Agoniza el gasoducto surandino
Por Humberto Campodónico
Al analizar en detalle los “acuerdos” entre el Consorcio Camisea con el gobierno, se puede apreciar que muchas de las inversiones que figuran como “logros” no son otra cosa que el cumplimiento de compromisos ya previamente pactados. Es el caso, por ejemplo, de la “liberación” de 150 millones de pies cúbicos diarios (mmpcd) del Lote 88 para el mercado interno.
En efecto, en el contrato del Lote 88 se establece que la capacidad inicial de transporte del ducto es de 300 mmpcd, la misma que aumentaría a 450 mmpcd en el 2012. Este compromiso estaba pactado desde el inicio y la Garantía de la Red Principal (que todos pagamos en nuestras tarifas eléctricas), así lo contemplaba. Por lo tanto, las inversiones para el aumento de la capacidad de transporte, constituyen simplemente un adelanto de cumplimiento de compromisos ya pactados.
El “acuerdo” dice que Repsol va a contribuir al mercado interno con 155 mmpcd del Lote 57 (que entra en producción en el 2012). Pero lo que no se dice es que ese gas se venderá a un precio superior al que rige actualmente. No solo eso. Aún no se ha pactado ese precio de venta ni las regalías, pero lo que sí se ha dicho es que ese gas será subastado entre los postores, lo que hará que su precio sea superior al de hoy, porque este proviene del Lote 88, que revirtió gratis al Perú.
Si Repsol es la empresa que le vende el gas a México, ¿por qué Repsol no ofreció exportar —que es su negocio― esos 155 mmpcd que “libera” para el mercado interno? La razón es que Repsol va a obtener 7 a 8 veces más por ese gas vendiéndolo en el mercado interno que lo que recibiría por exportarlo. Por eso prefiere que el gas que se exporte sea del Lote 56 y del Lote 88.
De otro lado, el “acuerdo” no contempla la adjudicación de reservas para el gasoducto surandino (no se le menciona ni una sola vez), a pesar que la Ley 26129 lo considera de interés nacional y todo el gas que existe hoy proviene del Cusco. Algunos dicen que esto se debería a que ese gasoducto solo estaría listo en el 2014.
Pero esa afirmación esconde una realidad: al no asignarle gas del Lote 88, que tiene precios regulados, lo que se está diciendo es que se va a abastecer del Lote 57 (que comenzaría en el 2012) o, lo más probable, del Lote 58 de Petrobrás (que recién va a perforar un pozo a fin de año y no se sabe si tendrá éxito). En cualquiera de los dos casos, ese gas tendrá un precio muy superior al del Lote 88.
Así las cosas, ¿quién va a animarse a construir plantas termoeléctricas o a poner industrias en el sur con un gas mucho más caro. Recordemos que el precio en boca de pozo para las termoeléctricas del Lote 88 es de US$ 1.59/mpc, pero el del Lote 57 o 58 sería del doble o triple. Por eso, seguramente la protesta de los gobiernos regionales se hará sentir, exigiendo que el gasoducto surandino, desde hoy, tenga reservas asignadas del Lote 88.
Resumiendo, lo que ha sucedido con el “acuerdo” Camisea guarda similitud con las promesas electorales de “revisar el TLC línea por línea”, reducir la tarifa de telefonía básica, de implementar un impuesto a las sobreganancias mineras y petroleras (para resignarse con un miserable óbolo). Las “mecidas” no deben seguir. Aquí está en juego nuestra independencia energética del petróleo caro, la competitividad industrial, la superación de la pobreza del surandino y nuestro futuro como país en el siglo XXI.
Deben renegociarse los contratos, ya, para que no se exporte ni una sola molécula de gas del Lote 88, el regalo de Dios que nos dio la Shell y que se va para México debido a ilegales cambios contractuales. Este despojo entreguista debe ser revertido.
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