Más de millón y medio de fieles en beatificación de Juan Pablo II

Juan Pablo II fue declarado beato en medio de una gigantesca masa de más de un millón y medio de fieles que se congregaron alrededor de la basílica de San Pedro.

 


La plaza de San Pedro fue adornada con una gigantografía de Juan Pablo II en la fachada de la basílica de San Pedro, después que Benedicto XVI pronunció  la fórmula de beatificación.

La fiesta del nuevo beato será el 22 de octubre, pero no será declarado santo si no se comprueban nuevos milagros que sean verificados mediante un proceso.

La religiosa polaca Tobiana Sobotka, quien administró el apartamento de Juan Pablo II durante casi treinta años y la religiosa francesa Marie Simon-Pierre, curada milagrosamente de su párkinson por intercesión de Juan Pablo II, llevaron su reliquia hasta el Papa y después el altar.


Benedicto XVI besó el relicario en forma de ramos de olivo entrelazados que contiene un tubo transparente con una muestra de sangre extraída a Juan Pablo II poco antes de su fallecimiento para estudiar la posibilidad de una transfusión que ya no llegó a realizarse. La sangre se mantiene líquida por acción de los anticoagulantes empleados en el momento de la extracción.

Tras la presentación del relicario, dos niñas colocaron flores delante de éste.

Esta es la primera vez que un Papa eleva a los altares a su predecesor desde hace mil años, y es la beatificación más rápida de la historia desde que el Vaticano creó reglas para los procesos.

Durante la Santa Misa, el Papa inició su homilía recordando la gran manifestación de cariño durante los funerales del extinto Papa, realizados en la misma plaza “percibíamos el perfume de su santidad, y el pueblo de Dios manifestó de muchas maneras su veneración hacia él”.

Como se recuerda, la multitud, en la cual había, como ahora, gran cantidad de polacos, reclamaba en los funerales con carteles: “Santo Súbito”, “¡Santo, ya!”, pidiendo que se proceda cuanto antes a su canonización.

El culto público del nuevo beato se limita a la diócesis que promueve la causa, en este caso la de Roma, pero se ha hecho una excepción para incluir a toda Polonia.

Pero fieles de todo el mundo esperan que se produzca un milagro que permita la canonización y, así el culto se autoriza a todo el planeta.

Benedicto XVI subrayó la coincidencia, pues se celebraba también el domingo de la Divina Misericordia, instituido por Juan Pablo II, y la fiesta del trabajo del uno de mayo, una fecha muy significativa para el nuevo beato, que había sido obrero y que escribió la encíclica “Laborem Exercens” sobre el trabajo humano.

El Romano Pontífice también recordó la coincidencia de que la beatificación tenga lugar en el primer día del mes mariano, pues Karol Wojtyla amaba tiernamente a la Virgen María, cuya inicial llevaba en su escudo junto con el lema “Totus Tuus”, “Todo Tuyo”.

El Papa elogió a su predecesor recordado que en la misa de inauguración del Pontificado el 22 de octubre de 1978, Juan Pablo II “abrió a Cristo la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos, invirtiendo con la fuerza de un gigante, fuerza que le venía de Dios, una tendencia que podía parecer irreversible”.


El Santo Padre dijo que Juan Pablo II ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos, de pertenecer a la Iglesia, de hablar del Evangelio. En una palabra, ayudó a no tener miedo a la verdad, porque la verdad es garantía de libertad”.

Tras el saludo final a los peregrinos, Su Santidad entró en la basílica, seguido de los cardenales  para venerar el féretro del nuevo beato, situado en el centro de la basílica, ante el altar de la Confesión. Benedicto XVI rezó de rodillas largo tiempo y luego los cardenales, muchos besaron el féretro.

Finalmente llegó el turno para el homenaje de los
fieles. Las puertas de la basílica permanecerán abiertas día y noche durante dos días para que todos puedan homenajear al nuevo beato antes del traslado del féretro a su lugar definitivo en la Capilla de San Sebastián, contigua a la Piedad de Miguel Ángel.