El problema es la baja presión tributaria
Por Humberto Campodónico
Es muy importante la discusión actual sobre los sueldos y salarios de las FF. AA. y policiales, la misma que debería desembocar directamente la cuestión de fondo: la bajísima recaudación tributaria que tiene el Perú, lo que no le permite cumplir a cabalidad sus obligaciones salariales (gasto corriente), sino también con la inversión pública y con los programas sociales.
Dice el gobierno que no puede aumentar los sueldos “porque no hay dinero”, por lo que “reventaría” la Caja Fiscal. De su lado, algunos de los sectores “pro aumento” dicen que hay “remanentes no gastados” del presupuesto no gastado del 2009, mientras que otros plantean que hubo superávits fiscales del 2006 al 2008 y demandan transparencia a la ministra Aráoz para saber dónde está ese dinero (lo que está muy bien).
Pero el problema de fondo es que en el Perú se recauda muy poco. En los países de la OCDE, la presión tributaria promedio es 35% del PBI. En América Latina, según datos de la CEPAL para el 2005, la presión tributaria promedio (o los ingresos tributarios) es 17.5% del PBI, liderada por Argentina, Brasil y Chile, mientras que al final vienen Guatemala, Panamá y Haití (ver gráfico). Perú, con 13.8% está detrás de Honduras, República Dominicana y Nicaragua.
Recordemos que en la definición de la presión tributaria no entran las contribuciones sociales, es decir, lo que se recauda para el pago de pensiones (si eso se hiciera, Brasil pasaría largamente al primer lugar). Tampoco entran los ingresos no tributarios, donde se consignan las regalías mineras y petroleras (si eso se hiciera, ascenderían casi hasta los primeros lugares los países petroleros: Venezuela, México y Ecuador, seguidos de Colombia).
La presión tributaria, entonces, implica los impuestos al patrimonio, el impuesto a la renta (de todas las categorías), los ingresos arancelarios y los impuestos indirectos (IGV y selectivos). En otras palabras, es una medida “limpia” que permite la comparación entre países, más allá del grado de informalidad de sus economías (que es lo que se aduce aquí, pero miren que Nicaragua y Honduras también son informales).
En el Perú solo se recaudó el 13.8% del PBI en el 2005 (en el 2008 se recaudó el 15.6% por el alza de los precios de los minerales, pero bajó al 13.5% en el 2009 cuando esos mismos precios cayeron). Tomemos en cuenta que cada 1% del PBI equivale a US$ 1,200 millones, lo que quiere decir que si recaudáramos 18.8% del PBI (como Chile), nuestros ingresos tributarios aumentarían en US$ 6,000 millones anuales.
El problema de fondo, entonces, es una reforma tributaria que nos permita llegar, progresivamente, al 18% del PBI (como lo planteó en el 2002 el Acuerdo Nacional). Eso implica poner impuestos a las ganancias extraordinarias de las mineras, el combate a la evasión tributaria del impuesto a la renta, el alza de los aranceles (rebajados unilateralmente por Carranza), la eliminación de muchas exoneraciones tributarias al sector financiero, entre muchas otras medidas.
Mientras eso no se haga, se seguirá discutiendo sobre cómo repartir una torta pequeñita, que es lo que lleva a la represión salarial permanente, tanto de las FF. AA. y policiales, como del sector público. Y a que existan fondos escasos para la inversión en infraestructura y los programas sociales. Pero esa necesaria discusión, que significaría que de verdad nos asumimos como Nación, no asoma por ningún lado. ¡Qué vergüenza!
www.cristaldemira.com
Pero el problema de fondo es que en el Perú se recauda muy poco. En los países de la OCDE, la presión tributaria promedio es 35% del PBI. En América Latina, según datos de la CEPAL para el 2005, la presión tributaria promedio (o los ingresos tributarios) es 17.5% del PBI, liderada por Argentina, Brasil y Chile, mientras que al final vienen Guatemala, Panamá y Haití (ver gráfico). Perú, con 13.8% está detrás de Honduras, República Dominicana y Nicaragua.
Recordemos que en la definición de la presión tributaria no entran las contribuciones sociales, es decir, lo que se recauda para el pago de pensiones (si eso se hiciera, Brasil pasaría largamente al primer lugar). Tampoco entran los ingresos no tributarios, donde se consignan las regalías mineras y petroleras (si eso se hiciera, ascenderían casi hasta los primeros lugares los países petroleros: Venezuela, México y Ecuador, seguidos de Colombia).
La presión tributaria, entonces, implica los impuestos al patrimonio, el impuesto a la renta (de todas las categorías), los ingresos arancelarios y los impuestos indirectos (IGV y selectivos). En otras palabras, es una medida “limpia” que permite la comparación entre países, más allá del grado de informalidad de sus economías (que es lo que se aduce aquí, pero miren que Nicaragua y Honduras también son informales).
En el Perú solo se recaudó el 13.8% del PBI en el 2005 (en el 2008 se recaudó el 15.6% por el alza de los precios de los minerales, pero bajó al 13.5% en el 2009 cuando esos mismos precios cayeron). Tomemos en cuenta que cada 1% del PBI equivale a US$ 1,200 millones, lo que quiere decir que si recaudáramos 18.8% del PBI (como Chile), nuestros ingresos tributarios aumentarían en US$ 6,000 millones anuales.
El problema de fondo, entonces, es una reforma tributaria que nos permita llegar, progresivamente, al 18% del PBI (como lo planteó en el 2002 el Acuerdo Nacional). Eso implica poner impuestos a las ganancias extraordinarias de las mineras, el combate a la evasión tributaria del impuesto a la renta, el alza de los aranceles (rebajados unilateralmente por Carranza), la eliminación de muchas exoneraciones tributarias al sector financiero, entre muchas otras medidas.
Mientras eso no se haga, se seguirá discutiendo sobre cómo repartir una torta pequeñita, que es lo que lleva a la represión salarial permanente, tanto de las FF. AA. y policiales, como del sector público. Y a que existan fondos escasos para la inversión en infraestructura y los programas sociales. Pero esa necesaria discusión, que significaría que de verdad nos asumimos como Nación, no asoma por ningún lado. ¡Qué vergüenza!
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