Tacna y su historia, en el mes de la reincorporación
Ricardo Oviedo Zavala
No fue la hostilidad del gobierno chileno contra la prensa peruana que operaba en Tacna y Arica una actitud surgida al azar. Fue, al igual que la asumida contra los directores de las escuelas peruanas, los sacerdotes y los peruanos en general, una política elaborada desde Santiago que se elevó por encima de las protestas de nuestro país y las de algunos sectores del propio país del sur. Demostró asimismo que, desde el diseño de gobierno implantado por Diego Portales, Chile tenía directivas de Estado que ninguna protesta, interna o externa, iba a acallar. Así se diseñó la política chilena en el siglo XIX y así lo es ahora. Fue 1911 el año de la clausura definitiva de los diarios peruanos en las provincias cautivas.
Bandera izada en la reincorporación de Tacna al Perú, tras resistir 50 años de asesinatos y cobarde terrorismo chileno, en contra niños, mujeres, sacerdotes y maestros, en especial, de Historia
Ya en 1888, El Caplina, periódico peruano que se editaba en nuestra ciudad, fue víctima de la acción de las autoridades chilenas sólo por haber publicado un artículo del vicario Federico Otamendi sobre el abuso que sufrían los peruanos por parte de las fuerzas de ocupación. La imprenta fue empastelada. En 1901, como la prensa peruana denunciaba los continuos maltratos de los chilenos contra los peruanos, el Intendente de Tacna Manuel Francisco Palacios, a través del fiscal chileno Manuel Martínez Lavín, arguyendo que no existía una ley de imprenta que sancionara a los diarios peruanos, presentó una demanda al Juzgado de Letras para que se clausuren los diarios El Tacora y La Voz del Sur. Los argumentos expuestos por el fiscal fueron rebatidos fácilmente por los directores de los diarios tacneños.
El 27 de abril de 1902, La Voz del Sur fue asaltada “por desconocidos” según el informe policial chileno. El director del diario, José María Barreto, hermano del poeta Federico Barreto, envió un telegrama al decano de la prensa peruana: “ Tacna, abril 28. Editores de El Comercio – Lima. LA VOZ DEL SUR asaltada anoche. Maquinarias rotas, cajas empasteladas. Mi imprenta ocupa el lugar más céntrico en el barrio comercial. El diario, mediante esfuerzos, aparecerá hoy. Barreto”.
En 1908, ya de Intendente de Tacna Máximo Lira, abre un juicio criminal a La Voz del Sur por haber publicado un artículo contra su persona en donde se le acusaba de incrementar el proceso de chilenización y engañar a su pueblo y a su gobierno. Los hermanos Barreto fueron sentenciados de acuerdo a la ley chilena. Este hecho causó protestas generalizadas en los medios nacionales e incluso en los chilenos como El Mercurio de Santiago y El Ferrocarril, periódico que se editaba en Arica.
Pero fue 1911 el año más crudo para la prensa peruana en las provincias cautivas. Llegan a nuestra ciudad, el 18 de julio de ese año, en tren nocturno procedente de Arica, más de 500 obreros del ferrocarril Arica-La Paz con el pretexto dado por las autoridades chilenas de “asistir a un mitin que pedía la anexión de las provincias de Tacna y Arica a Chile”. Terminado el mitin, la turba se dirigió a los locales de los diarios El Tacora y La Voz del Sur y, en cuatro horas, destrozaron las imprentas, el local del club social peruano La Unión y negocios regentados por peruanos. Todo el centro de la ciudad parecía una zona bombardeada de la que no se escaparon los domicilios particulares de los tacneños. (Hay varios comentarios insertos en periódicos nacionales de testigos peruanos y extranjeros que vieron estos luctuosos acontecimientos sin que la policía interviniera para nada. Algunos de estos comentarios pueden verse en la edición de El Comercio del 2 de agosto de 1911, aunque ya el 25 de julio, vía cable Galveston, el decano de la prensa nacional había informado sobre estos hechos).
