Hombre rico, hombre pobre

Ana Muñoz Álvarez *

“Al principio me daba vergüenza, pero al tiempo te das cuenta que hay más gente como tú”. Este es el testimonio de Marco, que acude cada día a comer a un comedor social de la ciudad de Valencia (España). Más de ocho millones de personas en España son pobres y otro millón y medio vive en bajo el umbral de la pobreza extrema, según el último informe realizado por Foessa sobre la exclusión y el desarrollo en España.


Familias de clase media con varios hijos y rentas bajas, familias con el padre en paro, jóvenes con trabajos con baja remuneración, divorciados con grandes cargas económicas… son los nuevos perfiles. La pobreza ya no tiene ropas sucias y aspecto desaliñado, como el que veíamos en las calles de las grandes ciudades. Hoy en los comedores o roperos sociales no se distingue a la persona que reparte los alimentos y la ropa de aquellos que la reciben. Desde hace unos años, organizaciones sociales denuncian que los perfiles de la pobreza estaban cambiando y que cada vez había más mujeres en la calle, más inmigrantes (cerca del 50% de las personas sin hogar), más jóvenes… Personas que hasta hace unos años no tenían nada que ver con el mundo de la marginación. Antes, explica un religioso que trabaja con personas sin hogar, “por el pelo sabías si alguien vivía en la calle. Si lleva el pelo limpio, es que tiene una ducha y una casa”.

La crisis no es ya una realidad que sólo afecte a la gran banca y a los mercados de valores. Ya es tangible. La crisis está afectando al bolsillo de las personas. Organizaciones como Cáritas han visto aumentar en cerca del 95% en la demanda de alimentos, un 93% para transporte y el 43% en ropa y calzado. Y explican que desde hace unos meses, los centros han comenzado a recibir peticiones de ayuda de personas que no son las habituales de los servicios sociales. No obstante, organizaciones como SOLIDARIOS, que trabajan en la atención a personas que viven en la calle, aún no han notada que haya aumentado el número de personas que duermen en las aceras. Aunque como Cáritas denunció hace dos semanas, el 40% de los hogares españoles puede entrar en situación de vulnerabilidad en los próximos meses.

Entre estos hogares, también se encuentran, según el informe Foessa, “viejas formas de pobreza que se consideraban superadas”, como los de las personas mayores. Cerca de dos millones de mayores en España viven en el umbral de la pobreza, según Cáritas, y el 75% de las personas mayores tiene problemas para que no les falte dinero, según la Fundación Empresa y Sociedad. Un 20% de estos mayores no cuentan con calefacción ni con agua caliente en sus viviendas.

Los inmigrantes son otro de los grupos vulnerables. La expansión económica y el empleo de España y de Europa fueron un reclamo para inmigrantes de países empobrecidos. Hoy son los primeros en sufrir la crisis y el desempleo.

Después de diez años de generación de riqueza y de desarrollo en España, los índices de desigualdad y de pobreza se mantienen, según constatan los expertos de Foessa. Y explican que la experiencia española pone en entredicho el modelo de bienestar basado en altas tasas de crecimiento y beneficio empresarial.

Esta crisis mundial y sus consecuencias hacen que las voces más críticas de la sociedad civil hablen de cambios en el modelo de desarrollo de los pueblos. Parece ser que han tocado techo unas economías basadas en el crecimiento constante, donde banca y empresas hablan de pérdidas cuando la realidad es que tan sólo “dejan de ganar” un porcentaje. Ahora toca exigir a nuestros representantes políticos una nueva visión donde los protagonistas sean las personas.

* Periodista
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.