Por Xavier Caño Tamayo*
Los paraísos fiscales significan evasión fiscal, contagio de crisis financieras, fomento del crimen organizado y del narcotráfico e incluso sostén del terrorismo. Tan duro juicio es del FMI, OCDE y otros organismos internacionales. El director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, ha incluso propuesto la vía fiscal como “dinamita para acabar con los paraísos fiscales, como se hizo con Al Capone en los años treinta”.
¡Bienvenidos a la razón y la justicia!
Según la OCDE, organización internacional de los treinta estados más desarrollados del mundo, los paraísos fiscales ocultan de 5 a 7 billones de dólares. Paraísos fiscales como Antillas Holandesas, Aruba, Bahamas, Bahrein, Bermudas, Islas Caimán, Islas Vírgenes, Mauricio, Samoa, Seychelles… Andorra, Chipre, Gibraltar, islas de Jersey y Man, Liechtenstein, Malta, Mónaco, San Marino y Luxemburgo. Estados de cartón-piedra sin actividad económica real.
No se pagan impuestos o casi nada y en ellos hay establecidos miles de bancos, entidades financieras, empresas pantalla, sociedades testaferro… Islas Vírgenes tiene registradas ¡700.000 empresas! y las Caimán manejan mil cuatrocientos billones (no billions) de dólares de activos bancarios.
En los paraísos fiscales hay, sobre todo, opacidad. Todo es oscuro y negro. Esa oscuridad permite ocultar datos, titulares de cuentas y toda información de operaciones financieras que en ellos o a través de ellos se realicen. Patente de corso para todo tipo de desmanes y delitos económicos. Y la crisis, ¿acaso no tienen que ver con la crisis?
Según Tax Justice Network, el dinero de los impuestos evadidos a través de paraísos fiscales supera los 255.000 millones de dólares anuales, quíntuplo de la cantidad necesaria para lograr los Objetivos del Milenio. El país más afectado es Estados Unidos, que ha dejado de ingresar entre 70.000 y 100.000 millones de dólares anuales. Reino Unido, 50.000 millones de dólares… Anualmente se evaden 600.000 millones de dólares hacia las decenas de paraísos fiscales. Aparecieron en los setenta, promovidos por los países más ricos, y la mitad están bajo bandera británica, pero muchos países europeos tienen su propio paraíso.
La OCDE recibió en el 2000 el encargo de identificar, acusar y sancionar con duras medidas los paraísos fiscales. Hasta que Bush ocupó la presidencia de Estados Unidos, la OCDE señaló 35 paraísos fiscales, 47 áreas tributarias preferenciales y 15 países que facilitan el lavado de dinero negro (entre ellos Rusia e Israel). Pero Bush canceló durante su mandato la persecución de los paraísos fiscales. Ocho años de impunidad.
Los siete países europeos más potentes económicamente (Alemania, Francia, Reino Unido, España, Italia, Holanda y República Checa), ahora quieren “erradicar los paraísos fiscales”, están contra la opacidad y falta de control de los capitales y abogan por acciones definitivas contra paraísos fiscales y jurisdicciones que colaboren contra la evasión fiscal, lavado de dinero y financiación del terrorismo. Quieren un sistema internacional de control financiero ‘sin lagunas’ e incluso amenazan con listas negras y sanciones.
Habrá que verlo. Porque desde hace años conocemos cuan perversos son los paraísos fiscales. Desde los ochenta sabemos, como denuncia José Vidal-Beneyto, que “son el arma del crimen, lugar de la abominación financiera, instrumento principal de la economía criminal, desde la evasión fiscal y blanqueo de dinero hasta el mercadeo de seres humanos, pasando por el botín de las extorsiones mafiosas, el tráfico de drogas y armas, la producción y comercialización de moneda falsa, el robo, estafas y contrabandos de todo tipo…, componentes de un volumen patrimonial que ya supera el 40% de la economía mundial legal. Dinero que no encontraría tan extraordinario acomodo para su conservación, producción y multiplicación sin los paraísos fiscales”.
Bienvenidos los líderes europeos a la lucha contra el fraude, la evasión y el delito que se fundamentan en los paraísos fiscales. Pero si quieren que nos lo creamos, han de tomar medidas de inmediato contra los paraísos fiscales. Sin aplazamientos (hablaban del 2015). Sin amnistías fiscales (anunciaban una “regularización fiscal progresiva”). Sin impunidad.
Los paraísos fiscales han sido durante años baluarte de negocios ocultos, del dinero más sucio y de un secretismo que ha protegido y protege el tráfico de drogas, personas, armas y la evasión fiscal. No podemos permitir que continúen actuando impunemente. Ahora, en la crisis, es cuando hay que acabar con ellos.
* Periodista y escritor, Centro de Colaboraciones Solidarias