Ante la protesta generalizada, especialmente de los propietarios de los periódicos afectados, el Intendente Lira se limitó a culpar a la empresa del ferrocarril por “no haber dado las facilidades del caso para que los trabajadores que asistieron al mitin, regresaran a Arica”. El Comercio, en su edición del 25 de julio, dio a conocer un telegrama de la cancillería chilena dirigido al cónsul general de Chile en El Callao: “El Intendente de Tacna dice que el 18 celebróse mitin al cual concurrieron vecinos de Arica, que terminado mitin, estos no pudieron regresar porque empresa ferrocarril no dio facilidades, por lo cual quedaron vagando por las calles y se produjeron desórdenes. Durante la noche fueron atacados clubs y oficinas, diarios peruanos, acudiendo tropa y policía que capturó más de cuarenta de los asaltantes que han sido entregados a la justicia. No hubo agresiones personales”.
Lo que no dijo la cancillería chilena es que Lira había actuado bajo sus órdenes y que la policía no actuó mientras se llevaban a cabo los actos vandálicos. Después de los destrozos, siguieron las amenazas directas a familias tacneñas que el gobierno del sur consideraba como peligrosas para fortalecer el proceso de chilenización. Una de estas familias amenazadas fue la de Jorge Basadre que, ese año salió, como muchas otras, de Tacna.
En Arica, el ataque a la prensa fue en la noche del 17 de julio, un día antes que en Tacna. Una muchedumbre atacó la casa del director del diario El Morro de Arica que rechazó el ataque a balazos. La turba que había destrozado el centro de Tacna el 18, regresó en tren a Arica en la mañana del día 19 y dando mueras al Perú se dirigió a la imprenta de El Morro de Arica y a los locales de la Sociedad Peruana de Beneficencia (que funcionaba en la Casa Bolognesi) y al Club Peruano. Con hachas y combos destrozaron todo. La prensa del Perú culpó de estos hechos al Intendente Lira. Hay un extenso artículo al respecto en El Comercio en su edición del 26 de julio de 1911.
El gobierno chileno, ya desde fines del siglo XIX, había fundado periódicos en las provincias cautivas con el único afán de denigrar al Perú. Con todo el amparo de su gobierno, salió en esas fechas El Norte “hoja procaz, dedicada exclusivamente a menoscabar la dignidad nacional, a escarnecer el nombre de las familias peruanas y a perseguir a los diarios locales con calumnias e inventivas propias del sistema impuesto”, según lo calificó Aníbal Maúrtua en su libro “La política internacional de Chile y la liquidación de la Guerra del Pacífico”, Lima, 1901.
Con los mismos propósitos se fundó El Pacífico. Los periódicos peruanos El Tacora y La Voz del Sur sostuvieron candentes polémicas con los periódicos chilenos. Tantos eran los insultos y calumnias que estos diarios escribían con todo el apoyo de las autoridades chilenas, que el diario La Unión, de Santiago, en su editorial del 26 de febrero de 1901 escribió: “No hace aún dos años que se fundó ese diario (El Norte) para chilenizar Tacna. Pero sus redactores no han podido meterse en discusiones y polémicas con guantes blancos. Se han publicado en ese diario ofensas colectivas a la sociedad tacneña que habrían justificado una asonada popular. Ahora bien, para nadie es un misterio el papel que veladamente tiene en dicho diario la administración chilena”.
Al igual que los maestros, los sacerdotes y la población peruana en las provincias cautivas, fue, definitivamente, el periodismo tacneño uno de los pilares para alzarse en contra de las fuerzas de ocupación. Tuvieron una posición valiente para mantener en alto el espíritu nacional y el amor a la Patria. Sin escuelas peruanas, sin sacerdotes y sin diarios locales, el gobierno del sur comenzó a arremeter contra la población cautiva. Esas cosas tenemos que recordarlas. Los hermanos José María y Federico Barreto a cargo de La Voz del Sur, Roberto Freyre, director de El Tacora, los dos periódicos de Tacna. Y en Arica, Gerardo Vargas y Enrique Ward, redactores de El Morro de Arica. Que no sean olvidados de la memoria colectiva nacional.
¡Viva Tacna!
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