Con 95 años a cuestas, muy bien llevados y con una disciplina intelectual productora de casi 30 libros, Héctor Vargas Haya subraya circunstancias que comprometieron al Perú en caminos de traición flagrante.
Como en nuestro país, lo sabido, de puro sabido se olvida, creemos firmemente que resaltar este tipo de pronunciamientos como el de nuestro entrevistado, Héctor Vargas Haya es una contribución con los más jóvenes y con quienes tienen que aprender de la historia.
Leamos.
“Irónicamente, el Perú ostenta el título de líder del “pacifismo”, por la actitud antipatriótica de ciertos gobernantes, que cedieron o negociaron gran parte de su territorio, a favor de los países vecinos, mediante los llamados “Tratados de Paz”, que no fueron sino botines de guerra”, afirma categórico el prolífico ex presidente de la Cámara de Diputados y escritor Héctor Vargas Haya.
Refiriéndose a esos malos arreglos, don Héctor señala con firmeza: “mediante tales baldones, el país perdió más de 2’500,000 km2, en el curso de la República y el territorio ha quedado reducido a sólo 1’285,000 km2, de 3´800,000 km2, con los que contaba antes de la Declaración de la Independencia.
Y para un abundamiento detallista Vargas Haya señala, así consta de los tratados siguientes:
-Tratado Herrera-Da Ponte Ribeyro, de 23 de octubre 1851, gobierno de Echenique, que bajo el nombre de Convención sobre Comercio y Navegación, entre Perú y Brasil, ocasionó la pérdida de 56,000 km2.
-Tratado Muñoz-Neto, de 27 de marzo de 1867, gobierno de M.I. Prado que ocasionó la entrega a favor de Brasil, de 45,000 km2.
-Tratado de Ancón, de 1883, con el que Miguel Iglesias entregó a Chile, Tacna, Arica y Tarapacá.
-Velarde-Río Branco, de 8 de septiembre de 1908, por el que el Perú perdió 169,000 km2.
-Polo-Bustamante, del 17 de septiembre de 1909, dictadura de Leguía, que cedió 97,000 km2 a favor de Bolivia, firmado en la ciudad de Copacabana.
-Tratado Salomón-Lozano, 1922, por el que Perú vendió la provincia de Leticia, a Colombia.
-Por los tratados con Brasil y Bolivia, tal como señala Basadre en la Historia de la República, pags. 84ª y 85ª, tomo III, la extensión superficial cedida en las áreas de Loreto, Cusco y Puno, fue de 374,062 km2.
De acuerdo con mediciones realizadas en 1897, el área de Loreto era de 897,296 km2, hoy es sólo mide 368,851 km2.
-Protocolo de Río de Janeiro de 1942, a favor de Ecuador, con más de 100,000 km2, en los que se halla Sucumbios, zona petrolera de ese país”.
Prosigue don Héctor su narración puntual:
“Brasil fue la nación que arrebató al Perú las mayores extensiones de territorios en las zonas del Yuruá y y Purús. No fue necesaria guerra alguna, porque la indiferencia y antinacionalismo de ciertos gobiernos fueron suficientes como para suscribir tratados con una impresionante facilidad claudicante.
En el lapso de cincuenta y nueve años, el Brasil se apropió de 270,000 kilómetros cuadrados, en una primera etapa; luego en una segunda, un área de un millón ciento veinte mil kilómetros cuadrados, graciosamente.
Un pasaje histórico que describe el desprecio que en Lima se tenía por el territorio amazónico, fue la respuesta de los que suscribían tratados con tan impresionante facilidad: “son terrenos inservibles”.
En el colmo de la indiferencia y el desprecio que se tenía por los suelos amazónicos, se llegó a suscribir con Bolivia, el 17 de noviembre de 1903, un curioso y escandaloso contrato, conocido como el Tratado de Petrópolis, por el que Bolivia, apropiándose de facto, le cedió a Brasil ciento noventa y un mil kilómetros cuadrados (191,000 km2), que pertenecían al Perú, ante la impavidez peruana”.
A modo de esclarecimiento y apelación a la historia, Vargas Haya agrega: “Durante el Virreinato, la extensión superficial del territorio peruano era de más de tres millones y medio de kilómetros cuadros (3´500,000 km2), que fueron incólumemente mantenidos. La devastación del territorio nacional fue practicada durante la etapa republicana, por sucesivos gobiernos peruanos. Actualmente, como ya se dijo, sólo queda un área de un millón doscientos ochenta y cinco mil kilómetros cuadrados; esta es la verdad monda y lironda”.
Pocos días atrás circuló en las redes sociales cómo poblaciones peruanas en las fronteras extensas con Brasil, acuden al país vecino para encontrar salud en postas bien equipadas, hablan portugués mejor que el castellano y educan a sus niños en escuelas brasileras.
La indiferencia antaña no deja de ser vergonzosamente actual porque a nadie preocupa que este fenómeno se siga produciendo y, por cierto, la llamada a arremeter en la problemática, nos referimos a la Cancillería, exhibe una muy impúdica y reprobable indiferencia.
19.02.2024
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