La energía nuclear alimenta
Por José Luis Dacal (*)
Las técnicas nucleares aplicadas a la agricultura permiten a millones de campesinos obtener mejores cosechas y criar ganado más sano.
Los isótopos utilizados existen en su mayoría en la naturaleza: en el suelo, las plantas, los animales, el aire y en los alimentos que consumimos. Los científicos los utilizan para conseguir cinco mejoras. La primera es combatir plagas y enfermedades. La técnica del insecto estéril supone la producción en masa de insectos perjudiciales que son esterilizados a través de rayos gamma emitidos por isótopos radioactivos. Cuando se liberan los insectos machos en la zona elegida y se aparean, no pueden reproducirse. Así se reduce de forma gradual su población. La segunda es incrementar la producción de cultivos. Exponer las plantas a pequeñas dosis de radiación ayuda a cambiar su estructura genética y conduce a la creación de variedades mejoradas.
La tercera es la protección del suelo y sus recursos. Los isótopos permiten la medición del suelo, los recursos hídricos y los nutrientes, la erosión y el exceso de fertilizantes y pesticidas. Permiten a los campesinos llevar un control más preciso de su actividad y utilizar recursos vitales de forma más eficiente y en menor cantidad.
La cuarta es garantizar la inocuidad de los alimentos. La irradiación se utiliza para eliminar bacterias en los alimentos.
La quinta es la de incrementar la producción ganadera. Los científicos usaron isótopos para estudiar las hormonas y conocer mejor los ciclos reproductivos, lo que tiene gran utilidad en sectores como los programas de inseminación artificial.
En todos estos proyectos se pone énfasis en que sean los campesinos quienes participen desde el principio en el proceso. El apego de la gente a su tierra, en la que vivieron durante generaciones y a la que sienten que pertenecen, se completa con las condiciones adecuadas para hacerla prosperar.
Los científicos utilizan un método denominado irradiación para crear variedades de cultivos que son más resistentes a las plagas y crecen mejor en suelos pobres, una enorme ventaja para países en las regiones de África que sufren sequía, en donde los campesinos con menos recursos tratan de sobrevivir en tierras marginales. Los alimentos también se pueden hacer más seguros a través de ella, que destruye bacterias como Escherichia coli -en el intestino- y salmonella, sin dejar trazas radiactivas. La irradiación también beneficia al medio ambiente, ya que supone una alternativa más segura que el bromuro de metilo, un producto que una mayoría de países han acordado eliminar en 2010 a causa de su impacto negativo en la capa de ozono.
Existen otros campos en los que esta tecnología puede ayudar al medio ambiente. Las técnicas nucleares pueden servir también para detectar un uso excesivo de pesticidas o de residuos de medicamentos veterinarios en los alimentos, así como para controlar el funcionamiento de buenas prácticas agrícolas y veterinarias. Hay métodos para suprimir, o en algunas situaciones incluso erradicar, las plagas de insectos con machos esterilizados, en una especie de “control de natalidad”. Así se reduce el empleo de pesticidas químicos dañinos para el suelo y otros organismos. Otro ejemplo es la técnica nuclear que mide los recursos hídricos y permite localizar el agua y los nutrientes en el subsuelo, con lo que se reducen las pérdidas de estos dos valiosos recursos.
A pesar de la preocupación por la energía nuclear, los métodos aplicados pasan rigurosos controles de seguridad. De hecho, sirven para incrementar la inocuidad de los alimentos a la vez que benefician al medio ambiente. “La tecnología nuclear supone un desafío para los sentidos: la gente no puede tocar, oler o sentir su sustancia, por lo que a menudo genera miedo”, explica Gabriele Voigt, directora del laboratorio del Organismo Internacional de Energía Atómica.
La mayoría de los 854 millones de personas hambrientas en el mundo viven en áreas rurales. Para ellas, la agricultura es su principal medio de subsistencia, por lo que esta tecnología implicaría un impacto directo sobre el hambre y la pobreza. Mejorar los cultivos que utilizan los campesinos pobres puede tener gran impacto en regiones donde mucha gente vive con menos de 2 dólares al día, la malnutrición es endémica y la gran mayoría de la población depende de la agricultura para obtener sus alimentos.
(*) Periodista
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