Benedicto XVI: Vengo como peregrino a Santiago de Compostela
Benedicto XVI comenzó esta mañana el decimoctavo viaje apostólico de su pontificado, que lo lleva a dos localidades de antigua tradición católica en España: Santiago de Compostela, ligada al rito de la peregrinación a la tumba del apóstol Santiago, que celebra el Jubileo y Barcelona, donde el Papa consagrará el templo inacabado de "La Sagrada Familia", 128 años después del inicio de los trabajos, todavía en curso.
Benedicto XVI comenzó esta mañana el decimoctavo viaje apostólico de su pontificado, que lo lleva a dos localidades de antigua tradición católica en España: Santiago de Compostela, ligada al rito de la peregrinación a la tumba del apóstol Santiago, que celebra el Jubileo y Barcelona, donde el Papa consagrará el templo inacabado de "La Sagrada Familia", 128 años después del inicio de los trabajos, todavía en curso.
Santiago de Compostela, primera meta del viaje del Santo Padre, debe su nombre al apóstol Santiago el Mayor y a la frase "campus stellae" (Compostela), en referencia a la estrella que habría indicado el lugar donde se encontraban los restos del apóstol, martirizado en Jerusalén y llegado, milagrosamente, a España. En el sitio del hallazgo, que tuvo lugar en el año 813, el rey Alfonso II mandó edificar una iglesia, confiada a los monjes benedictinos y destruida en el 997 por las tropas musulmanas de Almanzor. Reconstruida por Bermudo II y transformada en lugar de culto pasa a ser la tercera meta de peregrinación después de Jerusalén y Roma. La ciudad y el Camino de Santiago fueron declarados por la Unesco en 1985 "Patrimonio de la Humanidad".
El Papa salió del aeropuerto romano de Fiumicino a las 8,30 y aterrizó a las 11,30 en Santiago de Compostela, donde acudieron a recibirle a la escalerilla del avión Sus Altezas Reales los príncipes de Asturias, don Felipe de Borbón y Borbón y doña Letizia Ortiz Rocasolano, a quienes acompañaba el arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio Barrio.
La ceremonia de bienvenida, que tuvo lugar en el terminal sur del aeropuerto, inaugurado con esa ocasión, contó con la presencia de autoridades del gobierno central, de la Autonomía de Galicia y del ayuntamiento de Santiago, de los cardenales españoles y del comité ejecutivo de la Conferencia Episcopal y algunos centenares de fieles. Tras la interpretación de los himnos nacionales y el discurso del Príncipe de Asturias, el Papa se dirigió a los presentes.
"Vengo como peregrino en este Año Santo Compostelano -dijo- y traigo en el corazón el mismo amor a Cristo que movía al Apóstol Pablo a emprender sus viajes, ansiando llegar también a España. Deseo unirme así a esa larga hilera de hombres y mujeres que, a lo largo de los siglos, han llegado a Compostela desde todos los rincones de la Península y de Europa, e incluso del mundo entero, para ponerse a los pies de Santiago y dejarse transformar por el testimonio de su fe. Ellos, con la huella de sus pasos y llenos de esperanza, fueron creando una vía de cultura, de oración, de misericordia y conversión, que se ha plasmado en iglesias y hospitales, en albergues, puentes y monasterios. De esta manera, España y Europa fueron desarrollando una fisonomía espiritual marcada de modo indeleble por el Evangelio."
"Precisamente como mensajero y testigo del Evangelio -prosiguió- iré también a Barcelona, para alentar la fe de sus gentes acogedoras y dinámicas. Una fe sembrada ya en los albores del cristianismo, y que fue germinando y creciendo al calor de innumerables ejemplos de santidad, dando origen a tantas instituciones de beneficencia, cultura y educación. Fe que inspiró al genial arquitecto Antoni Gaudí a emprender en esa ciudad, con el fervor y la colaboración de muchos, esa maravilla que es el templo de la Sagrada Familia. Tendré la dicha de dedicar ese templo, en el que se refleja toda la grandeza del espíritu humano que se abre a Dios."
