Tras la ceremonia del matrimonio del príncipe Alberto II de Mónaco y la princesa Charlène, realizada en el palacio del principado, ambos se dirigieron a la iglesia de Santa Devota, patrona de Mónaco, donde Charlene dejó su ramo.
A bordo de un auto ecológico, un híbrido Lexus LS 600h L modificado de forma original para este día, de modo que la parte de los pasajeros se vea descubierta, recorrieron la avenida de la Porte-Neuve, el Puerto y Boulevard Albert II y sentir el calor de los monegascos.
En anta Devota fueron recibidos con una breve ceremonia oficiada por monseñor Fabrice Gallo.
Entonces Charlène desfogó la tensión que la aplastaba todo este tiempo y estalló en lágrimas mientras se entonaba una canción a Santa Devota.
Su marido, el príncipe Alberto, trató de tocar sus manos y calmarla, pero ante el persistente llanto de Charlène, el príncipe no pudo ocultar gestos de enfado mientras Charlene enjugaba sus lágrimas con un pañuelo. 
Ya más calmada Charlène salió sin soltar el brazo de su marido a la puerta. Allí les esperaban decenas de ciudadanos que pudieron presenciar el segundo beso de la pareja que respondió así a las peticiones que les lanzaban. Charlène es ya la princesa de todos los monegascos y por eso ellos no se podían quedar sin una muestra de cariño. Así que les mandó un beso con la mano, todo es poco para corresponder al calor de todo un pueblo.
Cuenta la historia que Santa Devota era una joven cristiana originaria de Corsica, que fue martirizada por Barbarus, prefecto de los emperadores romanos Diocleciano y Maximiano (en una fecha estimada entre los años 303 y el 304). Su cuerpo, fue ocultado por los creyentes, lo pusieron en una barca con destino a África, pero vientos adversos llevaron el bote a Mónaco y su cuerpo fue enterrado en una capilla cerca del puerto. Su festividad se celebra el 27 de junio.
Finalmente, se dirigieron al palacio y tomarse las fotografías oficiales y prepararse para el banquete de boda que concluirá con un broche de oro en forma de espectáculo pirotécnico.
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