Fairlie asegura en su libro que tras un análisis comparativo de ambos países en los últimos 40 años se presenta un desequilibrio acumulado a favor de Chile, ya que las exportaciones peruanas están concentradas fundamentalmente en productos primarios, en tanto que el vecino país del sur se encuentra en una situación diferente ya que sus exportaciones tienen un mayor valor agregado.
Los saldos positivos peruanos se basan en minerales y otros productos cuyo precio internacional ha subido excepcionalmente y de manera transitoria en los últimos años, mientras que Chile tiene sus saldos favorables en manufacturas y servicios lo cual los hace más sostenibles.
El destacado economista advierte que ― en esta relación predominantemente intersectorial que consolida un patrón norte a favor de Chile― las asimetrías cuantitativas de los análisis variables revelan que no se fortalece una saludable interdependencia sino que se produce una mayor dependencia de la economía peruana, colocándonos en una situación de gran desventaja pues mientras el Perú perpetúa un patrón primario exportador, Chile adquiere ventajas comparativas en productos no primarios y utiliza la relación bilateral para consolidar su proceso de desarrollo.