Por Amy Goodman.
En la madrugada del 17 de marzo, el ex presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide abordó un pequeño avión junto con su familia en Johannesburgo. A la mañana siguiente llegó a Haití. Habían pasado más de siete años desde que fue secuestrado de su casa en Haití tras un golpe de Estado que contó con el apoyo de Estados Unidos. En 2010, Haití fue azotado por un terrible terremoto que dejó un saldo de más de 300.000 muertos y un millón y medio de personas sin hogar. Una epidemia de cólera llevada al país por las fuerzas de ocupación de la misión de Naciones Unidas podría haber contagiado a casi 800.000 personas. La mayoría de la población vive con menos de un dolar diario. Ahora Aristide, por lejos la figura más popular de Haití en la actualidad y el primer presidente electo democráticamente de la primera república negra del mundo, regresó a su país.
“Bon Retou Titid” (“Buen retorno, Titid”, la forma afectuosa para
referirse a Aristide) decían los carteles y coreaba la gente en Puerto
Príncipe, mientras miles se congregaron para acompañar a Aristide desde
el aeropuerto Toussaint L’Ouverture hasta su casa. L’Ouverture encabezó
el levantamiento esclavo que fundó Haití en 1804. Tuve la oportunidad de
viajar junto con Aristide, su esposa, Mildred, y sus dos hijas desde
Johannesburgo a Haití en el pequeño avión proporcionado por el gobierno
de Sudáfrica. Fue mi segundo vuelo junto a ellos. En marzo de 2004, la
familia Aristide intentó regresar del exilio forzoso en la República
Centroafricana, pero nunca logró regresar a Haití. El entonces
Secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, y otros
funcionarios estadounidenses advirtieron a Aristide que se mantuviera
lejos del Hemisferio Occidental. La familia Aristide no hizo caso a
dicha presión, e hizo una parada en Jamaica antes de viajar a Sudáfrica,
donde permaneció hasta el fin de semana pasado.
Justo antes de las elecciones de este domingo en Haití, el Presidente
René Preval le dio a Aristide el pasaporte diplomático que le había
prometido hacía mucho tiempo. Dos meses antes, el 19 de enero, el
entonces portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, P.J.
Crowley, escribió en Tweeter, en referencia a Aristide: “Hoy Haití
necesita mirar hacia el futuro, no al pasado”. Mildred Aristide se
sintió indignada por este comentario. Cuando la entrevisté en el avión,
minutos antes de su regreso a Haití, dijo que Estados Unidos había dicho
eso desde que obligaron a su esposo a salir del país en 2004: “Cuando
estábamos en la República Centroafricana, alguien nos dio un libro sobre
Barthélemy Boganda, el fundador de la República Centroafricana y el
precursor de su independencia, porque en última instancia murió antes de
que la República Centroafricana lograra su independencia de Francia. Y
había una oración en el libro que me dejó paralizada. Se cuestionaba a
Boganda por continuar siendo crítico de las relaciones entre la Francia
colonial y la República Centroafricana, y le decían 'Estás hablando del
pasado'. A lo que Boganda replicó: 'Dejaría de hablar del pasado, si no
estuviera tan presente'”.
Mark Toner, el nuevo portavoz del Departamento de Estado, dijo la semana
pasada: “El ex Presidente Aristide eligió permanecer fuera de Haití por
siete años. Que regrese esta semana solamente podría ser considerado
como una decisión consciente de tener un impacto en las elecciones de
Haití.”
Jean-Bertrand Aristide no eligió irse ni permanecer fuera de Haití, y el
gobierno de Obama lo sabe. El 29 de febrero de 2004, Luis Moreno, el
número 2 de la Embajada de Estados Unidos en Haití, fue a la casa de la
familia Aristide y los llevó por la fuerza al aeropuerto. Frantz Gabriel
era el guardaespaldas personal de Aristide en 2004. Lo conocí cuando
estuve con la familia Aristide en la República Centroafricana, y lo
volvía ver el viernes cuando la familia Aristide regresó a Haití.
Recordó: “El presidente no se fue voluntariamente, porque todos los que
vinieron a acompañar al presidente hasta el aeropuerto eran militares.
Yo estuve en las fuerzas armadas de Estados Unidos y se cuál es el
aspecto de un oficial de infantería, y también sé cuál es el aspecto de
un oficial de las fuerzas especiales. Lo que me llamó la atención fue
que cuando abordamos el avión, todos se cambiaron el uniforme y se
pusieron vestimenta civil. Y en ese momento supe que se trataba de una
operación especial”.
Estados Unidos continúo impidiendo el regreso del Presidente Aristide
durante los siguientes siete años. Precisamente la semana pasada el
Presidente Barack Obama llamó al Presidente sudafricano Jacob Zuma para
expresar su “profunda preocupación” ante el posible regreso de Aristide,
y presionó a Zuma para que impidiera que viajara. Zuma tiene el mérito
de haber ignorado la advertencia. Cables diplomáticos estadounidenses
publicados por WikiLeaks revelan que durante muchos años hubo maniobras
consensuadas para impedir el regreso de Aristide a Haití, entre ellas el
castigo diplomático a cualquier país que ayudara a Aristide, e incluso
la amenaza de bloquear el ingreso de Sudáfrica en el Consejo de
Seguridad de la ONU.
Luego de aterrizar en Puerto Príncipe, Aristide no perdió el tiempo. Se
dirigió al pueblo haitiano desde el aeropuerto. Sus palabras tocaron un
punto fundamental de las elecciones que acaban de llevarse a cabo en ese
país: que su partido político, el partido más popular de Haití, Fanmi
Lavalas, está proscrito, fue excluido de las elecciones. Aristide dijo:
“El problema es la exclusión, y la solución es la inclusión. La
exclusión de Fanmi Lavalas es la exclusión de la mayoría. La exclusión
de la mayoría significa que están excluyendo exactamente a la rama sobre
la cual todo estamos sentados. El problema es la exclusión. La solución
es incluir a todos los haitianos sin discrmininación, porque todos
somos personas”. Al reencontrarse con el país que no había visto durante
siete años, el Presidente Aristide expresó: “Haití, Haití, cuánto más
lejos estoy de tí, más me cuesta respirar. Haití, te quiero y siempre te
querré. Siempre”.