Por Humberto Campodónico
Esta semana la Bolsa de Valores ha subido como la espuma y el Índice General está por encima del 26% en lo que va del año. Han subido de precio casi todas las acciones: bancos, industrias, servicios públicos y, sobre todo, las empresas mineras que siguen representando más del 55% del valor total de acciones de la BVL.
En el último mes, pero sobre todo en las últimas dos semanas han subido los precios de los minerales, como el cobre, que ahora está en US$ 1.80/libra; el zinc y el plomo también han subido, aunque en menor proporción, mientras que el oro se ha mantenido en niveles altos (ayer cerró en US$ 940/onza). Dice Bloomberg que el repunte del cobre se explica por una especulación acerca del crecimiento de la economía china y la disminución del stock de inventarios.
Dicho esto, hay que resaltar que este rebote de la Bolsa está todavía lejos del pico de capitalización bursátil que alcanzó con US$ 110,000 millones de capitalización. La caída llevó ese valor a solo US$ 49,000 millones y con esta recuperación se ha llegado ayer a US$ 63,000 millones.
Sin embargo, hay que ir más allá de los minerales. La recuperación de la BVL (y de todas las bolsas de América Latina) se explica por el buen recibimiento que Wall Street le ha dado al Plan Geithner, pues los inversionistas han visto con buenos ojos que el gobierno de Obama financie que el sector privado compre los activos “tóxicos” de los bancos (las hipotecas “sub prime” por parte de inversionistas privados. Esto mejora el valor de su cartera y ha provocado una euforia compradora.
La cuestión central es, si embargo, saber si ya tocó fondo la crisis financiera y económica o si éste es un rebote pasajero que, dentro de poco, dará lugar a nuevas caídas. Como siempre, hay análisis para todos los gustos. Nouriel Roubini, el gurú de la actual crisis, dice que este “rally” alcista de la Bolsa es el “rebote de un gato muerto”, producto de falsas expectativas, pues lo peor de la recesión está todavía delante de nosotros. Afirma que el Índice Dow Jones puede llegar a 6,000 (acaba de subir a cerca de 8,000), lo que equivale a una caída del 20%.
Sea lo que fuere, aquí estamos presenciando un renovado hiperoptimismo por la recuperación y las expectativas, para algunos, superan el 50% de crecimiento en el 2009. Lo preocupante es que no se han aprendido las lecciones del desplome de la BVL en meses pasados y que han afectado en gran medida a las inversiones de las AFP.
En un anterior artículo (www.cristaldemira.com, 27/10/2008) dijimos que no era sensato que el 41 % del dinero de las AFP esté invertido en la Bolsa, lo que duplica a las AFP colombianas (21%) y triplica a las chilenas (15%). Esto lo permite la Ley 27988, que no ha sido modificada. Tampoco se ha aprobado el proyecto de Ley de la Superintendencia de Banca y Seguros que plantea que las comisiones que cobran las AFP tengan una relación directa con la rentabilidad de los fondos de pensiones.
Esto quiere decir que buena parte del dinero de las pensiones de los futuros jubilados (el Fondo 3 invierte en la BVL, obligatoriamente, un mínimo de 45% y un máximo de 80%) sigue expuesto a los vaivenes especulativos, algo que puede estar bien para inversionistas dispuestos a tomar ese riesgo. Pero no para el dinero que debe financiar los ingresos de los mayores de 65 años, que debiera estar invertido en su mayoría en valores de renta fija, como bonos y depósitos bancarios.
Tampoco se tiene noticia de las sanciones que la SBS impuso a algunas AFP por malas prácticas ni de los procesos en curso en la CONASEV, que ya llevan más de un año de investigaciones. Así las cosas, cuando la montaña rusa de la timba bursátil venga de bajada, recomenzarán las críticas y los lamentos. Pero en el entretanto, eso no se ha hecho, y parece que no se hará nada. ¡Qué tal poder de las AFP!
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