La ecología humana es un imperativo
 
El Papa recibió esta mañana las cartas credenciales de seis nuevos embajadores ante la Santa Sede: Stefan Gorda, de Moldavia; Narciso Ntugu Abeso Oyana, de Guinea Ecuatorial; Henry Llewellyn Lawrence, de Belice; Hussan Edin Aala, de la República árabe de Siria; Geneviève Delali Tsegah, de Ghana y George Robert Furness Troup, de Nueva Zelanda.

El Santo Padre pronunció un discurso común para todos los nuevos diplomáticos y después entregó a cada uno un discurso específico para la nación que representaban.
 
Refiriéndose a las "innumerables tragedias que han afectado a la naturaleza, la tecnología y los pueblos" en el primer semestre de este año, Benedicto XVI señaló que "los Estados deberían reflexionar juntos sobre el futuro a corto plazo del planeta, sus responsabilidades con respecto a nuestra vida y a las tecnologías".
 
"La ecología humana -afirmó- es un imperativo. Adoptar un estilo de vida que respete el medio ambiente y apoye la investigación y la explotación de energías limpias que preserven el patrimonio de la creación y sean inofensivas para los seres humanos, deben ser prioridades políticas y económicas".
 
El Papa subrayó que es necesario "un cambio de mentalidad" para "llegar rápidamente a un estilo de vida global que respete la alianza entre el hombre y la naturaleza, sin la cual la familia humana puede desaparecer. (...) Todos los gobiernos se deben comprometer a proteger la naturaleza para que pueda desempeñar su papel esencial en la supervivencia de la humanidad. Las Naciones Unidas parecen ser el marco natural para una reflexión de este tipo, que no sea oscurecida por motivos políticos y económicos ciegamente partidistas, privilegiando la solidaridad por encima de intereses particulares".
 
"También conviene interrogarse -continuó- sobre el papel apropiado de la tecnología", porque "creer que es el agente exclusivo de progreso o de la felicidad, lleva a una mercantilización del hombre que conduce a la ceguera y a la miseria. (...) La técnica que domina al ser humano le priva de su humanidad. El orgullo que engendra ha creado en nuestras sociedades un economicismo empecinado y un hedonismo que determina subjetiva y egoístamente los comportamientos. El debilitamiento de la primacía del hombre provoca una pérdida del sentido de la vida".
 
Benedicto XVI puso de relieve que "es urgente llegar a conjugar la tecnología con una fuerte dimensión ética. (...) La técnica debe ayudar a la naturaleza a desarrollarse en la línea prevista por el Creador. Al trabajar juntos, el investigador y el científico se adhieren al plan de Dios, que ha querido que el hombre sea la cumbre y el administrador de la creación. Las soluciones basadas en este fundamento protegerán la vida humana y su vulnerabilidad, así como los derechos de las generaciones presentes y futuras".
 
"Los gobiernos deben promover un humanismo que respete la dimensión espiritual y religiosa del hombre, porque la dignidad de la persona humana no varía con la fluctuación de las opiniones. Respetar sus aspiraciones a la justicia y a la paz permite la construcción de una sociedad que se promueve por sí misma, cuando sostiene a la familia o cuando rechaza, por ejemplo, la primacía exclusiva del dinero".
 
El Papa concluyó haciendo hincapié en que "la vida social se debe considerar sobre todo como una realidad de orden espiritual, los responsables políticos tienen la misión de guiar a los pueblos a la armonía humana y a la sabiduría tan deseadas, que deben culminar en la libertad religiosa, rostro auténtico de la paz".
 
En su discurso al embajador de Moldavia, después de auspiciar la entrada del país en la "casa común europea", el Papa manifiesta su agrado por "el reconocimiento jurídico de la Iglesia Católica, su organización progresiva y la construcción de nuevas iglesias, entre las cuales la catedral; hechos que demuestran la excelencia del diálogo y la colaboración entre las instituciones civiles y la Iglesia Católica". Asimismo el Santo Padre invita a las autoridades de Moldavia a resolver algunos problemas derivados del pasado y a "encontrar soluciones satisfactorias, justas y equitativas acerca del patrimonio eclesiástico confiscado para permitir que la Iglesia Católica disponga de medios para cumplir su misión, no sólo en el ámbito religioso, sino también en el educativo, sanitario y caritativo".
 
"En el perfeccionamiento de la sociedad y en el despliegue de nuevas estructuras capaces de darle una trama más flexible, no faltará a los hijos de Guinea Ecuatorial -dice Benedicto XVI al embajador de esa nación- la presencia animadora de la Iglesia, infundiendo la luz de la fe en Cristo". "No se puede dejar de notar con viva complacencia -agregó- los esfuerzos llevados a cabo para recuperar y reestructurar muchos lugares de culto, así como las iniciativas emprendidas para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, especialmente de aquellos que tienen grandes dificultades para vivir de manera digna".
 
El pontífice subraya en su discurso al representante diplomático de Belice que "la libertad de religión y de culto permiten a los creyentes madurar como personas y contribuir positivamente a la vida del país en todas las esferas. ¡Que su país sea a este respecto un ejemplo para todas las naciones vecinas y para cuantos pretenden disminuir las consecuencias de esos derechos y sus correspondientes valores!".
 
"Siria ha sido tradicionalmente un ejemplo de tolerancia, convivencia y relaciones armoniosas entre cristianos y musulmanes y hoy en día las relaciones ecuménicas e interreligiosas son buenas", dice el Papa al embajador sirio, para observar después que "los acontecimientos de los últimos meses en algunos países cercanos al Mediterráneo, entre ellos Siria, manifiestan el deseo de un porvenir mejor en los ámbitos de la economía, la justicia, la libertad y la participación en la vida pública. Esos hechos demuestran también la urgente necesidad de reformas verdaderas en la vida política, económica y social. No obstante, es altamente deseable que esa evolución no se realice en un clima de intolerancia, discriminación o conflicto y todavía menos, de violencia, sino en un clima de respeto absoluto de la verdad, la coexistencia, los derechos legítimos de la persona y los colectivos y de la reconciliación. Esos son los principios que deben guiar a las Autoridades, teniendo siempre en cuenta las aspiraciones de la sociedad civil y las instancias internacionales".
 
En el discurso al embajador de Ghana, el Santo Padre elogia la capacidad demostrada por el país para superar con rapidez "los obstáculos en el camino hacia el progreso social, económico y político", auspiciando que ese proceso "sea coronado por el logro positivo de las próximas elecciones, de modo que el marco legislativo y administrativo de la nación se consolide con una cultura de participación responsable y activa de los ciudadanos en el desarrollo de la libertad, la justicia y la paz del país".
 
Por último, el Papa expresa al representante de Nueva Zelanda su solidaridad con los afectados por el terremoto del 22 de febrero, y recordó que "debido a su posición geográfica, algunos países vecinos, entre ellos los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo miran a Nueva Zelanda como un ejemplo de estabilidad política, de estado de derecho y elevado nivel económico y social. (...) Esto otorga a su nación una responsabilidad moral particular. Fiel a sus mejores tradiciones, Nueva Zelanda está llamada a utilizar su influyente posición en beneficio de la paz y la estabilidad de la región, para la incentivación de instituciones democráticas maduras y estables y para la promoción de auténticos derechos humanos y un desarrollo económico sostenible".