Camisea y los negocios vinculados
Por Humberto Campodónico
Lo prioritario en materia energética es garantizar el abastecimiento del mercado interno, lo que implica que existan las reservas de gas suficientes. En la medida que eso se cumpla se podrá considerar si se puede o no exportar.
Dicho esto, que es lo esencial, no ha sido analizado a profundidad el hecho de que existe vinculación entre los propietarios del Lote 88 y del Lote 56 y los de Perú LNG (que va a exportar el gas). Veamos.
En el Lote 88 y el Lote 56, los accionistas mayoritarios tienen el 52.8% del total y están conformados por Hunt Oil (25.2%), SK (17.6%) y Repsol (10%). El 47.2% restante le corresponde a Pluspetrol (27.2%), Sonatrach (10%) y Tecgas (10%).
En el consorcio Perú LNG, Hunt Oil tiene el 50% de las acciones, mientras que Repsol y SK tienen el 20% cada uno. Marubeni tiene el 10% restante.
Lo clave aquí es que las ventas de los lotes 88 y 56 le proporcionan ingresos a Hunt, Repsol y SK, con los que pueden financiar el proyecto de exportación. Así, en el 2008 y 2009, las ventas del Lote 88 y del Lote 56 (que comenzó a producir líquidos en el 2008) superaron los US$ 1,900 mlls y US$ 800 millones, respectivamente.
Así las cosas, las utilidades del Lote 88 y 56, que ascendieron a un total de US$ 1,639 millones del 2005 al 2009 (de las cuales Hunt, Repsol y SK tienen el 52.3%), contribuyen al financiamiento de Perú LNG.Por tanto, ambos proyectos tienen vínculos empresariales.
Sin embargo, todo el diseño del contrato de exportación ha sido realizado como si se tratara de un proyecto independiente y, por tanto, cuya rentabilidad depende únicamente de la exportación del gas a México. Esto sería cierto si los dueños de Perú LNG fueran compañías nuevas, que recién llegan a hacerse cargo del negocio. Digamos Exxon Mobil, Petrobrás o British Petroleum. Allí sí sería correcto que el flujo de caja de la exportación de gas tenga que financiar la rentabilidad de todo el proyecto.
Pero este no es el caso. Y, sin embargo, esa es la razón por la cual son tan bajos los precios de exportación del gas: al actual precio de US$ 4 por millón de BTU en México, el precio en boca de pozo en Camisea va a ser de solo US$ 0.16 por millón de BTU.
O, lo que es lo mismo cuando se hace la conversión calórica, a un (1) dólar por barril de petróleo equivalente, precio irrisorio cuando se compara con el precio internacional del petróleo, que está en US$ 80/barril. Con precios bajos, el impuesto a la renta será también bajo.
Esto quiere decir que, de un lado, los contratos han sido negociados con supuestos erróneos (por decir lo menos) y, de otro, que si ambas empresas están vinculadas, entonces estamos frente a un solo negocio, lo que tiene importantes repercusiones, por ejemplo, en materia tributaria.
Y aquí volvemos al principio. Lo primero es garantizar que dispongamos de las reservas suficientes para abastecer el mercado interno. Dicho esto, se aprecia que la exportación de gas, tal como ha sido negociada, es, valga la redundancia, un pésimo negocio.
www.cristaldemira.com
En el Lote 88 y el Lote 56, los accionistas mayoritarios tienen el 52.8% del total y están conformados por Hunt Oil (25.2%), SK (17.6%) y Repsol (10%). El 47.2% restante le corresponde a Pluspetrol (27.2%), Sonatrach (10%) y Tecgas (10%).
En el consorcio Perú LNG, Hunt Oil tiene el 50% de las acciones, mientras que Repsol y SK tienen el 20% cada uno. Marubeni tiene el 10% restante.
Lo clave aquí es que las ventas de los lotes 88 y 56 le proporcionan ingresos a Hunt, Repsol y SK, con los que pueden financiar el proyecto de exportación. Así, en el 2008 y 2009, las ventas del Lote 88 y del Lote 56 (que comenzó a producir líquidos en el 2008) superaron los US$ 1,900 mlls y US$ 800 millones, respectivamente.
Así las cosas, las utilidades del Lote 88 y 56, que ascendieron a un total de US$ 1,639 millones del 2005 al 2009 (de las cuales Hunt, Repsol y SK tienen el 52.3%), contribuyen al financiamiento de Perú LNG.Por tanto, ambos proyectos tienen vínculos empresariales.
Sin embargo, todo el diseño del contrato de exportación ha sido realizado como si se tratara de un proyecto independiente y, por tanto, cuya rentabilidad depende únicamente de la exportación del gas a México. Esto sería cierto si los dueños de Perú LNG fueran compañías nuevas, que recién llegan a hacerse cargo del negocio. Digamos Exxon Mobil, Petrobrás o British Petroleum. Allí sí sería correcto que el flujo de caja de la exportación de gas tenga que financiar la rentabilidad de todo el proyecto.
Pero este no es el caso. Y, sin embargo, esa es la razón por la cual son tan bajos los precios de exportación del gas: al actual precio de US$ 4 por millón de BTU en México, el precio en boca de pozo en Camisea va a ser de solo US$ 0.16 por millón de BTU.
O, lo que es lo mismo cuando se hace la conversión calórica, a un (1) dólar por barril de petróleo equivalente, precio irrisorio cuando se compara con el precio internacional del petróleo, que está en US$ 80/barril. Con precios bajos, el impuesto a la renta será también bajo.
Esto quiere decir que, de un lado, los contratos han sido negociados con supuestos erróneos (por decir lo menos) y, de otro, que si ambas empresas están vinculadas, entonces estamos frente a un solo negocio, lo que tiene importantes repercusiones, por ejemplo, en materia tributaria.
Y aquí volvemos al principio. Lo primero es garantizar que dispongamos de las reservas suficientes para abastecer el mercado interno. Dicho esto, se aprecia que la exportación de gas, tal como ha sido negociada, es, valga la redundancia, un pésimo negocio.
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