Por Juan Sheput
Eran las 7 de la mañana del 5 de junio de 1880 cuando un emisario chileno, el Mayor Juan de la Cruz Salvo, se apersonó a la sede de mando de la Plaza de Arica para conminar al Coronel Francisco Bolognesi a rendirse. Como comentan testigos del suceso, el oficial chileno confiaba en la rendición. Los números y la logística los favorecían. Las tropas chilenas superaban a las peruanas en proporción de 4 a 1 y no solo estaban descansados sino que tenían suficientes pertrechos, balas y cañones. También agua y alimentos. En contrario los peruanos estaban agotados y, literalmente, sufrían escasez y precariedad. Por eso al personero chileno le sorprendió la respuesta inmediata de Bolognesi: “Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho”. El aturdimiento del Mayor de la Cruz tornó en alerta cuando luego de unos minutos el Coronel Bolognesi le pidió un tiempo para consultar a sus oficiales. Era consciente que él era ya un anciano al que rodeaban jóvenes oficiales de 29, 30, 33, 39, 40 años, que aún podían dar mucho por la patria. Los convocó y consultó. Unidos por el amor a la patria respondieron sin titubeos: ¡Arica no se rinde! Decidieron morir luchando al lado de su jefe. Inclán, Justo Arias Aragüez, Juan Guillermo More, Alfonso Ugarte, Roque Sáenz Peña, entre otros, resolvieron morir defendiendo al país.
Bolognesi tomó el encargo y sin pérdida de tiempo lo tramitó al emisario: “Decidle a vuestro general que estoy orgulloso de mis jefes, que Arica no se rinde y que lucharemos hasta quemar el último cartucho”. A continuación Francisco Bolognesi preparó su espíritu. Escribió una carta a su querida esposa María Josefa, en la que dejó a nuestra historia una frase que encierra todo: “Nunca reclames nada para que no se diga que mi deber tuvo precio”. Lo que sigue es una epopeya considerada entre las jornadas de valentía y patriotismo más excelsas de la historia de la humanidad. En la madrugada del 7 de junio de 1880 un puñado de peruanos, no más de 1800, lucharon contra tropas que se acercaban al número de 8000.Pelearon hasta morir. Todo por el honor del Perú.
Esa madrugada del 7 de junio, Francisco Bolognesi no solo se enfrentó a una tropa superior en número. Se enfrentó a las consecuencias de un país desintegrado, inmerso en disputas internas, que atravesaba una crisis institucional desde su fundación y que estaba a merced de una falsa élite ambiciosa en lo económico y pequeña en lo patriótico. Entre 1821 y 1880 el Perú había tenido una veintena de presidentes y once constituciones. En el mismo periodo Chile tuvo seis presidentes y una constitución. Mientras nosotros tuvimos guerras con Colombia, Chile, Bolivia y España, así como intentonas de guerras civiles, los vecinos del sur solo tuvieron una guerra, contra la Confederación Peruano Boliviana. Dos prohombres, José Balta y Manuel Pardo, con claros objetivos de Estado e impulsores de grandes reformas y obras fueron asesinados. Como señala Jorge Basadre, al sur se había establecido un Estado con una élite sólida que se había preparado durante años para la guerra. En el caso del Perú, el derroche por la prosperidad falaz que vino con el guano, la crisis institucional y la poca capacidad para integrarnos era la normalidad y, lo peor, nos negamos a ver lo evidente, es decir el armamentismo del vecino del sur.
Por eso el sacrificio del Coronel Francisco Bolognesi constituye una lección para el país, vigente, pues parece no hemos aprendido las enseñan¬zas de la historia y seguimos con problemas institucionales, así como con nuestra histórica incapacidad para voltear la página. El sentido del deber y del honor que los oficiales y soldados de Arica encarnaron se constituye en ejemplo trascendente que nos debe llevar a reflexionar una y otra vez. Bolognesi no tuvo espacio para la queja, se elevó por encima de los problemas y nos legó una jornada heroica de la cual todo peruano se siente orgulloso. Como dicen historiadores de la talla de Gustavo Ponz Musso ¿qué sería de nuestro país si Bolognesi hubiese optado por la rendición? La epopeya de Arica es y será una de las columnas de nuestra nación.
Este 4 de noviembre se cumple el bicentenario del nacimiento del Coronel Francisco Bolognesi, Gran Mariscal y Patrono del Ejército. Gloria y honor por siempre para aquel que murió en Arica ganando la gloria y que merece como pocos esa afortunada frase del Maestro Jorge Basadre: “El que muere, si muere donde debe, vence y sirve”.