"Siento una profunda alegría al estar de nuevo en España, que ha dado al mundo una pléyade de grandes santos, fundadores y poetas, como Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Francisco Javier, entre otros muchos; la que en el siglo XX ha suscitado nuevas instituciones, grupos y comunidades de vida cristiana y de acción apostólica y, en los últimos decenios, camina en concordia y unidad, en libertad y paz, mirando al futuro con esperanza y responsabilidad. Movida por su rico patrimonio de valores humanos y espirituales, busca asimismo superarse en medio de las dificultades y ofrecer su solidaridad a la comunidad internacional."
"Estas aportaciones e iniciativas de vuestra dilatada historia, y también de hoy, junto al significado de estos dos lugares de vuestra hermosa geografía que visitaré en esta ocasión, me dan pie para ensanchar mi pensamiento a todos los pueblos de España y de Europa. Como el Siervo de Dios Juan Pablo II, que desde Compostela exhortó al viejo Continente a dar nueva pujanza a sus raíces cristianas, también yo quisiera invitar a España y a Europa a edificar su presente y a proyectar su futuro desde la verdad auténtica del hombre, desde la libertad que respeta esa verdad y nunca la hiere, y desde la justicia para todos, comenzando por los más pobres y desvalidos. Una España y una Europa no sólo preocupadas de las necesidades materiales de los hombres, sino también de las morales y sociales, de las espirituales y religiosas, porque todas ellas son exigencias genuinas del único hombre y sólo así se trabaja eficaz, íntegra y fecundamente por su bien", concluyó el pontífice, añadiendo al final de su discurso unas palabras en gallego:
"Benqueridos amigos, reitérovos o meu agradecemento pola vosa amable benvida e a vosa presencia neste aeroporto. Renovo o meu agarimo e proximidade aos amadísimos fillos de Galicia, de Cataluña e dos demais pobos de España. Ao encomendar à intercesión do Apóstolo Santiago a miña estadía entre vós, prégolle a Deus que as suas bendicións vos alcancen a todos. Moitas gracias" (Queridos amigos, os reitero mi agradecimiento por vuestra amable bienvenida y vuestra presencia en este aeropuerto. Renuevo mi cariño y cercanía a los amadísimos hijos de Galicia, de Cataluña y de los demás pueblos de España. Al encomendar a la intercesión de Santiago Apóstol mi estancia entre vosotros, suplico a Dios que sus bendiciones alcancen a todos. Muchas gracias).
Acabada la ceremonia, el Papa y los Príncipes de Asturias mantuvieron un breve coloquio privado en la Sala de las Autoridades del aeropuerto. Después, el Santo Padre se trasladó en papamóvil a la catedral de Santiago de Compostela.
El Papa salió del aeropuerto romano de Fiumicino a las 8,30 y aterrizó a las 11,30 en Santiago de Compostela, donde acudieron a recibirle a la escalerilla del avión Sus Altezas Reales los príncipes de Asturias, don Felipe de Borbón y Borbón y doña Letizia Ortiz Rocasolano, a quienes acompañaba el arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio Barrio.
La ceremonia de bienvenida, que tuvo lugar en el terminal sur del aeropuerto, inaugurado con esa ocasión, contó con la presencia de autoridades del gobierno central, de la Autonomía de Galicia y del ayuntamiento de Santiago, de los cardenales españoles y del comité ejecutivo de la Conferencia Episcopal y algunos centenares de fieles. Tras la interpretación de los himnos nacionales y el discurso del Príncipe de Asturias, el Papa se dirigió a los presentes.
