Por Don Babwin
A primera vista, el cierre parcial del gobierno estadounidense podría parecer una disputa entre los políticos de Washington, pero en realidad afectó la vida de millones de ciudadanos comunes de forma sutil.
Una de las áreas afectadas, por ejemplo, fue la inspección de alimentos. La carne en los platos estaba perfectamente a salvo, ya que sus inspectores son considerados "empleados esenciales", pero los inspectores de otros alimentos, como frutas o huevos, fueron separados de sus cargos temporalmente.
La Administración de Alimentos y Medicinas, que en el año fiscal 2012 realizó más de 21.000 inspecciones o contrató a otras agencias para esa labor, postergó muchas revisiones en plantas procesadoras, instalaciones de lácteos y otros locales alimenticios. En total, 976 de los 1.602 inspectores de esa dependencia fueron suspendidos temporalmente de sus trabajos.
Otro aspecto que resultó afectado fueron las condiciones laborales. Por ejemplo, si un empleado hispano o negro fue víctima de insultos racistas en su lugar de trabajo, en estos días tenía menos recursos públicos disponibles para presentar una queja.
La Comisión para la Igualdad en el Empleo dejó de emitir cartas en las que certifica el derecho a presentar una demanda, y por lo tanto un trabajador no podía presentar su queja ante un tribunal federal, dijo Peter Siegelman, experto en asuntos de discriminación laboral que enseña en la Facultad de Derecho de la Universidad de Connecticut.
La Agencia Supervisora de Condiciones Laborales e Higiénicas no pudo hacer sus inspecciones de costumbre. Una de las consecuencias de esto fue que personas que no estaban capacitadas para trabajar con ciertos equipos podían hacerlo.
"Una tarde, recibimos una denuncia de un restaurante porque un chico de 14 años estaba operando un mezclador de masa de pan", dijo James Yochim, subdirector del departamento de sueldos y horarios laborales del Departamento de Trabajo de Estados Unidos en Springfield, Illinois. "No pudimos salir allí y realizar nuestra investigación".
En su mayor parte, el tránsito no sufrió perturbaciones. Los controladores de tráfico aéreo acudieron a trabajar y los despegues y aterrizajes continuaron sin novedad. Los trenes funcionaron sin complicación.
Pero si hubiera ocurrido algún accidente, la información no podía llegar a los usuarios.
Eso fue lo que pasó en el caso de un tren en Chicago que, por razones que se desconocen, se soltó y se deslizó por los rieles hasta chocar contra otro tren, lo que dejó varios pasajeros heridos. La Junta Nacional para la Seguridad en el Transporte pudo enviar inspectores, pero no había empleados que dieran la información al público.
En las escuelas también se sintieron los efectos.
Los alumnos podían ir a clases, pero después, al llegar a la casa y hacer sus deberes, cuando encendían la computadora no podían acceder a ciertos cibersitios.
Linda Koplin, una maestra de matemáticas en Oak Park, Illinois, les encargó a sus alumnos averiguar a qué altura sobre el nivel del mar estaban varias ciudades.
Los estudiantes pudieron hallar las cifras de las ciudades en los demás países, pero no en Estados Unidos porque los sitios de internet de las agencias oficiales estaban cerrados, dijo Koplin.
Associated Press