El perro del hortelano en la Cancillería
Mientras en el Perú la Cancillería sigue “durmiendo”, Chile sigue hipnotizando e inoculando su reptiliano veneno a los bolivianos haciéndoles creer que la demanda presentada por el Perú ante La Haya perturba la posibilidad de otorgar una salida al mar a Bolivia.
Mientras en el Perú la Cancillería sigue “durmiendo”, Chile sigue hipnotizando e inoculando su reptiliano veneno a los bolivianos haciéndoles creer que la demanda presentada por el Perú ante La Haya perturba la posibilidad de otorgar una salida al mar a Bolivia.
Al igual que Chile, Bolivia sostiene una y otra vez que la demanda peruana contra Chile perjudica el otorgamiento de una salida al mar. En realidad, se aprecia que entre Chile y Bolivia se turnan para declarar siempre lo mismo, una vez Bolivia manifiesta que Perú es obstáculo y otra vez lo dice Chile; están en un interminable círculo vicioso confundiendo a la opinión pública internacional.
Como hemos analizado, la demanda peruana no es ningún obstáculo para que Chile otorgue un corredor a Bolivia por los territorios que le robó en la guerra de rapiña. La demanda peruana nada tiene que hacer con los terrenos que le fueron arrebatados a Bolivia por los ladrones chilenos.
Pero, aprovechándose de que Bolivia es un país históricamente convulsionado por crisis políticas y sociales, que no le han permitido establecer una sólida, clara, objetiva y perdurable política de estado en materia de relaciones exteriores, desde hace unos años Chile se ha infiltrado en Bolivia confundiendo a su débil democracia, tratando de enfrentar a los bolivianos contra el Perú de una y otra manera, en este caso, con el engaño de que la demanda peruana impide una salida al mar para Bolivia.
Las verdaderas intenciones chilenas son mantener incólume el litoral que robaron a Bolivia, por lo cual, cada vez que los bolivianos piden mar la respuesta chilena es “veamos algo por el norte de Arica, a ver qué dice el Perú”. Cierto es que el Tratado de 1929 prevé que si Chile desea ceder a un tercer país territorio robado a nuestro país (como Arica y Tarapacá), debe consultar al Perú. Cuando en los años setenta el Perú, cansado de estas maniobras dilatorias y engañosas de los chilenos, propuso una salida para Bolivia con soberanía trinacional compartida, Chile la rechazó.
La insistencia de chilenos y bolivianos de dar salida a Bolivia por el norte de Arica es una oscura y repugnante maniobra de ambos países vecinos nuestros de transferir al Perú responsabilidad histórica en el latrocinio del litoral boliviano; todos sabemos que fue Chile, no Perú, quien robó el litoral boliviano. Consecuentemente, los bolivianos deben reclamar lo que les fue usurpado, no lo que pertenece al Perú.
Una de las causas para que esta insólita petición chileno-boliviana se repita una y otra vez radica en la falta de claridad y energía de la diplomacia peruana, la cual, en este asunto, debe declarar pública y contundentemente que no tienen ninguna responsabilidad histórica en la usurpación del litoral boliviano, ni, consecuentemente, en ningún resarcimiento en favor del país altiplánico. Eso debe declararlo de manera inequívoca la Cancillería peruana para que se produzca una clarificación del tema y se evite este tipo de interferencias. Incluso el ex Canciller José De la Puente Rabdil ha precisado esta idea.
Cancillería y el Ejecutivo son un perro del hortelano
El presidente García ha inundado la prensa con sus obtusas historias sobre el perro del hortelano, pero no ve en Cancillería y en el mismo gobierno un gran perro del hortelano, pues siendo de conocimiento público las maniobras internacionales de desinformación de los chilenos, es incapaz de dar una clara explicación a los bolivianos sobre la verdad de la demanda.
Puesto que se evidencia que nada se ha avanzado ni siquiera con Bolivia, el Congreso está en la obligación de pedir explicaciones sobre los avances realizados —si hay alguno— por Relaciones Exteriores para decir la verdad: Chile viola sistemáticamente los tratados internacionales y el Perú siempre ha sido respetuoso.
Los peruanos mantenemos a los diplomáticos peruanos, por tanto, nos deben explicaciones sobre esta escandalosa omisión.
Con el fin de difundir adecuadamente la posición peruana y poner al descubierto la mala fe y engaños de la diplomacia chilena, el Perú debe difundir nuevamente, con las actualizaciones del caso, la documentación completa que puso en circulación en 1901: Reflexiones sobre una Circular de postguerra, Juan Vicente Ugarte del Pino, La Razón, Lima, 30 de marzo de 2008, pp. 10-11.
