Por Herbert Mujica Rojas
Acaba de manifestar el presidente de Gringolandia, Mr. George Bush, que los TLC con Perú, Colombia y Ecuador son más que convenios comerciales, son vinculaciones estratégicas. En efecto, en Ecuador está Mantas, base militar que desean losnorteamericanos transferir a territorio peruano y en Colombia hay más de 5 mil millones de dólares en el plan antinarcóticos que lleva el mismo nombre de la nación norteña. ¿Alguien duda, a estas alturas, luego de la confesión bushista, seguida por la de Negroponte, que es importante para Estados Unidos contar con megaaeropuertos, manantiales abundantes de agua y depósitos de gas y territorios del cual extraer la materia prima para el etanol masivo, en que se van a convertir estos tres paisitos Perú, Ecuador y Colombia?
Más aún: “No sólo porque si una ni otra serán hacederas en una humanidad antagonizada y descompuesta en pueblos ricos y pobres, violentamente desnivelados en sus avances culturales, -fuertes los unos y débiles los otros- sino, también porque los que tan lejos han adelantado en las conquistas y logros de la civilización y el bienestar, forman una minoría. Y como tal tendrían que sobrellevar, tarde o temprano, la aumentante obligación de subvenir la escasez y penuria de una parte mayoritaria de la población mundial en constante y veloz elevación demográfica. Cuya miseria y estagnación llevan implícitas una dramática disyuntiva que los ha de obligar a una decisión histórica: o ayudar organizadamente a su liberación desarrollista a los pueblos que cada vez en mayor número la necesitan, o someterlos a la sujeción de un neo-colonialismo.” ¿Sabrán aquellos del gobierno de quién son estas palabras? Pues nada menos que de Víctor Raúl Haya de la Torre en su Nota a la III edición de El Antimperialismo y el Apra que figura en las páginas 62-63 de las obras completas.
¿Qué, Mr. Bush y Mr. Negroponte son buena gente y nos tienen simpatía o, como alguna vez, orillando el ridículo, expresara Alejandro Toledo aludiendo a su “amigo George Bush? ¡Pamplinas! El diseño geopolítico imperial pasa por tener a estos países bananeros como simples republiquetas con agua, gas, compradores para sus mercaderías abaratadas por la subvención a la agricultura, cierto que arruinando a los productores locales. El propósito estratégico neocolonialista norteamericano cuenta con gonfaleros criollos vendidos al dólar. ¡Ni una posición latina o subregional! ¡Sólo asentimientos de mujerzuela que sabe qué quiere y cuánto cobra! ¡Qué vergüenza!
La estrategia de tenazas se completa con el sur. Teniendo a una especie de embajador armado hasta los dientes, Chile, la presión hacia el norte se verifica a través de miles de millones de dólares que conforman un escenario simpático y mediático que instruye un clima de compras y consumo, tarjetas de crédito vía bancos e instituciones financieras que captan clientela nativa que no distingue cómo le roban con intereses leoninos pero que atribuye, merced a una prensa mercenaria con cipayos que trabajan contra su país, una bondad a corto plazo. Pero ¡qué van a decir! jamás describe cómo será el largo plazo cuando terminen rematándoles hasta la ropa que llevan puesta.
A confesión de parte, relevo de pruebas, los TLC no son más que estrategias en las cuales nuestros países apenas son carne de cañón y modestísmos siervos de la guerra entre poderes imperiales. ¡Un neocolonialismo brutal y sin anestesia!