No existe política nacional para el gas natural COMBUSTIBLES: Pagamos el petróleo peruano a precio internacional, o sea es igual traerlo de afuera que comprarlo a los operadores de la selva y la costa norte.
¿Que es más lucrativo para las transnacionales exportar el gas y vendernos lo que resta a precio de importación, o invertir en el cambio energético e industrialización utilizando el recurso en el desarrollo del mercado interno?
Raúl A. Wiener
Unidad de Investigación
La Primera - Martes 8 de Enero del 2008 - Pág.12-13.
Uno de los más geniales aportes de la reforma neoliberal al sector energético, fue la decisión, que acompañó a las privatizaciones, de vender los hidrocarburos extraídos del subsuelo peruano a precio de mercado internacional. Así, mientras el país se deshacía de los pozos de Petroperú y se los entregaba a diversas trasnacionales, el valor en que este producto pasó a ser entregado a las refinerías fue el que marcaban Londres y Nueva York, por tanto el consumidor nacional quedó expuesto directamente a las brutales fluctuaciones de la economía del crudo.
La segunda genialidad fue entregar Camisea, sin participación del Estado, como si se tratara de una inversión de riesgo, cuando las reservas ya habían sido detectadas y probadas, y el operador sólo tenía que sacar el producto a la superficie. El gas natural se convirtió así en una operación de costo mucho más bajo que el que hubiera supuesto tener que buscarlo en la selva. Esto hizo que una empresa relativamente pequeña y maltrecha como Plus Petrol pudiera hacerse cargo de liderar un explotación de esta magnitud, básicamente con recursos de crédito.
Aún así los inversionistas de Camisea recurrieron a que el Estado los “ayude” en la construcción de los gaseoductos, y al gobierno de Toledo no se le ocurrió mejor cosa que cargarlo a la factura eléctrica de la población por un monto arriba de los 100 millones de dólares, sin que esto irrigue ningún beneficio o participación para la población que sigue oyendo hablar de la “era del gas” y sus múltiples beneficios sin llegar a palparlos claramente.
Hay una tercera idea genial en todo esto. Y es que el “Contrato del Siglo” o Contrato de Camisea, no valoriza ni define algún sistema de control sobre los líquidos de gas asociados al petróleo que representan el equivalente a 600 millones barriles de crudo, que están siendo extraídos, transportados y exportados de manera continua desde hace años, como si la cosa no tuviera importancia.
Ausencia de proyecto
¿Cuántas residencias limeñas tienen conexiones de gas? Son unos cientos, para una megaciudad de ocho millones de habitantes. Y, eso, sin tomar en cuenta que el resto del país está fuera del proyecto, incluido el Cusco que sólo participa a través del canon, a pesar de su insistente reclamo para que se tienda un ducto hacia la ciudad y se invierta en una nueva central térmica.
¿Cuál es el plan para expandir este servicio a un mayor número de consumidores? Que se sepa, nada. Pero sí hay abundancia de discursos y declaraciones. Sobre todo desde que García es presidente e impone su estilo de anunciar es gobernar. Pero mientras se invoca a la gente que se gasifique, pero no hay inversiones y proyectos para orientar el proceso, se desarrollo una espesa discusión sobre si las reservas existentes dan para una intensa exportación a Estados Unidos, México o Chile, y si se puede exportar y utilizar el gas, como si este fuera infinito.
Tómese nota que hasta los años 60 el Perú era exportador de petróleo a pesar de la debilidad de sus reservas y que no se hacían esfuerzos por incrementarlas. A comienzos de los 70, la curva se revirtió y nos convertimos en importadores, precisamente cuando empezaba la primera gran crisis del petróleo y los precios volaron por las nubes, afectando la economía mundial.
La proyección del ministerio de Energía y Minas es que en toda la década siguiente el gas cubrirá el 14% del consumo energético del país, lo que es una proyección más que modesta, y sin embargo nada asegura que al ritmo actual se llegará a esa meta. Un ejemplo de cómo hacer estas cosas se puede observar en el caso de Colombia, donde con el apoyo del Estado, se popularizaron las instalaciones de gas a domicilio, de 600,000 usuarios en 1993 a 3.2 millones el 2003.
DATOS
HUNT: la empresa estadounidense, ligada a George B. Bush y asesorada por PPK, hizo lobby entre congresistas de la época de Toledo para emplear el gas del lote 88 para exportación.
Precio del Crudo
Sacrificaron al país
En un plan coordinado, justo antes que se privatizara La Pampilla (Repsol) y los pozos petrolíferos de Talara y Selva norte (Pluspetrol), la dupla corrupta Montesinos-Fujimori impusieron el Decreto Ley (DL) 807 en abril de 1996, derogando la ley que protegía el mercado interno. Esta ley cocinada en la salita del SIN (supuestamente para mejorar la eficiencia), permite a las transnacionales vender los combustibles a los peruanos a precio de importación (incluido fletes, seguros y aranceles que no pagan). También las transnacionales gozan de los beneficios del DL 818, que les permite la recuperación anticipada del IGV, las facilidades del pago de aranceles hasta en 14 semestres y extendiéndoles el arrastre de pérdidas de 4 a 8 años.
¿A cuánto el voto?
Congresistas mercenarios
¿Recuerdan la visita del señor Raymond Hunt, presidente de la petrolera que lleva su apellido, integrante del consorcio Camisea, a la que se encuentra asociada el presidente George W. Bush y cuyo hombre en Lima es el inefable PPK, el mismo que salió en la foto de Palacio del brazo de Alan García, cuando recién estrenaba su nuevo papel de promotor de las inversiones transnacionales? ¿Lo recuerdan? Es de ese señor que se dice que ofrecía 10 mil dólares por congresista para que se plegaran a la iniciativa para declarar que el lote 88 ya no se reservaría para el mercado nacional. Entre los que dieron su voto a favor de esta infame modificatoria destacaron los siguientes: Jesús Alvarado, José Delgado, César Zumaeta, Manuel Olaechea, José Devescovi, Ronnie Jurado, Fabiola Morales, Rafael Valencia y Fausto Alvarado.