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Ver otros artículos relacionados:
La ofensiva desinformativa chilena a todo dar
La salida al mar para Bolivia
Como hemos analizado, la demanda peruana no es ningún obstáculo para que Chile otorgue un corredor a Bolivia por los territorios que le robó en la guerra de rapiña. La demanda peruana nada tiene que hacer con los terrenos que le fueron arrebatados a Bolivia por los ladrones chilenos.
Pero, aprovechándose de que Bolivia es un país históricamente convulsionado por crisis políticas y sociales, que no le han permitido establecer una sólida, clara, objetiva y perdurable política de estado en materia de relaciones exteriores, desde hace unos años Chile se ha infiltrado en Bolivia confundiendo a su débil democracia, tratando de enfrentar a los bolivianos contra el Perú de una y otra manera, en este caso, con el engaño de que la demanda peruana impide una salida al mar para Bolivia.
Las verdaderas intenciones chilenas son mantener incólume el litoral que robaron a Bolivia, por lo cual, cada vez que los bolivianos piden mar la respuesta chilena es “veamos algo por el norte de Arica, a ver qué dice el Perú”. Cierto es que el Tratado de 1929 prevé que si Chile desea ceder a un tercer país territorio robado a nuestro país (como Arica y Tarapacá), debe consultar al Perú. Cuando en los años setenta el Perú, cansado de estas maniobras dilatorias y engañosas de los chilenos, propuso una salida para Bolivia con soberanía trinacional compartida, Chile la rechazó.
La insistencia de chilenos y bolivianos de dar salida a Bolivia por el norte de Arica es una oscura y repugnante maniobra de ambos países vecinos nuestros de transferir al Perú responsabilidad histórica en el latrocinio del litoral boliviano; todos sabemos que fue Chile, no Perú, quien robó el litoral boliviano. Consecuentemente, los bolivianos deben reclamar lo que les fue usurpado, no lo que pertenece al Perú.
Una de las causas para que esta insólita petición chileno-boliviana se repita una y otra vez radica en la falta de claridad y energía de la diplomacia peruana, la cual, en este asunto, debe declarar pública y contundentemente que no tienen ninguna responsabilidad histórica en la usurpación del litoral boliviano, ni, consecuentemente, en ningún resarcimiento en favor del país altiplánico. Eso debe declararlo de manera inequívoca la Cancillería peruana para que se produzca una clarificación del tema y se evite este tipo de interferencias. Incluso el ex Canciller José De la Puente Rabdil ha precisado esta idea.
Cancillería y el Ejecutivo son un perro del hortelano
El presidente García ha inundado la prensa con sus obtusas historias sobre el perro del hortelano, pero no ve en Cancillería y en el mismo gobierno un gran perro del hortelano, pues siendo de conocimiento público las maniobras internacionales de desinformación de los chilenos, es incapaz de dar una clara explicación a los bolivianos sobre la verdad de la demanda.
Cancillería y el gobierno son un gran perro del hortelano, pues han maniatado a la comisión del Congreso de seguimiento de la demanda ante La Haya y se han opuesto a que difunda en forma paralela la posición peruana. Con este freno a la Comisión cualquiera entendería que Relaciones Exteriores ya emprendió un aplicado y consecuente trabajo y que ya todas las embajadas peruanas han difundido coherentemente las razones históricas y jurídicas que respaldan nuestro planteamiento en este tema. Pero no es así: si no lo han hecho con Bolivia y Chile, menos lo habrán hecho con otros países.
Puesto que se evidencia que nada se ha avanzado ni siquiera con Bolivia, el Congreso está en la obligación de pedir explicaciones sobre los avances realizados —si hay alguno— por Relaciones Exteriores para decir la verdad: Chile viola sistemáticamente los tratados internacionales y el Perú siempre ha sido respetuoso.
Los peruanos mantenemos a los diplomáticos peruanos, por tanto, nos deben explicaciones sobre esta escandalosa omisión.
Con el fin de difundir adecuadamente la posición peruana y poner al descubierto la mala fe y engaños de la diplomacia chilena, el Perú debe difundir nuevamente, con las actualizaciones del caso, la documentación completa que puso en circulación en 1901: Reflexiones sobre una Circular de postguerra, Juan Vicente Ugarte del Pino, La Razón, Lima, 30 de marzo de 2008, pp. 10-11.
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