por Herbert Mujica Rojas
El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, Rolando Sousa, ha tenido la iniciativa infeliz por desinformada, inoportuna o aviesa de eludir temas esenciales de mucha mayor importancia e inexcusablemente no abordados, de afirmar que verán el tema de la adhesión del Perú a la Convención del Mar.
Es decir, no bastan al señor Sousa, los terribles silencios pusilánimes que en torno a documentos traidores guardan los ex cancilleres Javier Pérez de Cuéllar, Niño Diego García Sayán y Allan Wagner, por los cuales se concede o prefigura una delimitación marítima que el Estado peruano ¡No reconoce! con Chile, que ha preferido discurrir por una tapadera de características leguleyas y mediáticas como la Convención del Mar para sepultar las mudeces irresponsables de algunos que debieran ser enjuiciados y castigados por su irrespeto al Perú, su historia y por los que murieron por la patria.
¿Tomó debida cuenta, es decir, entendió una pizca siquiera de lo expresado por el embajador José Miguel Barros, secretario perpetuo de la Academia Chilena de la Historia que ha propuesto por carta que Chile lleve al Tribunal de La Haya el tema de la delimitación marítima con Perú? ¿Entiende lo que eso significa? Si Sousa no sabe asesorarse, incurre en yerro condenable y atentatorio contra el país. ¿No ha comprendido la entrelínea de lo dicho por el intelectual sureño? Muy bien, vamos a decírselo en voz alta: ¡que su país, al tomar la iniciativa, puede mejor perfilar lo que habría de ser una derrota sin atenuantes del Perú! ¿Tiene en la imaginación Sousa, el tema del arbitraje cuya vigencia marmórea traen el recuerdo de las negociaciones que emprendiera el presidente Augusto B. Leguía en 1929? Tal parece que tampoco tiene discernimiento, si alguno, sobre el delicadísimo particular. Y siendo que el arbitraje es un paso de fundamental precedente histórico y ¡favorable!
¿Por causa de qué en lugar de transitar por caminos tortuosos y de muy dudosa juridicidad y que concitan el rechazo inmenso del Perú, como también la de su presidente que afirmó que defendería el Mar de Grau, el señor Sousa no se pregunta por causa de qué el gobierno pasado tuvo que abortar su total derrota cuando, literalmente, embutía por televisión, radios y periódicos, al pueblo peruano para conseguir una adhesión que jamás consiguió a la Convemar? ¿Porqué no pregunta o averigua Sousa cuántos millones de dólares se botaron a la basura por una causa-pretexto para tapar las traiciones de unos pocos diplomáticos de juguete empeñados en contra de la tierra que los vio nacer?
A partir de la fecha reiteraremos textos que pocos años atrás tuvieron la virtud, por lo menos, de informar con más detalle al público en general para evitar su sorpresa y encandilamiento irresponsable como suelen hacer quienes llegan a la tribuna pública. Tal parece ser el caso de Rolando Sousa. ¡Vergüenza!
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