Por Victor Mejía Franco (1)
Últimamente parecería que nos encontramos en un ajedrez planteado por la diplomacia chilena, experta en doble discurso. Mientras simula respeto a los tratados, hace lo contrario, aprovechando las debilidades de los regímenes políticos que nos han gobernado en los últimos 20 años. Sus temores no obstante son serios, porque el Perú tiene disponibles jugadas insuperables, como son: a) Denunciar el incumplimiento del Tratado de 1929, y b) La sólida base jurídica que abonaría en nuestro favor en el tema de la delimitación marítima, luego de depositar en la ONU la cartografía con las líneas de base, si demostramos que las pretensiones chilenas sobre la supuesta “frontera” según el paralelo geográfico constituyen clara demostración de abuso del derecho que ningún tribunal imparcial avalaría. Precisamente por este temor es que Chile ha tratado de llevar ambos temas a confusión, en su última protesta diplomática.
Frente a estas dos sólidas cartas, Chile sólo tiene cuestiones de hecho: a) La ocupación de un triángulo de tierra tacneña al norte de la línea comprendida entre el Hito No. 1 y el Hito Concordia; y el paralelo geográfico que pasa por el Hito No. 1. Este terreno es de unos 36,700 m2; b) La ocupación de más 37,900 Km2 de mar frente a las Regiones de Tacna, Moquegua y Arequipa, con la pretensión que la frontera marítima sea el paralelo que pasa por el Hito No. 1; y, c) El caso Fujimori. Este desagradable asunto parecería traído de los pelos. Pero ocurre que este sujeto hizo por Chile mucho más de lo que generalmente se reconoce; fue él quien apadrinó la invasión económica chilena que nos agobia y ahora ha de estar pasando su factura. Contra toda lógica, Fujimori tiene seguidores que crearían un problema político si es extraditado. Chile lo sabe y amenaza al Perú con entregarlo favoreciéndose al mismo tiempo con el caos interno que resultaría en el Perú. El Apra se vería precisado a ceder en algún punto controvertido con Chile a cambio que no lo entregue sino que lo expulse al Japòn. Este sería un punto favorable a Chile.
Los jugadores, los cancilleres José Antonio García Belaúnde y Alejandro Foxley, encontrados ahora por el tema del Hito No.1, en realidad estarían coordinando las cosas para satisfacer sus respectivas tribunas pero siempre según sus propias conveniencias políticas. No hay razones para confiar que los intereses del Perú saldrán bien librados en esta oportunidad a menos que nuestra opinión pública se manifieste suficientemente fuerte para disuadir cualquier negociación entreguista, como la que podría vislumbrarse del conjunto de los factores en juego, pese a las ventajas comparativas que ostenta el Perú.
Debemos reconocer que el Canciller García Belaúnde ha hecho un deslinde esclarecedor: La versión chilena de que el Hito No.1 es el inicio de la frontera terrestre con el Perú es violatoria del Tratado de 1929, porque el punto inicial es el Hito de la Concordia, en la orilla del mar según al Acta Demarcatoria de 1930. Lo lógico es tratar de resolver esta diferencia, que no requiere negociación alguna, sino la simple aplicación del Tratado, y para ello basta que el Perú convoque al país Garante.
Pero este temperamento no conviene porque entonces saltarían los otros incumplimientos que Chile viene tratando de burlar particularmente desde 1999. En este oscuro asunto, Chile tiene aliados inconfesos en la cancillería peruana, aquellos que por docilidad con el régimen de entonces avalaron la política fujimorista de dar por cumplidas las obligaciones de Chile derivadas del Tratado de 1929, con una Acta violatoria de dicho Tratado y por lo mismo carente de validez. Estos personajes podrían ser los quintacolumnistas internos de hoy para que el Perú se abstenga de acusar la violación sistemática del Tratado de 1929, pese a que el Canciller peruano ha expresado muy bien que la cuestión del Hito No.1 no debe confundirse con el diferendo marítimo, que tendría que presentase como demanda ante la Corte Internacional de Justicia. Es muy importante que este tema no se mezcle con el primero, como pretenderían Chile y sus incondicionales locales: Chile para confundir y evitarse aparecer como país delincuente violador de tratados, y los “de casa”, en razón de sus respectivos “rabos de paja”.
Entre ellos hay quien escribió ayer en un diario de circulación nacional una buena razón: “…la nota de protesta de la cancillería indicando la inexistencia de una controversia terrestre es acertada. Pero ésta debiera complementarse con la calificación del hecho usurpador, la manipulación del Hito 1 como si fuera el punto inicial de la frontera terrestre y su registro en la ONU. Ello reforzará la objeción peruana al (anterior) registro marítimo chileno…”; y una erronea conclusion: “Si la vía jurídica debe ser mantenida (acudir al Tribunal de La Haya) la adhesión a la Convención del Mar resulta indispensable”.
Lima, 11 de Junio de 2007.
(1) De la Comisión Patriótica para la Defensa del Mar de Grau”, www.victormejia.org