Una fecha emblemática

Por Adrián Mac Liman*

La mayoría de los analistas políticos coincide en que el Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP), liderado por el actual Primer Ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, se alzará con la victoria en las próximas elecciones legislativas, que se celebrarán el próximo día 12 de junio. Sería éste el tercer éxito electoral de la agrupación de corte islámico que irrumpió en la vida pública del país otomano a finales de 2002, tras el descalabro sufrido por partidos tradicionales, completamente desacreditados por los escándalos de corrupción y la falta de liderazgo político. En aquél entonces, el fenómeno AKP logró adueñarse de un espacio político deshabitado. Para los pobladores de Turquía empezaba una nueva etapa; la era de la transparencia y la honradez. Al menos, estas fueron las consignas de la primera campaña electoral de Erdogan.

El Primer Ministro otomano se ha fijado una meta: presidir los actos conmemorativos del centenario de la creación de la Turquía moderna. De hecho, el lema de su campaña actual es: “Objetivo 2023”. Una fecha emblemática.

Aparentemente, la estrategia ideada por el equipo del AKP es sencilla. En el caso de ganar los comicios, como previsto, el Primer Ministro tratará de impulsar la redacción de una nueva Carta Magna que avale un modelo presidencialista, parecido al francés o al norteamericano, y que recorte los poderes del Parlamento. Una vez aprobada la nueva Constitución, Erdogan podría presentarse, dotado de plenos poderes constitucionales,  a las elecciones presidenciales de 2014, ocupando el cargo que hoy en día ostenta su correligionario Abdallah Güll. Los politólogos israelíes se hacen eco del malestar provocado en Tel Aviv por la crisis de la flotilla de Gaza, tachando la maniobra del Erdogan de… “putinismo”. Aluden, claro está, a la maniobra de Vladimir Putin al decantarse por compartir el poder con su socio y amigo Vladimir Medvedev.

Pero Turquía no es Rusia. Las preocupaciones de la opinión pública otomana son, sin duda, diferentes. Los logros del equipo de gobierno del AKP avalan la buena gestión de los militantes islámicos. En la última década, Turquía se ha convertido en la 17ª potencia económica mundial (y 6ª de Europa). Merced a la hábil actuación de su diplomacia, el país de Atatürk vuelve a ocupar un destacado lugar tanto a escala regional como internacional. A la ampliación de las prestaciones sociales destinadas a las capas más desfavorecidas de la población se suma la Gran Amnistía Fiscal, que perdona parte de la deuda de los contribuyentes y sienta nuevas bases para las relaciones de la ciudadanía con Hacienda.

Otro detalle importante es la normalización de las hasta ahora conflictivas relaciones entre Ankara y la minoría kurda. En los últimos años, los kurdos han logrado el reconocimiento de sus derechos lingüísticos. Su lengua y cultura se enseñan en las universidades; la televisión oficial emite programas en kurdo durante 24 horas, las localidades recuperan su denominación en el idioma vernáculo. También es cierto que la comunidad kurda no cuenta con la totalidad de derechos civiles y políticos. Sin embargo, hay quien estima que la situación ha experimentado una notable mejoría.

Entre las preocupaciones de los partidos de oposición figura también el ambicioso programa atómico del Gobierno Erdogan, que contempla la instalación de reactores nucleares en Akkuyu, Sinop y Iğneada. Los miembros del Partido Republicano del Pueblo (CHP) hacen hincapié en el hecho de que Akkuyu se encuentra en las inmediaciones de la falla volcánica de Ecemiş, lo que implica un gran peligro para la seguridad de la población.

Sin embargo, hay otros temas que irritan mucho más a la oposición, empezando por las prerrogativas que tiene el actual Ejecutivo para el nombramiento de jueces y fiscales, lo que podría llevar, según los detractores del AKP, a la desaparición progresiva de la separación de poderes, convirtiendo a Turquía en un Estado más centralizado y menos plural.

Unos apuntes más: la reciente prohibición de la venta y el consumo de alcohol en lugares públicos, vigente desde el pasado mes de enero, la posible penalización del adulterio, la supervisión y vigilancia de Internet, la destrucción de manuscritos “no publicados” de algunos periodistas poco afines al régimen, la detención y el enjuiciamiento de militantes políticos y miembros de las Fuerzas Armadas acusados de pertenecer a la organización “Ergenekon”, supuestamente involucrada en los preparativos de un golpe de Estado. Cara y cruz de la misma moneda. Luces y sombras del país otomano…

Objetivo 2023. Una fecha emblemática.

* Analista político internacional, Centro de Colaboraciones Solidarias