2009 en niveles similares al 2008 (salvo Southern, por el precio del cobre; Cerro Verde se defiende porque se aumentó la capacidad de producción).
Pero lo que sí es clarísimo es que todas las empresas están por encima del 2005, que es cuando comienza el repunte de los precios de los minerales señalado al inicio de esta nota. Si en ese momento el candidato García prometió el impuesto a las sobreganancias mineras (que terminó en un irrisorio óbolo), ¿por qué dicho impuesto no sería pertinente hoy, cuando las empresas siguen obteniendo utilidades netas al ritmo de US$ 4,000 millones anuales?
Claro que lo es. Su rentabilidad supera el 35% en promedio en los últimos años, lo que quiere decir que recuperan su inversión inicial en solo 3 años. Recordemos, además, que el impuesto a la sobreganancia se basa en el hecho de que el país tiene derecho a una porción mayor de las ganancias generadas por el alza de precios, ya que es el dueño de los recursos naturales. Eso se constituiría en una importante fuente de ingresos tributarios con los cuales solventar las inversiones en infraestructura, educación, salud y los programas sociales.
La cuestión de fondo es, claro, tener un estilo de crecimiento que no dependa de los “índices de precios de los minerales”, sino que tenga raíces internas que le den sustento y propicien una inserción internacional distinta. Pero eso no se va a lograr con este gobierno porque ni siquiera ha modernizado los términos contractuales para que las explotaciones mineras futuras tengan un régimen distinto al actual. Lo que nos garantiza más de lo mismo por un buen tiempo.
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