"Vengo como peregrino en este Año Santo Compostelano -dijo- y traigo en el corazón el mismo amor a Cristo que movía al Apóstol Pablo a emprender sus viajes, ansiando llegar también a España. Deseo unirme así a esa larga hilera de hombres y mujeres que, a lo largo de los siglos, han llegado a Compostela desde todos los rincones de la Península y de Europa, e incluso del mundo entero, para ponerse a los pies de Santiago y dejarse transformar por el testimonio de su fe. Ellos, con la huella de sus pasos y llenos de esperanza, fueron creando una vía de cultura, de oración, de misericordia y conversión, que se ha plasmado en iglesias y hospitales, en albergues, puentes y monasterios. De esta manera, España y Europa fueron desarrollando una fisonomía espiritual marcada de modo indeleble por el Evangelio."
"Precisamente como mensajero y testigo del Evangelio -prosiguió- iré también a Barcelona, para alentar la fe de sus gentes acogedoras y dinámicas. Una fe sembrada ya en los albores del cristianismo, y que fue germinando y creciendo al calor de innumerables ejemplos de santidad, dando origen a tantas instituciones de beneficencia, cultura y educación. Fe que inspiró al genial arquitecto Antoni Gaudí a emprender en esa ciudad, con el fervor y la colaboración de muchos, esa maravilla que es el templo de la Sagrada Familia. Tendré la dicha de dedicar ese templo, en el que se refleja toda la grandeza del espíritu humano que se abre a Dios."
"Siento una profunda alegría al estar de nuevo en España, que ha dado al mundo una pléyade de grandes santos, fundadores y poetas, como Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Francisco Javier, entre otros muchos; la que en el siglo XX ha suscitado nuevas instituciones, grupos y comunidades de vida cristiana y de acción apostólica y, en los últimos decenios, camina en concordia y unidad, en libertad y paz, mirando al futuro con esperanza y responsabilidad. Movida por su rico patrimonio de valores humanos y espirituales, busca asimismo superarse en medio de las dificultades y ofrecer su solidaridad a la comunidad internacional."
"Estas aportaciones e iniciativas de vuestra dilatada historia, y también de hoy, junto al significado de estos dos lugares de vuestra hermosa geografía que visitaré en esta ocasión, me dan pie para ensanchar mi pensamiento a todos los pueblos de España y de Europa. Como el Siervo de Dios Juan Pablo II, que desde Compostela exhortó al viejo Continente a dar nueva pujanza a sus raíces cristianas, también yo quisiera invitar a España y a Europa a edificar su presente y a proyectar su futuro desde la verdad auténtica del hombre, desde la libertad que respeta esa verdad y nunca la hiere, y desde la justicia para todos, comenzando por los más pobres y desvalidos. Una España y una Europa no sólo preocupadas de las necesidades materiales de los hombres, sino también de las morales y sociales, de las espirituales y religiosas, porque todas ellas son exigencias genuinas del único hombre y sólo así se trabaja eficaz, íntegra y fecundamente por su bien", concluyó el pontífice, añadiendo al final de su discurso unas palabras en gallego:
"Benqueridos amigos, reitérovos o meu agradecemento pola vosa amable benvida e a vosa presencia neste aeroporto. Renovo o meu agarimo e proximidade aos amadísimos fillos de Galicia, de Cataluña e dos demais pobos de España. Ao encomendar à intercesión do Apóstolo Santiago a miña estadía entre vós, prégolle a Deus que as suas bendicións vos alcancen a todos. Moitas gracias" (Queridos amigos, os reitero mi agradecimiento por vuestra amable bienvenida y vuestra presencia en este aeropuerto. Renuevo mi cariño y cercanía a los amadísimos hijos de Galicia, de Cataluña y de los demás pueblos de España. Al encomendar a la intercesión de Santiago Apóstol mi estancia entre vosotros, suplico a Dios que sus bendiciones alcancen a todos. Muchas gracias).
Acabada la ceremonia, el Papa y los Príncipes de Asturias mantuvieron un breve coloquio privado en la Sala de las Autoridades del aeropuerto. Después, el Santo Padre se trasladó en papamóvil a la catedral de Santiago de Compostela.